sábado, 3 de abril de 2021

UN INGENIOSO HIDALGO EN EL MES DE LAS LETRAS

 


                                                          Aunque sea a media asta iza una estrella

                                                                                            Alberto Hidalgo




   Abril es el mes de la letras en el Perú. ¿Por qué se escogió a este mes para tal celebración? Fue por iniciativa del poeta Augusto Tamayo Vargas que se instauró tal celebración al percatarse que muchos escritores peruanos habían nacido o fallecido en ese mes. Personajes como el Inca Garcilaso de la Vega, por ejemplo, habían nacido y fallecido en ese mes: nació un 12 de abril de 1539 y falleció un 23 de abril de 1616. Otros escritores peruanos nacieron en abril, tales son los casos del poeta Alberto Ureta nacido el 7 de abril de 1885; Abraham Valdelomar, un 27 de abril de 1888; Carlos Oquendo de Amat, un 17 de abril de 1905; Jorge Eduardo Eielson, el 13 de abril de 1924. También hay escritores que fallecieron en este mes (¿es abril el mes más cruel del año?), por ejemplo, el poeta romántico Carlos Augusto Salaverry falleció un 9 de abril de 1891; Eleodoro Vargas Vicuña, el 10 de abril de 1997; Juan Gonzalo Rose, el 12 de abril de 1983; César Vallejo, el 15 de abril de 1938; José Carlos Mariátegui, un 16 de abril de 1930; José María Eguren, 20 de abril de 1942; Pedro Peralta y Barnuevo (“Doctor Océano”), un 30 de abril del lejano 1743.





   Para este mes que está empezando propongo la lectura de un poeta peruano, un escritor que lamentablemente ha estado signado últimamente por el olvido. Me refiero a Alberto Hidalgo, poeta nacido en Arequipa. Él no nació o murió en abril, pero asumo la lectura de su obra (o parte de ella) como un acto de justicia en este mes de las letras (y en los otros o cuando se pueda) para alguien que injustamente está en una oscuridad que no merece.





   Una razón para este injusto olvido quizás se deba a que la vida del vate arequipeño estuvo marcada por el enfrentamiento con sus contemporáneos. Como alguna vez escribió alguien sobre su permanente actitud confrontacional: “La ‘simpática sinceridad’ de Hidalgo le ganó tantos enemigos como lectores poco interesados en su creación literaria”. El verbo agresivo de Alberto Hidalgo le granjeo la antipatía, el resentimiento, la enemistad de muchos: por donde pasó dejó una estela de contusos, de heridos. Casi nadie se salvó, sino leamos esta carta que le dirigió nada menos que a Jorge Luis Borges:






Querido Borges:


Voy a refrescarle la memoria. Hace unos meses, varios, muchos, una noche, pasadas las 24, frente a la Confitería del Molino, Ud. tuvo un breve apuro. Quería acompañar a una amiga hasta su casa, en Villa No Sé Cuántos. El automóvil costaría, según sus cálculos, 3 o 4 pesos. Como Ud. no tenía ninguno, yo le presté diez, de modo que Ud. pudo irse con la chica, solos los dos, y juntos, dentro del auto y bajo la noche.

Y de seguro no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer! Corrió el tiempo. Cierta vez, en el Royal Séller, extrajo Ud. su cartera y de ella un billete, nuevecito, de diez pesos, con desánimo de dármelos. Eran para abonar la consumación.

Pero me dijo:

No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en “La Prensa”.

¡Hombre!— le respondí, ¡cuando usted pueda! ¡No faltaba más!

No volví a verlo. Desapareció de la tertulia y olvidó la cuentecilla, no obstante de haber cobrado, de seguro, varios artículos en “La Prensa”.

Ahora bien: desde hace algún tiempo, todo lo que usted escribe me parece malo, muy malo, cada vez peor. ¡Ud., con tanto talento, escribiendo puerilidades! ¡No puede ser! Temo que mi juicio adolezca de parcialidad, a causa de los diez pesos que me debe.

Páguemelos, querido Borges. Quiero recobrar mi independencia. ¡Concédame el honor de volver a admirarlo! Por otra parte, el dinero es sucio. Ud. y yo estamos por encima de él.

Haga, pues, una cosa decente: vaya a una librería, compre unos libros por valor de diez pesos, y me los manda por correo certificado.

Los libros que, a su juicio, yo deba leer y los cuales —imagino— no serán los suyos. Nada más. Eso será suficiente para que pierda mi carácter horrible, de acreedor. Presente mis respetos a su familia. A Ud. yo lo recuerdo constantemente. ¡Y no por la deuda!

Un estrujón de manos.


A.H.






   No hubo límites para su pluma agresiva, para sus actitudes desafiantes.  Recuerdo esta sabrosa anécdota que escribí allá por el mes de mayo de 2013: “Alberto Hidalgo. Con quién no se peleó el arequipeño. Se metió con todos, no respetó a nadie. Se manejaba un ego descomunal que le llevó a postularse al Premio Nobel de Literatura. En una oportunidad en que estuve de visita en la casa del poeta Arturo Corcuera, en Santa Inés, me contó que allá por inicios de los sesenta, llegó desde la Argentina, donde estaba afincado, el poeta Hidalgo. Por esos años Corcuera tenía un carro que bautizó con el nombre de Platero, en él llevó de paseo a Hidalgo hasta el balneario de Ancón (territorio exclusivo de las clases más pudientes), por iniciativa del arequipeño se bajaron del carro y se bañaron para ‘orinarle la playa a los aristócratas limeños’. Hidalgo tuvo una vida signada de muchísimas anécdotas, algunas de ellas sabrosas, como esta que cuenta el mismo Corcuera en una entrevista: ‘Había unos choques enormes (con los apristas), sobre todo con Alberto Hidalgo. Una vez, él llegó a dar un recital en San Marcos y se armó la “trompeadera”. Estábamos Alejandro Romualdo, César Calvo, Tomás Escajadillo, yo. Imagínese esa fuerza de choque, ¡de lo más frágil! Pero hubo un gesto de Alberto Valencia, que en esa época comandaba a los apristas y que siempre recordaremos. Él decía: 'A los poetas los respetan', pero a Hidalgo lo odiaban porque era provocador, había escrito cosas horribles contra Haya; entonces, los apristas empezaron a gritar: '¡Abajo los traidores! ¡Abajo los traidores!'. Y él, desde la baranda, dijo, 'efectivamente, abajo están los traidores'. Ahí le empezaron a tirar huevos podridos, que le cayeron a Gustavo Valcárcel, que también estaba ahí. Un poco le salpicó a Hidalgo; entonces, Romualdo le dijo, 'ahora eres Hidalgo de la mancha' (ríe). Tuvimos que escapar por los techos.”






   Hidalgo incursionó en casi todos los géneros. Su palabra corrosiva, hiriente, se acomodó muy bien en el libelo donde él mismo se consideraba como uno de los mayores libelistas del planeta, si es que no el mayor (recordemos uno de sus más ácidos títulos: Sánchez Cerro o el excremento, publicado en 1932). Uno de los libros que ha emergido de las sombras  y que incluso ha sido reeditado por estos días es una valiosa antología de poesía vanguardista que publicó junto con Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro, nada menos: Índice de la nueva poesía americana del año 1926, incluso ahí, en su prólogo, Hidalgo escribe provocadoramente cosas como: “…Bolivia no tiene representación en este libro debido a que en mis afanosos viajes por los mares del mundo no me he encontrado con sus costas. ¿Es que no existe? Del Paraguay sé que no existe ni de oídas la palabra arte. Allí solo se dan loros y yerbas mate. Prometo remendar las ausencias en futuras ediciones, si aparecen poetas por ahí, o si hay alguno que, demasiado tímido, no ha emprendido viaje a mi conocimiento”. Definitivamente no podía con su genio. 






   Pero si a él por algo se le ha recordado, a pesar del silencio que acompaña a su obra, es por su poesía: qué duda cabe, es el que impone en el Perú los nuevos aires de la Vanguardia. Dueño de un ego descomunal, no supo o no pudo controlar su producción literaria: no todo lo que escribió guarda un mismo nivel. En este sentido, Hidalgo conoció las cimas y las simas poéticas. Muchos de sus poemas no debieron ser escritos, o más aún, publicados. Pero entre la abundancia nos topamos con gemas deslumbrantes, con diamantes cuyo brillo nos muestra a un poeta intenso, actual y de grandes alturas, cuya lectura resulta una aventura apasionante como toda lectura que vale la pena.





  El atrevimiento por los los grandes espacios y alturas le pasó factura a la poesía de Alberto Hidalgo, pero una selección de ella nos mostrará a uno de los mayores poetas del Perú y de América (y no exagero). Por ello propongo una lectura de su obra sacudida de prejuicios, de resentimientos, para valorar en su real dimensión la palabra innovadora e intensa de su poesía.






   Me he permitido una brevísima selección de su poesía. He aquí los textos: trece poemas del gran Alberto Hidalgo, un poeta por descubrir o redescubrir.







SEMÁFORO




Mejor es que los ojos como lámparas trémulas se apaguen
Que los sonidos sean transparentados a donde nunca se los oiga
Que no acepten el vuelo de los vocablos
Que no haya casos cuando yo poeme

Pido la cesantía de las buenas costumbres del lenguaje
La defunción de la gramática
El aniquilamiento del sentido doméstico en el canto
Exijo ausencias cuando yo poeme

Propugno el culto de la errata
El celeste relámpago de la equivocación
El juego mágico de malentendidos entre versistas y leyentes
Para que juntos poememos en perseveración de este prodigio

El poemar repuebla al tiempo
Acrecienta el espacio de perspectivas y alrededores
Y en tanto que se espacia poemando
Se tiempa para siempre quien poema




BANDERA DE LA VIDA



Yo digo el fuego
el fuego cuyo volumen ignoran geometrías
cuadrado en sus paredes de llama
cilindro blando en la angustia de la mano opresora
violenta espada en el aire blandida
lengua asentada en el viento como una hoja de afeitar
Estoy diciendo el fuego

Está en los ojos para que alumbre las miradas
en las de la ternura y en las de la maldad cuando se cruzan como enemigos en calle               [de 
rencor

está en el amor para que arda y está en el odio para que se queme
lo ven los hombres y las cosas lo sienten pero lo callan
     [y yo lo digo

Yo digo el fuego en la palabra que lo nombra
y en las que no lo nombran también lo digo
Es lo que suena en la voz
es lo que vibra en el canto
y por eso está dicho en todos los vocablos que ilustran la garganta
grandes desde el tamaño de las letras hasta Dios

Todo es forma del fuego
desde el agua roja de las venas hasta la sangre blanca de los ríos
desde el mutismo que nos calla las penas hasta el grito que ofrece los dolores
el mismo llanto es uno de sus modos de ser

Se lo dice en las manos de la despedida
y en la puñalada enemiga de la noche alevosa también se lo dice
cuando se piensa y se calla lo que se piensa porque el silencio es una cúpula de incendio
      [cuando se muere

El aire lo lleva en sí como a la transparencia el agua
mueve el viento ¿ráfagas? Llamaradas
cuelga los árboles sobre la tierra y en ella mete sus raíces para escudriñarla
en el cielo es azul y en el mar
la montaña lo llama nieve
y los jardines lo pregonan en heridas de flores

Está en nosotros inseparablemente con la naturalidad con que el color está en el vino
por él andamos y nos caemos y volvemos a levantarnos agarrándonos de un trozo de                     [su 
esfuerzo

unas veces lo llamamos música pero los pianos nos cuecen el alma
otra poesía cuando hasta nos han tostado la carne los recuerdos
¡ay! Pero a disimularlo no llegaremos nunca

Bandera de la vida izada en lo más alto de los hombres
yo dejo dicho el fuego
lo dejo dicho para siempre




CINE RETROSPECTIVO



Me ha visitado un niño

Ya no sé si era rubio si era moreno o era del color de los días

ni su voz ni su risa ni su rostro son más memoria en nada mío

ignoro si le abrieron las puertas o entró por un recuerdo

y acaso su tamaño se extendía desde sus ojos hasta mi estatura


Estuvo allá o acá en un sillón o en las volutas de mi cigarrillo

de pronto se perdía entre las páginas de un libro

o se dejaba ver en un guiño de lámparas y en el extremo de un pequeño ruido

que es cuando el silencio descansa un poco y continúa


Casi en seguida su ostensible conciencia fue mi olvido

y vi desfilar mi infancia socorrida de campo y dicha

Años de silbo y hábitos de lluvia

manos exploradoras y atrevimientos sin destino

años cuyos vestigios muestran un entrevero de senos y peras

años conmemorados con arrobo en toda amistad infantil

pues un niño es un cine


¿Se fue un suspiro en vuelo o en frecuencia de párpado?





TRATADO DE LA FLOR



A nosotros nos llega el fidedigno mensaje de la flor
pero para los números la flor es una estrella de color

Se la ve en el vacío como a través de una mampara
siempre asomada a plantas desde el balcón del aire

Hoguera entre los verdes álgidos del campo
sus llamas hacen una repartición de luz
Les dicen pétalos aunque son de fuego
A estas lenguas el viento no las alza pues su tamaño llega solo hasta los ojos
igual a cuanto resplandece
como amistad a la distancia

Aquí están los capítulos de su alta biografía
Su lección se la sabe la herida
así la llore queja o la silencie sangre
La repiten los leños de la estufa en la paz de la casa
el arma pirotecnia de lo aciago
el reventar del trueno y el brote de la idea
el beso
la sonrisa
todo
se dice a flor de agua?


Oh cuando del planeta se haya ido toda solvencia última de ser
la flor ha de seguir observando su costumbre de arder





CONTRAPUNTO



En cada esquina sólo soy un hombre que puede doblar en sentido contrario

en cada esquina me asaltan cuatro ángulos de duda

si bien es cierto que a la larga todos los senderos son iguales para llegar a la muerte


El algo juega conmigo y me interrumpe el destino

como el miedo suele cortar un camino de palabras

A veces mi vida sigue una calle propuesta por casas llenas de música

mas en cuantas la atraviesan reparto mi sentimiento

Y a veces vuelvo a de dónde partieron mis andanzas e impulsos

luchando con mis aguas cual un río que diera marcha atrás

Y aún mi reloj empieza a girar al revés


Nadie debe seguirme porque en mi soledad hallan las cosas ocupación a la suya

Mis pasos son evidentemente los que sostienen cuanto no puede caerse

como por ejemplo la respiración o la estructura de la atmósfera

y no voy sino vengo de todo hacia mi esencia

por una ruta en cuyos bordes crecen canciones y preguntas


Ay mientras siento este poema

enloquecidos árboles están llamando a fieles con todas sus campanas


Voy a misa de pájaros





VESTIDURA



No es yo sino mía y me circunda por completo

a la manera de ese vidrio con el que la luz eléctrica está envuelta

Estoy en ella y ella me rodea como el verde a la hoja

o el cauto amor a los que empiezan a quererse


Por su constancia en pertenecerme sin desmayo posible

me siento el oro conducido en un coche blindado entre veredas de asechanza

De la laringe salen lanzas a perforar los aires y fecundarlos de ecos

manos siempre dispuestas a poner en evidencia su nostalgia de puños

ojos donde los incendios aprenden su ejercicio

Según azota el viento a la bandera sobre cómplice mástil

la mujer la sacude y revuelve sus fondos y agita su entidad

entonces me parece mirarla arrodillada ante mi erguida indiferencia

y pedirme un instante de goce con ruego tan quejado que alcanza mi permiso

Pero después me invaden unas ganas tremendas de arrancarla sacármela de encima

lavarla como un trapo y ponerla a secar sobre una cuerda


Y sin embargo se la quiere porque es la casa y sus secretos

donde uno cree hallarse pegado a sus paredes

casa de vida vestidura incapaz de dejarnos ni solos ni desnudos

y a cual dejaremos nosotros un buen día para siempre





LA ROSA DE LAS QUEJAS



No sé por qué las notas de los pianos solos de las tardes

se refugian en mí como alondras heridas

Vienen aun desde lejos y cual si conocieran el oculto trayecto

que une forzosamente mi ser a cualquier música


De regiones perdidas llaman a mi consuelo

almas cuyos pesares inician mi amistad sin sospecha

Buscan las plumas suaves de una mirada acaso

o el agua de frescura de esos dichos banales

que al pasar por el rostro sus pañuelos de ingenua condolencia

enjugan hasta el fuego de las lágrimas


A los cantos llorados desde el oscuro fondo de las guitarras

al temblor de los adioses en los trenes

al pensamiento de las madres vigilando el cariño de los hijos distantes

a las frases mascadas apenas en los oídos de los muertos todavía calientes

al sollozo al suspiro y a la súplica

yo no sé quién les pone las alas con que vuelan

a la rosa de quejas de mi pecho





ANTENA



Salta la niña de los ojos

Su traje de organdí se esponja como paloma o música

Apenas dos temblores contiene en el corpiño

y el pie de pluma es para ser ave de paso

Así se da con cuanto pone la huella en el espejo

niña que viste y calza la niña de los ojos


Su paseo avasalla dimensiones en longitud del más aquí al más allá

y se extiende desde el volumen hasta el álgebra

en averiguación de la sustancia

La creación comienza y termina con ella

Funda el viaje

Los sentimientos los discierne y nombra

como las banderitas el mapa de una guerra

El ser de todo lo hace suyo mas sin dejarle rastro

igual al vuelo en el espacio donde arruga ni línea perseveran


Recorre las mañanas y las tardes

y vuelve a su presencia la niña de los ojos

Por ella el hombre crece cada día





SER HECHO A MANO



El aire almacenado en los textos de física y de química

cómo me satisface me enamora

Ese es el aire que respiro


La luz para memoria de los siglos en la pintura establecida

por los colores siempre insomnes

es la luz con que veo


El calor irradiado de los libelos y demás hogueras

resplandecientes de odio equitativo

es el calor que me circunda


Mujeres de escultura y natación

a la existencia incorporadas de tanto presentirlas

pueblan de júbilo mis ansias

Si alguien pudiera escamotearme el suelo debajo de los pies

mi cuerpo quedaría bien parado

le da levitación la poesía


Si desnudo la música me viste

si cansado los libros me transfieren

si mudo el verso me declama


Aire luz y calor placer y suelo vestuario movimiento y habla

con herramientas de ala y pétalo

me los hago a medida de mi servirte


El hombre es un acto manual





VALIJAS



De cuando en cuando una visita protocolar siquiera al cementerio

para ir tomándole confianza

para ir acostumbrándose a sus calles de lápidas perplejas

al césped lleno de estremecimientos

a la respiración irresponsable de las tumbas

al celo policial de los cipreses

montando guarda para que no puedan fugarse los extintos

al tacto de magnolia con que se da la mano

a fin de hacer patético el saludo

más en correspondencia con el medio

al verde ceniciento que las hojas asumen

en un intento prolongado de vestirse de luto

al canto de entrepico de las aves

que es como si dijéramos su voz de condolencia

a ese desperezarse de los huesos

que más que oírlo se lo advierte

De cuando en cuando una visita protocolar al cementerio

para ir perdiéndole entretanto el miedo


A la muerte debemos estudiarla

es preciso saberla de memoria

decirla

recitarla a cada rato

para que no se nos olvide nunca

Ante todo su idioma

su griego tan difícil

que ni aun en años puede hablárselo sin acento extranjero

lenguaje de señales y de nieblas

de letras escondidas y de sílabas vagas

jamás domadas por el diccionario

pero que ha de aprenderse

para las horas inconmensurables del diálogo y las nupcias


Absurdo entrar en relación con ella

antes de conocerla íntimamente

de recabar informes sobre la dimensión de sus privanzas

Averiguar cuál es su clase

de qué familia de noser procede

cuáles sus soterradas intenciones

y en forma explícita y premiosa si fue nacida para nuestra

corresponde a otro espíritu

o nos ocurre por acción fortuita

quizá de yapa o por error

No vaya a ser que por desprevenidos caigamos en estafa

y usufructuemos una muerte ajena


No se debe morir por dispersión

sino con todo su cadáveres

con el sujeto físico completo

y el sujeto moral también rotundo

con todos los pedazos de su vida

y los aniversarios sin que falte ninguno

con lo de aquí que no se deje

y lo de allá que nos esté esperando

con todas las exequias programadas

todo su traje de carpintería

Hay que alcanzar un óbito con los capítulos enteros

un deceso por partes y en conjunto

en el cual no esté ausente ni el silencio

y uno pueda tener toda su muerte





MULTIPLICACIÓN DE MUERTE



Me cierro a luz y la veo morir entre mis párpados

Eso es lo que más queda de su vida: su muerte

Aquel instante de irse cuando los ojos batían sus pañuelos de viaje

frecuenta mis minutos con los golpes de una significativa tenacidad

y se hace en mi visión cabal de pena

según si fuese un cuadro perennemente evocado en un espejo


Todo puede olvidarse de la mujer querida

su redondez de senos hechos a la medida de las manos

el encaje sutil de su ternura enredando de besos el diario despertar

el goce que nos dio esa especie de vals de las olas de su carne

mientras la sembrábamos con algo que nos bajaba desde la cabeza hasta los pies

en un descenso de termómetro por nuestra columna vertebral

todo puede olvidarse menos las pupilas de su despedida

ausente ya de labios toda voluntad de palabras


Tal es la causa de su eterna vida

pero también lo que repite su muerte en mi congoja persistente

(Se muere muchas veces

tantas veces como retorna la última mirada

en quien para acunarla se hizo ataúd el corazón)


Y pues se fue primero yo sé que solo moriré una vez






PAPÁ




Tenía el padre un parecido grande con la bondad
La misma frente iguales ademanes
Idéntica manera de moverse hacia los lados
Como distribuyéndose en las cosas
Como soltando partes suyas para que las asieran las personas
El padre y la bondad eran sosías

Entiendo que el tórax era poco
Año tras año ampliaba el domicilio en que alojaba el corazón
Y de tal modo éste llegó a ocupar todo su cuerpo
Allí a sus huéspedes brindaba atención de primera
En costumbre de abrazos en que cabían miles
Sin promiscuarse y sin hacinamiento
Porque al espacio su conducta cual si fuera de goma lo estiraba

No era una vela pero ardía
Pasiones contenidas no exportadas quemábanlo
Los libros que pensaba y no escribía eran su incendio
Las lecturas el ver el ansia de escuchar lo combustían
En la voz en las manos en los ojos se le pulsaban 39 grados
Hizo llamar a médicos y su diagnóstico fue absurdo
Por no dar en la tecla y no auscultarle el alma no advirtieron
Que él quería ser cielo y se iba en fuego
En lo que sale de la hoguera en fibra

La profesión que ejerció fue el entregarse
Proporcionaba una amistad de higuera que daba alimento y sombra
Y por eso después de atacarlo la muerte se dio cuenta
De que había abatido no solamente a un hombre sino a un árbol
Aún quedan sus raíces en la tierra




FUNCIÓN DE TU PRESENCIA LEJANA




Solo el recuerdo nos separa con su empecinamiento de montaña

Solo el recuerdo nos desune con su hacer ver que estás distante



Mujer por todos lados, de la cabeza a los pies, principio a fin, mujer sin treguas,

en este lado de mi vida y al otro lado de mis años

todavía te alcanzo todavía



Entre los dos hay un incendio de llamas cárdenas perladas

pues por servirte cambia color el mismo fuego

Entre los dos hay llamaradas horizontales

pues en tu honor cambia la geometría de las cosas

Entre los dos está tu cuerpo



Tus dos propósitos bien realizados de dar mirada a lo profundo

como si fueran expresión de la fatiga de los siglos

por los rincones de mis noches me persiguen

e iluminan el remanso de mi sueño con su luz negra

y sé por eso que lo negro no es tan negro como el color triste de tus ojos



Paso en medio de avenidas de campanas

con armónica sucesión de escuchados terciopelos

o tus silencios a mis lados forman filas

y yo me tiendo entre ellas como un camino largo que inevitablemente lleva a ti



Te acumulé en mis oídos y aún me siento millonario de tu voz

Te bebí me bebiste no bebimos

con la saciada sed que encendiera el ardor de nuestras tardes

Entonces todos fueron alivios en tu boca

desde la que partían a reventarse en mi alma hecha ya espacio

tus cohetes luminosos en profusión de grados y colores

Y hoy me queman me queman esos besos

Cicatrices de besos me dejaste



Pero el recuerdo nos separa porque es echar de menos

En la memoria sólo vive lo sucedido no lo actual

y no hay dolor más grande que el dolor de saberlo sucedido

La posesión otra vez es una forma de anular la memoria

la ausencia lo contrario que el olvido requiere

Y si al recuerdo solo lo cura la presencia

ven de nuevo a mis brazos para olvidarte un poco







   Continuará…





                                       Morada de Barranco, 3 de abril de 2021.