Veo a la calle que
está mendiga de pasos.
Carlos Oquendo de Amat
He andado postergando esta
entrada. Como nunca, el mes de noviembre pasó y no “colgué” un texto, cosa que
nunca había pasado en estos ocho años que administro esta bitácora. Me había
propuesto como disciplina publicar mínimo hasta dos entradas por mes, pero fueron apareciendo otras ocupaciones propias de mi labor de profesor, sobre todo en el mes de diciembre, responsabilidades que me fueron creando un cuadro de estrés hasta que colapsé en diciembre
del año pasado: surmenage. Frente
a esta situación, meses después, decidí solo publicar cada vez que haya escrito
un texto sin mayor presión, algo más natural. De a pocos fui cumpliéndolo.
Pensé que a manera de cierre de este año que
ya termina, que no ha sido bueno para mi salud, escribir unas líneas sobre
múltiples cosas. Las que en el camino se vayan presentando. Por ejemplo, ahora
que escribo esta entrada, acabo de descubrir a un músico peruano, arequipeño
para mayor precisión, nacido con el siglo XX: Roberto Carpio (1900-1986) que
compuso una pieza musical para piano cuyo título es: Suite Hospital (1928) (https://www.youtube.com/watch?v=WfAWdgC69hA).
Escucho sorprendido esta pieza musical e inmediatamente la relaciono con dos poemas, me refiero a Poema del manicomio de Carlos Oquendo de Amat (poema publicado en su mítico libro de 1927: 5 metros de poemas) y a Elogio de la locura de Xavier Abril (Poema publicado en su libro Difícil trabajo de 1935), ambos poetas vanguardistas y compañeros generacionales de Roberto Carpio, quizá, me digo, hasta se conocieron en las viejas calles de la Lima de los años 20.
Si bien la suite aludiría a un hospital dedicado a una enfermedad como la tuberculosis (enfermedad que llevaría a la tumba a Oquendo con apenas treinta años), pero en las notas del piano del Preludio de esta sorprendente suite se siente el ambiente opresivo, desesperado de un hospital, cualquiera, y con mayor razón un manicomio.
Pero mientras Oquendo escribió un poema donde expresa su "miedo" por la locura, Abril le quita de manera irreverente ese halo de respeto y temor que se siente por ella. Dos formas de abordar un mismo tema y que de alguna manera se relacionan con la pieza del compositor arequipeño. Transcribo ambos poemas.
Escucho sorprendido esta pieza musical e inmediatamente la relaciono con dos poemas, me refiero a Poema del manicomio de Carlos Oquendo de Amat (poema publicado en su mítico libro de 1927: 5 metros de poemas) y a Elogio de la locura de Xavier Abril (Poema publicado en su libro Difícil trabajo de 1935), ambos poetas vanguardistas y compañeros generacionales de Roberto Carpio, quizá, me digo, hasta se conocieron en las viejas calles de la Lima de los años 20.
Si bien la suite aludiría a un hospital dedicado a una enfermedad como la tuberculosis (enfermedad que llevaría a la tumba a Oquendo con apenas treinta años), pero en las notas del piano del Preludio de esta sorprendente suite se siente el ambiente opresivo, desesperado de un hospital, cualquiera, y con mayor razón un manicomio.
Pero mientras Oquendo escribió un poema donde expresa su "miedo" por la locura, Abril le quita de manera irreverente ese halo de respeto y temor que se siente por ella. Dos formas de abordar un mismo tema y que de alguna manera se relacionan con la pieza del compositor arequipeño. Transcribo ambos poemas.
POEMA
DEL MANICOMIO
Tuve
miedo
y me
regresé de la locura
Tuve miedo de ser
una rueda
un
color
un paso
PORQUE
MIS OJOS ERAN NIÑOS
Y mi corazón
un botón
más
de
mi camisa de
fuerza
Pero hoy que mis ojos visten
pantalones largos
veo a la calle que está
mendiga de pasos.
(1923)
ELOGIO
DE LA LOCURA
La
locura es mi constante existencia. Vivo de mi locura. La locura es mi clima.
Por todas partes yo voy a la locura.
Un
caballo blanco es mi locura. La carpa de un circo a donde no llega el tiempo,
es mi locura. La trompa del elefante, además de un niño con miedo cerca del
elefante, es mi locura. La butaca vacía de un teatro es mi locura. Y una playa
con huesos de náufragos.
Soy
una manera de la locura. La libertad de la locura. El fondo, si queréis, de la
locura.
Sé
que me aproximo a la vida perfecta de la locura.
Y continuamos con estas líneas. Esta Navidad llegó y con ella algunos
regalos que he ido devorando casi en el acto, ¿devorando?, cuidado, no me refiero a comida, hablo de
libros y discos, que son otro tipo de alimento, igual de necesarios, por lo
menos para mí. Un magnífico libro, obsequio de mi hermano Arturo: Las canciones de The Beatles de Steve Turner,
libro que se detiene a contar la historia de cada una de las canciones de los
Fab Four, obvio que este es un libro para admiradores (cuando un apreciado
amigo se enteró del regalo me dijo: “Ese sería un libro que nunca leería”). Lo
decía, para admiradores. Me cuento entre uno de ellos. Gran regalo que disfruto leyendo todo despatarrado.
Un par de discos, obsequio de mi hermano
Francisco y mi cuñada Milagros: The
Beatles’ Second Album y Beatles VI.
Son dos de los álbumes que la Capitol Records
distribuía en territorio norteamericano alterando la edición británica, de tal
manera que la discografía Beatle en Estados Unidos es completamente diferente
al de Inglaterra (y de gran parte del mundo). Hasta que llega el año 1967 y la Capitol Records decide sacar a la venta los discos de The Beatles de acuerdo con la edición británica, esta puesta en línea empieza con el icónico Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band,
disco considerado como el mejor disco de rock de todos los tiempos (aunque yo
discrepo, para mí, mejor es Abbey Road y a veces pienso que Revolver).
The
Beatles’ Second Album es en la discografía británica el segundo álbum
(antes se decía Lp) que lleva el nombre de With
the Beatles (el de la famosa foto en blanco y negro), y que según muchos
conocedores, es el disco más rockero de The Beatles. El Beatles VI corresponde al Beatles for sale, cuya foto a mí me
gusta mucho aunque la mayoría dice que en ella se nota el cansancio de los músicos
por tanta gira, de ahí que para algunos este sea el disco más bajo de toda su discografía. Discrepo, es un disco encantador, aunque sí, aquí volvieron a los covers (precisamente el tiempo era lo que menos les sobraba, para componer, por ejemplo), asunto que habían superado en el disco anterior donde todas las canciones eran de Lennon y McCartney. Luego de Beatles for sale todos sus discos tendían solo composiciones de los cuatro (incluyendo a Ringo).
El porqué de
estas dos ediciones diferentes en la discografía beatle se explica porque los
norteamericanos al ver el talento arrollador de The Beatles decidieron
aprovechar al máximo esta “invasión británica” para ganar más dinero y lo
hicieron: ahí donde los Beatles sacaban un álbum, la Capitol records sacaba dos, para
eso alteraban los discos: quitaban canciones y agregaban otras de discos
anteriores. En fin, business is business.
Bueno, un par de esos discos han llegado a mis manos y su sonido es
espectacular. Lo disfruto.
En lo que respecta a los regalos que me compré,
comentaré que me di el gusto de comprarme tres novelas que en estos días espero
iniciar su lectura, me refiero a: Opiniones
de un payaso de Heinrich Böll, novela que hace muchos años me recomendó que
la leyera mi querido amigo y poeta Vicente Azar, siempre le escuché comentarios
entusiastas sobre esta obra y no sé por qué fui postergando su lectura hasta
que el día llegó, a tu nombre, recordado Vicente, la lectura de esta novela. Los otros dos libros son En octubre no hay milagros de Oswaldo
Reynoso (hace poco fallecido) y Pálido,
pero sereno de Carlos Eduardo Zavaleta, su mejor novela, según los
especialistas. Debo comentar que hace poco leí y releí Los
Ingar y Los aprendices, magníficas novelas ambas, creo
que Zavaleta es un novelista por descubrir o redescubrir, un escritor que
pronto ocupará el sitial que se merece por la calidad de sus cuentos y novelas. El tiempo, el tiempo, definitivamente no hay mejor juez.
Los horas pasan, en dos horas y media
estaremos recibiendo el nuevo año, solo espero que 2018 sea un mejor año para
mi salud y que los libros, los discos con música y películas sigan llegando,
para mí esos objetos son sinónimos de paraíso que me alejan del mundanal ruido.
Un abrazo y mis mejores deseos para cada uno de ustedes.
Continuará…
Morada de Barranco,
31 de enero de 2017.