sábado, 24 de junio de 2023

ESTOS DÍAS DE OTOÑO

 


                                                                         Los días pasan / como tranvías...

                                                                                                        Francisco Bendezú




   Luego de arduos días de trabajo durante la semana, los sábados y domingos, días esperados con ansias, los dedicamos a unas placenteras y relajantes caminatas por algunas calles de Barranco y sobre todo por su malecón. Apenas la bienvenida y tibia luz de estos días otoñales se derrama sobre nosotros, salimos a caminar por hábito y, no lo podemos negar, también por prescripción médica: distracción, aires marinos saludables ingresando a nuestros pulmones, nuestros ojos perdidos en largas miradas hacia el horizonte mientras el mar nos ofrece su música eterna, incansable y, algo inevitable, largas conversaciones salpicadas de recuerdos.





   Estas caminatas muy de mañana me dejan una certeza: el único lugar donde podría vivir es en Barranco. Preciso: donde podría vivir con alegría, con felicidad. Ni en Chorrillos, ni en Surco, ni en Miraflores, tan cercanos (y con su propia belleza ), pero tan diferentes y a veces tan opuestos encontraría la alegría y la tranquilidad que Barranco me ofrece. ¿Obsesión? No, raíces. Así de sencillo. Aquí enfrentaron dificultades y construyeron su vida llenos de optimismo y de esperanzas mis padres, quienes jóvenes aún llegaron desde el lejano Cusco. En este pequeño territorio junto al mar tuve las primeras experiencias, esas propias de quien empieza a vivir: ¿cómo podría olvidar la emoción y el miedo que sentí cuando vi por primera vez el mar desde la Bajada de los Baños?, ¿acaso podría olvidar mis largas lecturas cuando niño en el Parque Berckemeyer?, ¿es que se podría olvidar esas primeras aventuras nocturnas con los amigos de la adolescencia?… Experiencias que marcan y te afincan en este espacio que yo llamo mi morada, mi morada de Barranco.





   Transitar por sus encantadoras y arboladas calles, por su largo y sinuoso malecón que se abre hacia la inmensidad de un mar que no posee el colorido y la definición de los mares caribeños, pero que a cambio de ello, nuestro mar posee en su opacidad un peso y un misterio que, por ejemplo, pobló de sueños y enriqueció la imaginación de un poeta tímido y oculto como José María Eguren que vio, entre la bruma marina que invaden las calles de Barranco, lo que muchos ni sospechan. Barranco con neblina es un territorio fantasmal, un predio de siluetas imprecisas y de suspicacias inquietantes que nos conducen a otros niveles de lectura. Leamos este par de poemas de Eguren y comprobemos la fértil imaginación cargada de personajes misteriosos, asombrosos.






EL CABALLO



Viene por las calles,
a la luna parva,
un caballo muerto
en antigua batalla.


Sus cascos sombríos…
trepida, resbala;
da un hosco relincho,
con sus voces lejanas.


En la plúmbea esquina
de la barricada,
con ojos vacíos
y con horror, se para.


Más tarde se escuchan
sus lentas pisadas,
por vías desiertas
y por ruinosas plazas.








PEREGRÍN CAZADOR DE FIGURAS



En el mirador de la fantasía,
al brillar del perfume
tembloroso de armonía;
en la noche que las llamas consumen;
cuando duerme el ánade implume,
los órficos insectos se abruman
y luciérnagas fuman;
cuando lucen los silfos galones, entorcho
y vuelan mariposas de corcho
o los rubios vampiros cecean,
o las firmes jorobas campean;
por la noche de los matices,
de ojos muertos y largas narices;
en el mirador distante,
por las llanuras;
Peregrín cazador de figuras
con ojos de diamante
mira desde las ciegas alturas.







   El asombro nos embarga: “el mirador de la fantasía” es Barranco, un lugar de experiencias inéditas, extrañas, posibles, en el que podrías toparte, por ejemplo, con “un caballo muerto / en antigua batalla”, “un ánade implume”, “órficos insectos”, “mariposas de corcho”, “luciérnagas fumando” o todo aquello que tu imaginación lo permita en una práctica saludable de la libertad, esa libertad que sentimos Rita y yo cuando regresamos a casa luego de transitar por los espacios mágicos de nuestro entrañable y amado Barranco.





   Las caminatas continuarán, estos días de otoño se presentan con una temperatura más amable: ya no más ese Sol calcinante y agobiante de hace unas pocas semanas atrás. Tiempos de aventuras nos esperan: estos agradables días son una invitación para la exploración, para los descubrimientos y la afirmación de nuestros afectos. Así sea.







   Continuará…



                                            Morada de Barranco, 24 de junio de 2023