Nosotros
desentornillamos todo nuestro optimismo
Carlos Oquendo de Amat
Lo que nunca había sucedido, pasó. Me
refiero a que dejara pasar varios meses sin publicar una entrada en esta
bitácora. Durante varios años colgué dos entradas por mes, disciplinadamente
cumplí hasta que colapsé: las excesivas actividades, el afán por cumplir con
cada una de ellas sin posibilidad de postergación me provocó estrés, mal del
cual poco a poco voy saliendo.
Desde la última vez que publiqué en el blog han
transcurrido cuatro meses y medio, aproximadamente. Mucho tiempo para mi gusto.
En esta noche tibia de octubre, día feriado por estas tierras, con algo de
ánimos voy pergeñando estas líneas sin aún saber sobre qué voy a escribir
específicamente. En realidad, como ya otras veces ha ocurrido, digito de
acuerdo a lo que en el momento va saliendo y tengo la esperanza que agarre cuerpo y una vez
terminado espero quedar conforme. Espero, digo, uno nunca sabe.
He de comentar que luego de mi regreso de
Ayacucho, viaje del que espero escribir en una próxima
entrada, he venido leyendo varias novelas breves (Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, Esta casa vacía de Marco García Falcón, La tregua de Mario Benedetti, Estas ruinas que ves de Jorge
Ibargüengoitia, Este domingo de José Donoso), visionando algunas películas en compañía de Rita. Luego de cada película, como si fuera de ley, ambos comentamos apasionadamente tal o cual escena, algún personaje que nos dejó deslumbrado... Algunos de esos filmes han sido La muchacha de la valija con la
bellísima Claudia Cardinale o Gilda,
ese mítico film donde deslumbra la pelirroja Rita Hayworth o Secreto tras la
puerta con una de las mujeres más bellas del cine: Joan Benett. El cine, una de mis pasiones mayores y la visión de cada una de estas películas no es más que la confirmación de mi rotundo amor por el séptimo arte.
Junto
a estas actividades, he venido viendo en internet algunos videos que robaron mi atención.
Algunos de estos videos son pequeñas entrevistas a escritores (sobre todo
mexicanos) que responden sobre sus libreros, sobre su biblioteca. Ya alguna vez
he practicado este saludable ejercicio de hacerme preguntas cual si fuera un
entrevistado cuyas respuestas son esperadas por un sinnúmero de lectores
ávidos. Un juego que disfruto y cuyas preguntas me las aplico a continuación.
1. ¿Cuántos libros tiene
tu librero?
Nunca
los he contado, pero calculo que deben haber más de 5000 libros. Espacio en él
ya no hay, por tal razón los libros se encuentran en casi todos los ambientes
del departamento que ocupo, menos en la cocina y en el baño. Torres de libros por todo lado: definitivamente, lo que más abunda
en casa son los libros.
2. ¿Los has leído todos?
Imposible.
Creo que fue Anatole France (me puedo equivocar) a quien algunas vez le
preguntaron lo mismo y él respondió que no, que no había leído todos los libros
de su biblioteca porque necesitaba tiempo para seguir comprando más libros.
3. ¿Cuál es el libro más
nuevo o reciente que ha llegado a tu biblioteca?
Sin lugar a dudas Esta casa vacía, novela que recibió el Premio
Nacional de Literatura 2018, del narrador peruano llamado Marco García Falcón. Pero mañana o pasado puede ser ya otro el título (o títulos) que mencione, más si ando a la cacería de unas novelas sobre las que he encontrado pistas para que lleguen a mis manos, hablo de Los recuerdos del porvenir de Elena Garro, Los relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia y Diario de Santa María del recientemente fallecido Edgardo Rivera Martínez.
4. ¿Cuál es el libro más
viejo de tu librero?
Un
libro de 1866, Últimas confidencias
por Alfonso de Lamartine, escritor romántico francés. Libro al cual le guardo
mucho cariño pues con él tengo una anécdota bastante extraña. Lo compré en la década del ochenta en una
esquina del jirón Lampa, centro de Lima, me costó muy poco. En su
interior hallé un trébol de cuatro hojas y después una hojita de un antiquísimo
calendario cuya fecha me dejó boquiabierto: 14 de enero, el día de mi
cumpleaños. ¿Sería algún anuncio?
5. ¿Quién te despertó el
amor por la lectura?
Mi
padre. Cuando niño, en ciertas noches, después de la cena, nos contaba a mi
hermana Gloria y a mí pasajes de la historia universal con un encanto tan
especial que conforme mi padre contaba me parecía ver imágenes como en la
pantalla de un cine. Nunca he olvidado esa experiencia que me condujo a los
libros, a mi necesidad de echar a volar mi imaginación.
6. ¿Cuál libro no has
leído aún?
Varios.
Algunos de ellos son de los que se llaman clásicos. De mi biblioteca, la novela
Ulises de James Joyce, otra novela es
Esplendores y miserias de las cortesanas
de Honoré de Balzac o Las palmeras
salvajes de William Faulkner. Y no es que no lo haya intentado. Varias
veces empecé a leerlas, pero a las pocas páginas las dejaba. Supongo, así lo
quiero creer, que estarán esperando su momento oportuno. Una novela que no
tengo y espero leer pronto es Gargantúa y
Pantagruel de Francois Rabelais, según mi hermano es desopilante.
7. ¿Cuál es la joya de
tu librero?
Aunque
no están en mi librero (por falta de espacio, ya lo decía), mencionaré a 5
metros de poemas (1927), único poemario del legendario Carlos Oquendo de Amat. Según
me han dicho, parece ser que soy el que tiene la mayor cantidad de ediciones
diversas de este libro: doce ediciones. Los primeros ejemplares fueron llegando
sin proponérmelo, ya después he ido buscando y consiguiendo algunas ediciones como
una versión en inglés de una universidad norteamericana. Espero que muy pronto lleguen a mis manos una edición en
lengua italiana y, según mi querido amigo, el poeta Omar Aramayo, una edición
japonesa que nunca he visto, pero si lo dice él, es porque es cierto. Habrá que buscarlos.
8. ¿Qué libro has
regalado?
Sin
pensar mucho, diré que 5 metros de poemas de Oquendo de Amat y La casa de cartón de Martín Adán.
La perfección y belleza de esos dos libros me lleva a querer compartirlo con
alegría. Habré regalado unas seis veces entre los dos.
9. ¿Cuál autor es el que
se repite más en tu librero?
Varios.
Alfonso Reyes, el polígrafo mexicano del que he disfrutado y disfruto cada uno
de sus libros. Mi maese Stefan Zweig de quien compraba (hoy no lo haría) en mi adolescencia ediciones populares chilenas muy antiguas en papeles gruesos, porosos,
amarillentos que hoy son ejemplares que conservo como prueba de mi amor insobornable
por su obra. Libros de Augusto Monterroso, de Julio Ramón Ribeyro, en fin.
10. ¿Qué libro no has
devuelto?
No
son muchos, pero son. No quiero mencionar los títulos, obviamente tampoco los
nombres de quienes alguna vez me lo prestaron. En mi descargo diré que así como
no he devuelto esos dos o tres libros que me prestaron, yo he prestado varios
libros que jamás me devolvieron: Poesía
completa de Thomas Eliot, Pedro
Páramo de Juan Rulfo, Lucha contra el
demonio de Stefan Zweig, Poesía
completa de César Vallejo, Yawar
fiesta de José María Arguedas, Los
versos del capitán de Pablo Neruda, La
región más transparente de Carlos Fuentes, entre los que recuerdo. Desde hace
mucho ya no presto libros, como dice el dicho: “Tonto el que presta un libro y
más tonto el que lo devuelve”.
Morada de Barranco, 8 de octubre de 2018.
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