domingo, 1 de mayo de 2022

LA MUJER FATAL DEL CINE NEGRO

 


                                                             Tu pureza me asusta como un incendio en África.

                                                                                                      Xavier Abril




   Aún recuerdo cuando se difundió la noticia de la muerte de Coleen Gray, allá por agosto de 2015. Entre los varios escritos, recuerdo una sentida nota donde el autor expresaba que con la muerte de la actriz no solo se iba la última representante del cine noir sino también toda una época. Si embargo, Coleen Gray no fue la última sobreviviente del apasionante y siempre inquietante cine negro, han transcurrido casi siete años desde su fallecimiento, pero aún sobrevive una de esas femme fatale del cine noir: me refiero a Ann Blyth, quien actualmente tiene 93 años. Ella sí sería la última gran representante de ese cine que aún fascina.






   El cine noir o cine negro, que se desarrolló entre los años 40 y 50, ha ejercido una indeleble e innegable influencia en el cine posterior a esas décadas, pues hasta el día de hoy podemos visionar películas donde está presente algo o mucho de su estética visual y narrativa, pienso en Al final de la escapada de 1960, Chinatown de 1974, Taxi Driver de 1976, Blade runner de 1982, Seven de 1995, Fargo de 1996, L. A. Confidential de 1997, Sin City de 2005 o la reciente adaptación de El callejón de las almas perdidas (2021), cuya primera versión es del año 1947: todas ellas expresiones altas del llamado cine neo-noir. Después de la década del 50, el cine noir entró en decadencia y dejó de filmarse, pero su espíritu aún pervive, bien porque podemos acudir a los herederos de su estética o porque podemos volver a los grandes clásicos de este cine del claroscuro.








   Porque una de sus características es su estética visual a través de la técnica del claroscuro o tenebrismo, una clara influencia del expresionismo alemán patente en filmes como Metrópolis, Nosferatu, El gabinete del doctor Caligari, M… Por lo demás, recordemos que algunos de los más connotados directores del cine noir eran de origen alemán o austriaco (Fritz Lang, Billy Wilder, Otto Preminger, Robert Siodmak...) que habían escapado de la locura nacionalsocialista para afincarse en los Estados Unidos.








   Visionar una película del cine negro es estar por lo general frente a imágenes nocturnas en blanco y negro, con marcados contrastes de luz y sombra para crear una atmósfera opresiva, cargada de pesimismo y muchas suspicacias: una latente traición, el miedo paralizante, un amor trágico, una muerte sorpresiva. La fatalidad como destino inevitable.








   Entre el humo de cigarrillos, ambientes elegantes o de los bajos fondos urbanos, entre taxistas, policías, ladrones, estafadores, asesinos, detectives o camareros, destaca la imagen de la mujer no sumisa y humillada, sino seductora y malvada, manipuladora y fría, calculadora y descarada que arrastra a la destrucción al protagonista, al antihéroe, un personaje signado por la ambivalencia y la falta de escrúpulos, capaz de gestos enaltecedores como de las bajezas más vergonzantes. Esa mujer es la femme fatale, la elegante mujer fatal capaz de amar y de tejer las más finas trampas.








   Desde hace ya dos años, nuestra cita diaria con el cine es a las 10:00 p. m., salvo sábados y domingos. No lo voy a negar, me puedo pasar la vida con Rita visionando películas del género del western y también del cine noir. Nos apasiona. Lo del western viene de antiguo: las veía desde niño, jugué con mis amigos de infancia a los vaqueros, Bonanza y El gran Chaparral no eran territorios ajenos, John Wayne era un amigo más. Lo del cine negro es mucho más reciente. Su encanto y misterio nos ha capturado. Con él, las femmes fatales peligrosas, sensuales, insinuantes, destructivas han ingresado a nuestras vidas para hacernos vivir emociones intensas a través de sus miradas lánguidas, sus incitantes labios perdiéndose entre el humo de un oportuno cigarrillo, sus voces brotando de vaya uno a saber qué profundidades.








  Entre las muchas femmes fatales me he permitido hacer una antojadiza selección. La primera elegida es Claire Trevor (sí, la de La diligencia de John Ford), protagonista de muchos filmes noir, pero entre todos ellos me viene al recuerdo películas como Historia de un detective (Murder, My Sweet) de 1944, Nacido para matar (Born to Kill) de 1947 y Cayo Largo (Key Largo) de 1948.





   Si hay alguien a quien le calza a la perfección el título de mujer fatal del cine negro, esta es Barbara Stanwyck, sobre todo cuando uno piensa en películas como Perdición (Double Indemnity) de 1944 y El caso de Thelma Jordon (The File on Thelma Jordon) del año 1950.





   Una mujer bellísima es la que viene a continuación, Gene Tierney, dueña de un hermoso rostro que la ubica como una de las más bellas actrices del cine de todos los tiempos. La bella Gene destaca sobre todo en dos filmes: la inquietante Laura de 1944 y Que el cielo la juzgue (Leave Her to Heaven) del año 1945.






   Aprovechándose de su belleza y del amor que ha despertado en un empleado honesto y destacado hasta hacerlo delinquir, Joan Bennett es una de las femme fatale más despiadadas del cine noir en Perversidad (Scarlet Street) de 1945. Un año antes filmó otra joya: La mujer del cuadro (The Woman in the Window).





   Cuando la vi en ¡Qué bello es vivir!, no sabía que Gloria Grahame (la ligera y coqueta Violeta en ese film) era una de las más connotadas mujeres fatales del cine negro. Inolvidables son sus papeles en Cautivos del mal (The Bad and the Beautiful) de 1952, Los sobornados (The Big Heat) de 1953 y Deseos humanos (Human Desire) del año 1954.





   La ausencia de Ava Gardner en esta pequeña selección de mujeres fatales del cine negro sería imperdonable. Su bello rostro, su presencia cargada de elegancia y maldad destacan en un clásico mayor del cine noir: Forajidos (The Killers) del año 1946.





   Su mirada penetrante, voz cautivadora y figura estilizada hacen de Lauren Bacall una de las mujeres fatales imprescindibles del cine negro, sobre todo si recordamos películas como Tener y no tener (To Have and Have Not) de 1944, El sueño eterno (The Big Sleep) de 1946 y La senda tenebrosa (Dark Passage) del año 1947.





   Una femme fatale emblemática es Lizabeth Scott, dueña de una belleza fría y una voz ronca que acentuaban su atractivo. En 1946 filma El extraño amor de Martha Ivers (The Strange Love of Martha Ivers), al año siguiente, Callejón sin salida (Dead Reconing).





   La pelirroja Rita Hayworth es no solo una de las más destacadas mujeres fatales del cine noir, es también una de las mujeres más atractivas del cine. De ella podemos mencionar dos películas: Gilda, filmada en 1946 y La dama de Shangái (The Lady from Shangai) del año 1947.




   Su imagen impuso una moda en los años 40, parte del cabello cubriendo un ojo, el peek-a-boo. Ícono de esa década, el sueño de muchos soldados que llevaban una foto suya cuando participaron en la Segunda Guerra Mundial: Veronica Lake. Mencionamos dos películas: El cuervo o Contratado para matar (This Gun for Hire) de 1942 y La dalia azul (The Blue Dahlia) del año 1946.





   Cuando se menciona su nombre, inmediatamente la relacionamos con una exitosa serie de los años 60 y con una película bíblica de la segunda mitad de los 50. Yvonne de Carlo, bellísima actriz que dejó su huella en el cine negro con la película El abrazo de la muerte (Criss Cross) del año 1949.





   Durante mucho tiempo la película Desvío (Detour) del año 1945 estuvo infravalorada, se le consideraba como una obra menor, el día de hoy ocupa un lugar privilegiado, algunos incluso sostienen que es la obra mayor del cine de bajo presupuesto (serie B). Un film de apenas 68 minutos donde destaca Ann Savage en el papel de Vera, una joven sensual y sin escrúpulos, capaz de chantajear y de cosas mayores, pero siempre con un cigarro en la boca.






   Si una película admiraron los jóvenes directores franceses de la nueva ola y la tuvieron casi en un altar fue El demonio de las armas (Gun Crazy), film de 1950. Una historia de gran intensidad donde la bella y rubia Peggy Cummins arrastra a su pareja a cometer, en un inevitable camino hacia la destrucción, una serie de atracos.






   La rubia y bella Lana Turner destacó en muchas películas, pero si tuviéramos que mencionar una sola de ellas, esta sería el largometraje del año 1946 titulado El cartero siempre llama dos veces (The Postman Always Rings Twice) donde interpreta el papel de la infiel e infeliz Cora, personaje capaz de enviar al otro mundo a su esposo para continuar con su nuevo romance.   






   Es de seguro uno de los más bellos rostros de la historia del cine (para algunos fue la mujer más bella del mundo), pero no solo fue bella, también fue poseedora de una mente privilegiada que le permitió incursionar en el mundo de los inventos: Hedy Lamarr, quien participó en películas de corte histórico, de espionaje, western. La recordamos en esta lista con el film Encrucijada (Crossroads) del año 1942.






   Uno de los rostros más angelicales del cine probablemente sea el de Jean Simmons; sin embargo, su papel en el film Cara de ángel (Angel Face) de 1952 nos muestra a una aparente mujer delicada cuyo bello rostro no es más que una máscara que emplea para esconder el verdadero.






   Los bellos ojos de Ella Raines son inolvidables. Hoy en día, lamentablemente es una actriz poco recordada, pero que con películas como La dama desconocida (Phantom Lady) de 1944 y Fuerza bruta (Brute Force) del año 1947 es como para tenerla siempre presente como una de las mujeres fatales más características del cine negro.





   El rostro de Jane Greer transmite dulzura, sin embargo, como en el caso de Jean Simmons, es una máscara engañosa, su papel en Retorno al pasado (Out of the Past) del año 1947 nos la muestra como una mujer aparentemente débil, pero que es capaz de robar y de accionar el gatillo. Greer es una de las más grandes mujeres fatales del cine negro de todos los tiempos.






    Si a la rubia Jean Wallace la recordamos es por su papel de Susan Lowell, la pareja de un mafioso a quien está a punto de abandonar, en la la gran película titulada como Agente especial o Gansters en fuga (The Big Combo) del año 1955.






   Ida Lupino no solo fue una gran actriz, también fue una muy buena directora cuyas películas han resistido el paso del tiempo. Como femme fatale la recordamos en películas como La pasión ciega (They Drive by Night) de 1940, El último refugio (High Sierra) de 1947 y de 1948, El parador del camino (Road House).





   A Coleen Gray la podemos ver como heroína en el western Río Rojo. Su bello rostro nos muestra en esa película y en otras no a una mujer de belleza fría, distante, calculadora, todo lo contrario, su dulce rostro un poco que contradice la apariencia de mujer fatal, malvada y peligrosa, pero ahí están El beso de la muerte (Kiss of Dead) de 1947 y en la recientemente versionada El callejón de las almas en suplicio (Nightmare Alley) del mismo año.






   Ann Blyth aún vive. Su inolvidable personaje de Alma en suplicio (Mildred Pierce) de 1945 es la de Veda, una joven ambiciosa marcada por las apariencias, capaz de provocar, para mantener su nivel de vida, la destrucción incluso de su propia familia.






   Hay que mencionar que algunas actrices solo estuvieron de pasada por el cine negro o incluso sus personajes se oponen al de estas mujeres sensuales y peligrosas o simplemente se les recuerda más por otro género de películas o incluso por la televisión y no por el cine, es el caso de Lucille Ball, la tierna y dulce Teresa Wright, Virginia Houston (que pronto se retiró del cine), Donna Reed (la Mary de ¡Qué bello es vivir!), Jeanne Crain, Joane Dru, Ann Sheridan, Ann Sotherm, Gail Russell, Constance Dowling (la musa del gran Cesare Pavese), Linda Darnell e incluso Marilyn Monroe (en Niágara).






































PAISAJE EN EL SUEÑO


De tu sueño al mío no hay sino olvido. En amorosos mares nos olvidamos. Tú animas el alba al moverme los brazos. Yo sigo el curso del día y de la noche. Y en la noche comprendo tu cabellera. Tu cabellera hace nacer los astros y los jardines.


Tu cabellera es el reino vegetal.


La Luna nace de tu cabellera.


Yo veo los ríos sutiles fotografiados en tu cabellera.


Tu pureza me asusta como un incendio en África.


  Xavier Abril









   Continuará…



                                               Morada de Barranco, 1 de mayo de 2022.