domingo, 27 de abril de 2025

APUNTES DE ABRIL

 


                                                    Todo es signo del sueño, y es memoria…

                                                                                      Raúl Deustua

 

 



I. UNA HISTORIA DE AMOR DEL DIOS PAN

 

   Antes de empezar una clase, a manera de motivación, siempre cuento un mito, una leyenda... Si no lo hago, me pongo a merced de los reclamos y protestas de los alumnos quienes me dicen que el contar historias es ya una "tradición" o una "costumbre", por lo tanto, no hay otra, debo hacerlo. Soy Orlando el “cuenta historias" como alguna vez me etiquetaron con acierto y la verdad que me enorgullece ser conocido así.

   Historias: itinerario particular de vuelo, un espacio para vivir con la libertad que la imaginación otorga aquellas vidas que la realidad real nos impide, una manera de indagar más allá de los límites que mutilan, una forma de lucha, de resistencia...

   En estos días, entre las muchas historias que he narrado, conté el mito griego de Pan y de Siringa. Este viejo mito cuenta una historia que podría resultar conmovedora. Pan, habitante de los bosques, con un par de cuernos y orejas puntiagudas, tenía un cuerpo particular: mitad humano, mitad macho cabrío. Era el dios de los pastores y podía ser también uno de los seres más terribles de la mitología grecorromana (recordemos que de su nombre proviene la palabra "pánico"). Un día, en medio del bosque, vio por primera vez a una bellísima ninfa llamada Siringa, seguidora de Artemisa (Diana), la diosa de la cacería, hermana gemela de Apolo y eternamente virgen. Prendado de la belleza de Siringa, este le declaró su amor y fue rechazado por su fealdad. Pan insistió y la ninfa lo volvió a rechazar, pero como el hijo de Hermes insistía, Siringa escapó. Entonces Pan, terco entre los tercos, fue tras de ella. La ninfa llegó a orillas del río Ladón y se dispuso a atravesarlo. Pero se dio cuenta que el dios ya la estaba alcanzando y que en el río no avanzaba mucho y se cansaba más. Cuando este estaba a punto de cogerla del hombro, ella invocó a los dioses y pidió su ayuda. Estos intervinieron y Pan terminó agarrando no el hombro de la ninfa sino un grupo de cañas. La ninfa había sido transformada. Resignado Pan, arrancó las cañas y después las cortó de distinto tamaño, las unió y creó así un nuevo instrumento musical conocido como "flauta de Pan" o también “siringa”. Dicen que desde entonces Pan tocó ese instrumento y obtuvo bellas melodías que no eran sino una forma de hablar con ella o un canto de amor por la ninfa a quien nunca más volvería a ver.

 

 


 

II. PARA UNA QUERIDA AMIGA

 

   Pienso en Rosa Cerna, Rosita, como la llamaba yo. Profesora y gran escritora (poeta, novelista, cuentista…) cuyas obras visito para zambullirme en su espíritu puro y entregado a los demás, los desposeídos. “Ven a visitarme para tomar un lonche”, solía decirme cuando la llamaba por teléfono, luego de hacerme la broma de siempre: “¿Aló, con quién hablo?”, decía. “Rosita, soy yo, Orlando”. “¿Orlando, Orlando…?, no conozco a ningún Orlando”. Luego reía. Y comenzábamos a hablar, la verdad, de cualquier cosa, el asunto era hablar.

   Las veces que nos veíamos hablábamos tanto que a veces llegábamos incluso a “rajar” y en medio de las risas a veces mencionábamos los nombres curiosísimos de ciertos personajes y eso hacía que nuestras risas fueran interminables: “¿Cómo puede llamarse así?”, decía sonrisa de por medio, mientras yo me desternillaba de la risa, pues al decir el nombre curioso ella solía poner un rostro pícaro y muy gracioso.

   Rajar, una característica muy limeña, lo raro es que tanto ella como yo proveníamos de los Andes, desde las grandes y misteriosas alturas: ella de Áncash, yo del Cusco. Los años de residencia en Lima, más propiamente en Barranco, nos marcaron, dejaron su huella: si algo teníamos claro era que no podríamos vivir en otro lugar que no fuera este pequeño territorio junto al mar.

Algunas veces caminábamos por avenida Grau, ella ponía su brazo izquierdo entre mi cuerpo y mi brazo derecho, entonces se convertía en una magnífica guía, se sabía miles de historias sobre Barranco, cada caminata era una permanente sorpresa, no solo por lo que contaba sino por cómo lo contaba, esa gracia tan suya para contar con humor hasta lo más serio.

   Conservo de ella no solo su recuerdo, también sus libros con sus dedicatorias. Es curioso, de toda su obra (y es una obra más o menos extensa), solo tengo tres de sus libros: “Los días de Carbón” (su bella novela premiada), sobre la que me decía: “Dicen que se parece a “Platero y yo”, pero cuando la escribí yo no había leído el libro de Juan Ramón Jiménez”, “El Hombre de paja” que fue obsequio suyo y “Una flor de cuentos para llevar en el corazón” que lo tengo gracias a un cambio que hice con Rosita. Ocurrió que en un librero de viejo conseguí ese libro suyo que había obtenido un premio “Horacio Zeballos” hacía varios años atrás, una edición rústica, popular, de pasta guinda. Cuando se enteró que tenía ese libro, me dijo si podíamos hacer un cambio, ella me ofrecía una edición más colorida y en mejor soporte: “Vas a salir ganando”, me dijo. Acepté. Ella quedó contentísima: “En mi biblioteca no tenía un solo ejemplar de esta edición premiada”, me decía en tanto acariciaba el humilde libro cual si fuera un hijo. Creo que la dedicatoria del libro que me dio a cambio lo dice todo.

   Lamentablemente ella partió en diciembre de 2012. Su muerte para mí fue un golpe duro. Recuerdo que sentado ante la mesa de mi casa eché a llorar por la partida de tan querida amiga y lamentaba no haberla visitado más seguido. No quise ir a su velorio ni a su entierro, son cosas que generalmente no hago. Esta vez tampoco lo hice

   Han pasado casi trece años de su partida y he querido recordarla hoy. Van estas palabras por ti, querida amiga, querida y entrañable Rosita.

 


 


 

III. ESOS CUENTOS CHINOS

 

   Cuando en el Perú alguien sale con algo increíble, exagerado o con alguna mentira, se suele decir con contundencia: “¡Eso es cuento chino!”. ¿De dónde viene esta expresión que deja tan mal a los chinos?, con sinceridad no sabría decirlo.

   El término “chino”, apartándonos un poco de la frase, es muy común en el Perú, así se les llama a todas las personas de ojos rasgados, sean estos descendientes de asiáticos o no. A un japonés (o a sus descendientes) se le llama “chino”, igual que a un filipino o a un coreano, a un iquiteño o a un cusqueño si tiene los ojos jalados (o como también dicen aquí: “Si es del ojo”). Particularidades de los peruanos.

   Hay un par de frases, creo yo, muy peruanas y que desde siempre las he oído y las he empleado en diversas oportunidades: "Chino de risa" y "fuma más que chino en quiebra", en fin, si seguimos recordando podrían salir algunas frases más.

   Haciendo memoria por otros lados, por ahí anda un librito del Conde de Lemos, Abraham Valdelomar, titulado "Cuentos Chinos". Probablemente sea, de su narrativa, lo menos apreciado, pero ahí está el libro con sus cinco cuentos de carácter satírico para hacer crítica de la situación política de entonces.

   Hay en el centro de Lima el famoso Barrio Chino, lugar en el que se ha concentrado parte de la colonia china. Allí se encuentran muchos de sus negocios: bodegas, jugueterías, los famosos chifas (restoranes de comida peruana con influencia china), bares y cómo no recordar que en el pasado en ese barrio se comercializaba el opio. Desde hace un tiempo se habla incluso de una temible mafia conocida como el "Dragón Rojo".

   Pero lo que me motiva a estas líneas no es tanto comentar estas anécdotas. Lo que deseo es compartir un puñado de cuentos chinos, pero cuentos, algunos de ellos muy antiguos. Narraciones breves que, en muchos casos, han hecho las delicias de mis alumnos, quienes han disfrutado de su sencillez, de su sabiduría, de su humor. Yo recuerdo mucho las risas de mis alumnos con un par de cuentos que figuran en esta pequeña selección: “La virtud de la paciencia” y “El zorro que se aprovechó del poder del tigre”. Cuentos breves, sencillos, cargados de humor, pero sabios, con una sutil intención pedagógica, moralizante.

Dejo de pergeñar más líneas y pongo a disposición del "hipócrita lector", un grupo de seis cuentos chinos, todos ellos breves y en algunos casos brevísimos.

 

LANZAS Y ESCUDOS


En el reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.

-Mis escudos son tan sólidos –se jactaba-, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.

-¿Qué pasa si una de las lanzas choca con uno de sus escudos?-preguntó alguien.

El hombre no replicó.

 

Han Fei Zi (Libro atribuido a Han Fei, siglo III a. C.)

 

 

PINTAR FANTASMAS

 

Había un artista que pintaba para el príncipe de Qi.

-Dígame –dijo el príncipe-, ¿cuáles son las cosas más difíciles de pintar?

-Perros, caballos y cosas semejantes –replicó el artista.

-¿Cuáles son las más fáciles? –indagó el príncipe.

-Fantasmas y monstruos –aseguró el artista-. Todos conocemos a los perros y a los caballos y los vemos todos los días; pero es difícil pintarlos como son. Por eso son temas complicados. Pero los fantasmas y los monstruos no tienen forma precisa y nadie los ha visto nunca; por eso es fácil pintarlos.

 

Han Fei Zi (Libro atribuido a Han Fei, siglo III a. C.)

 

 

DIFÍCIL DE CONTENTAR

 

Un pobre hombre se encontró con un antiguo amigo en su camino. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato quedó transformado en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este encontró que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El pobre encontró que el regalo era aún insuficiente.

-¿Qué más deseas, pues? –le preguntó el hacedor de prodigios.

-¡Quisiera tu dedo! –le contestó el otro.

 

Feng Meng Long (de la dinastía Ming)

 

 

EN BUSCA DEL PEDERNAL

 

Una noche Ai Zi pidió la luz, y como el tiempo pasaba sin que le llevasen la lámpara, le gritó a su discípulo que se apurara.

_Está tan oscuro –contestó el alumno– que no puedo encontrar el pedernal.

Después añadió:

-Maestro, ¿no podría usted encender la vela para ayudarme a buscarlo?

 

Su Shi (1036 – 1101)

 

 

LA VIRTUD DE LA PACIENCIA

 

Un mandarín, a punto de asumir su primer puesto oficial, recibió la visita de un gran amigo que iba a despedirse de él.

-Sobre todo, sé paciente –le recomendó su amigo- y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones.

El mandarín dijo que no lo olvidaría.

Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación, y cada vez, el futuro magistrado le prometió seguir sus consejos. Pero cuando por cuarta vez, le hizo la misma advertencia, estalló.

-¿Crees que soy un imbécil? ¡Ya van cuatro veces que me repites lo mismo!

-Ya ves que no es fácil ser paciente: lo único que he hecho ha sido repetir mi consejo dos veces más de lo conveniente y ya has montado en cólera –suspiró el amigo.

 

Jiang Yingke (siglo XV)

 

 

EL ZORRO QUE SE APROVECHÓ DEL PODER DEL TIGRE

 

Andando de cacería, el tigre cazó un zorro.

-A mí no puedes comerme –dijo el zorro-. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás cómo los otros animales huyen en cuanto me ven.

El tigre accedió a acompañarle; y en cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.

 

Anécdotas de los reinos Combatientes

 

 




   Continuará…

 

 

 

                                         Morada de Barranco, 27 de abril de 2025

 

 

 

sábado, 29 de marzo de 2025

UNAS PALABRAS PARA EL MAR

 

 

                                                               Si quieres saber de mi vida,

                                                               vete a mirar al Mar.

                                                                                   Martín Adán

 

 

   Voy a ser sincero: amo el mar, pero detesto “ir a la playa”. No siempre fue así, mi infancia estuvo salpicada de “bajadas a la playa”, esas citas impostergables con el mar (aunque las primeras estaban teñidas, debo reconocerlo, por el miedo y las lágrimas). Cómo olvidar los famosos y desaparecidos Baños de Barranco, su salón central que se transformaba en pista de baile, punto de encuentro de los jóvenes de entonces, quienes bailaban desatadamente los ritmos que con su furor habían invadido sus vidas. Todavía me veo caminar, pequeño (tendría cinco años), asombrado, asustado (¿por qué no?) entre las piernas salinas y playeras de muchos jóvenes que danzaban entusiasmados las canciones de un grupo que tocaba y cantaba en vivo (¿qué grupo sería?, ¿los Dolton’s?, ¿los Shain’s?, ¿los Silverton’s?, ¿los Datsun’s?, ¿los Golden Stars?).





  Viejos recuerdos que asoman por estos días en que el Sol se va despidiendo y todavía se atreve a desplegar su luz y calor. Debo reconocerlo, aunque varias veces lo expresé: yo añoro los días de invierno, de ese invierno típicamente limeño: tímido, húmedo, gris, poco agresivo, pero que cala hasta los huesos, incluso si uno anda bien abrigado. Alguna oportunidad lo comenté con Rita: “Amo sinceramente el mar”, ha estado casi siempre presente en mi vida. Lo amo entrañablemente en invierno. Aunque mis primeros recuerdos del mar tienen que ver con el verano. Incluso alguno implicó un descubrimiento, cuando con ocho años, creo, ya al atardecer y con los bañistas ausentes, me acerqué a donde ya nadie lo hacía, el famoso salón de baile de los Baños de Barranco que había sido destruido para ampliar una pista: ahora era un cementerio silencioso e interminable de chapas oxidadas, fierros retorcidos, maderos astillados. Comprendí que algo había concluido y empezaba un nuevo tiempo con sus nuevos aires y junto a ello, algo que en ese momento por mi edad no sabía qué podía ser: tristeza, nostalgia, una sensación de pérdida, de despojo por lo que se destruía y afectaba de alguna o muchas maneras mis recuerdos.





   El mar, el verano: la infancia. Ahora que lo pienso, no conservo un recuerdo, un solo recuerdo de adolescencia con amigos en la playa. ¿No tuve acaso amigos? Claro que sí, como cualquiera. Pero nunca “bajé a la playa” con amigos. Mi adolescencia tuvo, sí, como paisaje en algunas circunstancias de mi vida al mar, pero desde una prudencial distancia: desde los barrancos de Barranco. Aquellas largas conversaciones con amigos en el malecón, conversaciones acompañadas con cigarrillos (que hoy con acierto hemos dejado) y algunas veces con licores de extrañas denominaciones. Horas interminables frente al mar que extendía su amplia sábana ante nuestros ojos que estaban más pendientes y atentos de nuestras cuitas juveniles: el amor, la música, el fútbol, los estudios, los libros.





   ¿Será que allí, en mi adolescencia, nació mi rechazo a ir de veraneo a la playa? No lo sabría decir, solo sé que no le encuentro sentido al hecho de estar tumbado mucho tiempo sobre la arena a merced del entrometido Sol cual si fuere un lobo marino o un cachalote varado. No es ese el ocio al que yo aspiro, ese no hacer nada que no sea estar tumbado. Aunque suene contradictorio, para mí es una pérdida de tiempo. Si algo siempre deseo hacer es viajar o, si estoy en Barranco, leer, escribir o ver el mar y transitar por una playa envuelta por el misterio del invierno, de la espesa bruma invadiéndolo todo, cubriéndolo de magia y de siluetas que como fantasmas te van rodeando hasta ser tú mismo uno de los tantos espectros de este paisaje surrealista.





   En definitiva, amo cualquier lugar que me permita realizar lecturas, y el mar es un magnífico espacio para ello, como también lo son las montañas, el desierto o un bosque; es decir, lugares que me lleven al descubrimiento y al asombro no solo geográfico. Por eso puedo afirmar, sin arrepentimiento alguno, y a estas alturas de mi vida algo tan contundente como esto: detesto “ir a la playa”, veranear en las costas de cualquier balneario (por muy pintado que sea), pero si algo tengo claro es que amo el mar como pocos lugares y creo que no podría vivir muy alejado de él, me sería imposible.






   Continuará…

 

 

 

                                       Morada de Barranco, 29 de marzo de 2025




 

martes, 18 de febrero de 2025

¿TREINTA Y OCHO EDICIONES DE 5 METROS DE POEMAS?

 



                                       Todos los poetas han salido de la tecla U. de la Underwood

                                                                              Carlos Oquendo de Amat

 


 

   Cuando el poeta Carlos Oquendo de Amat decidió publicar su mítico 5 metros de poemas tuvo serios problemas económicos para hacerlo. Para de alguna manera financiar la edición, recurrió a la venta de bonos literarios (su valor, según Rafael Méndez Dorich, era de 80 centavos) *. Una vez impreso el poemario, apenas si pudo retirar de la Editorial Minerva un número reducido de ejemplares de esa legendaria primera edición, de ahí que se conserven muy pocos y el valor de uno ellos hoy alcancen cifras astronómicas. ¿Qué pasó con aquellos libros que no fueron retirados de la editorial? Probablemente fueron usados como material de embalaje o simplemente destruidos, algo bastante común en las imprentas hasta el día de hoy.





    Escribió José Luis Ayala, uno de los más importantes investigadores de la vida del poeta vanguardista: “Una vez que el poeta puneño tuvo los originales listos, buscó a José Carlos Mariátegui para pedirle que lo apoye en su edición. Es fácil deducir que Mariátegui conocía toda la producción de Oquendo escrita hasta 1927, por lo que con mucha emoción y confianza habló a su hermano Julio César para que procediera a publicar el libro titulado 5 metros de poemas.






    El pintor Emilio Goyburu diseñó e hizo el grabado de la carátula en linóleo y con sus propios buriles. Oquendo naturalmente quedó satisfecho del proyecto e imagen final de la carátula del libro que como apreciará el lector, se trata de una visión cinética donde se aprecian cuatro rostros de teatro o máscaras que aparecen delante de un telón, en la parte de abajo se nota un ecran y en la parte inferior el nombre completo del poeta Carlos Oquendo de Amat” **.





   Hace unos años, un amigo me contó una anécdota increíble sobre la suerte de uno de los pocos ejemplares de 5 metros de poemas que quedan de la edición príncipe de 1927, como aparece en el libro. En una de las más importantes universidades del país, empleados de la biblioteca ordenaban y a la vez se deshacían de publicaciones antiguas (esto es algo que nunca he comprendido, pero ocurre y es bastante común en las bibliotecas de las universidades nacionales y particulares). Desinformados empleados hallaron en los anaqueles dos ejemplares de 5 metros de poemas: la primera edición bastante estropeada y una edición facsimilar reciente, probablemente la de 1980, en magníficas condiciones. Decidieron, como si le hicieran el más grande favor a la universidad para la que trabajaban, arrojar al tacho la vieja edición cuya conservación no se justificaba al contar con otro ejemplar nuevo. Hasta el día de hoy me resisto a aceptar que se pudiera cometer tamaño acto de ignorancia y de estupidez ***.





   Luego de esa primera edición, ¿cuántas ediciones más se han hecho? Difícil respuesta. La segunda edición (1968) demoró unos cuarenta años en aparecer (libro pequeño, no reproducía su carátula, aunque sí respetó el formato de cinta plegable, pero con errores lamentables como alterar el orden de los poemas). Después de esa segunda edición transcurrieron doce años, fue en 1980 que se editó por Petroperú de manera facsimilar este libro fundamental, desde esa tercera edición se han publicado más de una treintena de ediciones, algunas de ellas fuera del país (España, México, Estados Unidos, Italia, Colombia, Grecia, Turquía) y en otros idiomas (inglés, italiano, asturiano, griego, turco). Es probable que a pesar del cuidado que he tenido se me haya escapado alguna edición, pero estas son las ediciones que he podido hallar:





1. 5 metros de poemas. Lima, Editorial Minerva, 1927 (aunque todo parece indicar que empezó a circular hacia 1929).






2. 5 metros de poemas. Lima, Editorial Decantar, 1968. (Edición pequeña).





3. 5 metros de poemas. Lima, Petróleos del Perú, Editorial Ausonia Talleres Gráficos S. A., 1980. (Edición facsimilar).





4. 5 metros de poemas. Presentación de Alberto Tauro del Pino. Lima, Municipalidad de Lima Metropolitana, Munilibros Nº 3, s/f [1986]. (Edición facsimilar, aunque de menor tamaño).






5. 5 metros de poemas. Prólogo de J. M. Gutiérrez Souza. Colofones de Carlos Meneses y José Luis Ayala. Madrid, Editorial Orígenes S. A., Colección La Lira de Licario, 1986.






6. Five Meters of Poems. Traducción al inglés por David M. Guss, con xilografías de Antonio Frasconi. Isla Vista, California, Turkey Press, 1986.





7. 5 metros de poemas. Puno, Grupo Lluxlla Editores, 1986.

8. 5 metros de poemas. México. Juan Pablos Editores / Universidad Autónoma Metropolitana, 1989.






9. Voz de Ángel. Obra poética completa y apuntes para su estudio. Prólogo y colofón de Carlos Germán Belli. Lima, Editorial Colmillo Blanco, Colección de Arena, 1990.






10. Poesía Completa. Traducción al asturiano por Vicente García Oliva. Asturias, Academia de la Llingua Asturiana, Colección Llibrería Académica, 1993.





11. 5 metros de poemas. Lima, Arteidea Editores, Arteidea revista de cultura N.º 3 (fascículo que acompañó a la revista), julio de 2000.





12. 5 metros de poemas. Presentación por Daniel Salas Díaz. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Colección El Manantial Oculto 27, 2002.






13. 5 metros de poemas / 5 metri de poesie. Traducción al italiano por Riccardo Badini. Italia, separata de la revista In Forma di Parole, 2002. Italia (Edición bilingūe italiano-español).





14. 5 metros de poemas. Prólogo de José Luis Ayala. Puno, Pro Cultura, Gobierno Regional de Puno, 2004.





15. 5 metros de poemas. Lima, Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma, 2005. (Edición facsimilar).






16. 5 metros de poemas. Lima, Arteidea Editores, 2005.

17. 5 metros de poemas. Lima, Libros de la quimera, 2005. (Edición facsimilar).





18. 5 metros de poemas. Lima-Arequipa, Ediciones Aquelarre S. A. C., 2006. (Edición facsimilar).

19. 5 metros de poemas. México D. F., Textofilia Ediciones, 2009 (Se editó una segunda edición en 2016).





20. 5 Meters of Poems. Traducción al inglés por Joshua Beckman y Alejandro de Acosta. Brooklyn, New York, Ugly Duckling Presse, 2010. (Edición bilingūe español-inglés).





21. 5 metros de poemas. Puno, Qhala Editores, 2011. (Edición facsimilar).





22. 5 metros de poemas y otros textos. Presentación y edición de Sylvia Miranda. Lima-Ica: Biblioteca Abraham Valdelomar, diciembre de 2012. 76 pp. (Colección La Fuente Escondida; 3). Poemas publicados entre 1923 y 1929 en reproducción facsimilar, fragmentos y poemas no terminados, versos sueltos y dos prosas.





23. 5 metros de poemas. Lima, Ediciones Librería Contracultura, 2013.





24. 5 metros de poemas. México, Esto es un libro, 2013.






25. 5 metros de poemas. Edición de Cecilia Podestá. Lima, Máquina Purísima Ediciones, 2014. (Edición facsimilar intervenida).





26. 5 metros de poemas. Madrid, Editorial El Taller del Libro, febrero de 2015.





27. 5 metros de poemas. Lima, Derrama Magisterial, 2015.





28. 5 metros de poemas. Madrid, Paisana editorial (encuadernación artesanal), 2016.





29. 5 metros de poemas. México, La Cleta Cartonera, 2016.






30. 5 metros de poemas. Edición de la Dirección Regional de Educación de Puno, junio de 2018.





31. 5 metros de poemas. Lima, Lluvia Editores, 2018.






32. 5 metros de poemas. Puno, Rupestre Ediciones, 2018.





33. 5 metros de poemas. Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo PeraltaPuno. (Probablemente la edición más pequeña: 8 cm x 8 cm), s/f.






34. Poesía completa (incluye los 5 metros de poemas). Atenas, Grecia. Ediciones Aparsis y Embajada del Perú en Grecia, 2021. (Edición bilingüe español – griego).






35. 5 metros de poemas. Bogotá, Colombia. Editorial Enredadera (Ilustrado por Laura Barbosa Silva), 2022.





36. 5 Metrelik Siir. Traducción al turco por Tolgay Hiçyılmaz. Turquía, Editorial Plüton, 1 de julio de 2024. Traductor (Edición que respeta el formato del libro).





37. 5 metros de poemas. España, Visor Libros (Colección Visor de poesía), 12 de febrero de 2025.






38. 5 metri de poeme. Traducción al rumano por Carmen Bulzan. Rumanía. Editura Kult, 2025.





 Nota: Hay páginas de internet que permiten la impresión facsimilar del libro, es el caso de Tinta-china.net (https://www.tinta-china.net/5MetrosdePoemas.pdf) y de SlideShare (https://es.slideshare.net/slideshow/5-metros-de-poemas/13572218).





 Debo mencionar que hay antologías diversas que publican el libro completo de Oquendo (incluso con los poemas no recogidos en su libro). Estos libros son los siguientes:

1. Vuelta a la otra margen. Lima, Casa de la Cultura del Perú, 1970. (Antología de poesía peruana, seleccionada por Mirko Lauer y Abelardo Oquendo, que contiene 5 metros de poemas además de cuatro poemas publicados solamente en revistas de la época).





2. Surrealistas & otros peruanos insulares. Selección de Mirko Lauer y Abelardo Oquendo. Prólogo de Julio Ortega. Barcelona, Ocnos, 1973.





3. Malvario. Revista monográfica de literatura y arte. Número 1. Buenos Aires – Córdoba, 2003, 112 p. (Reproduce 5 metros de poemas respetando la tipografía y la disposición de los versos).



Foto: Ludo Tótem



4. Poesía Vanguardista del Perú (2 tomos). Edición, prólogo y bibliografía de Luis Fernando Chueca. Lima, Editorial Rectorado PUCP, 2009. (Reúne de manera facsimilar diez poemarios vanguardistas, entre ellos 5 metros de poemas).






5. La vanguardia puneña. Emilio Armaza / Alberto Mostajo / Gamaliel Churata / Alejandro Peralta / Emilio Vásquez / Carlos Oquendo de Amat / Luis de Rodrigo. Universidad Nacional del Altiplano, Puno, número 24 de la colección Biblioteca Puneña, 2013.






   Algunas curiosidades: la primera, una edición artesanal y ejemplar único del poemario, realizado sobre papel de coco y se utilizó hilo con punto croché. Lima, 2008, autor desconocido.



Foto: Walter Sanseviero



  La segunda, el poemario a mano y la podemos hallar en la web (https://issuu.com/lilharesidencia/docs/tilsa 5 metros/s/122782): 5 metros de poemas. Copia artesanal a mano de Tilsa Otta, 2019.





   La tercera curiosidad es un ejemplar de 5 metros de poemas de la edición facsimilar de la Universidad Ricardo Palma (2005) intervenida en 2022 por Juan Carlos Mestre, poeta, pintor y grabador español.





   La cuarta. Cito: "Libro objeto. Del Centro Editores, Madrid, 2005. Tiraje de 25 ejemplares numerados. Incorpora los poemas del libro 5 metros de poemas de Oquendo de Amat, a una caja antecedente del cine. Se mira por un visor, y a través de una manivela van avanzando los poemas que impresos en papel traslúcido permiten que pase la luz que toma por detrás". Las fotos son de la página Todocolección.












   La última, unos ejemplares que me dejan algo inquieto: una probable edición en fondo azul que no sé si es un efecto de un fotógrafo juguetón o una edición desconocida (¿libros independientes?).






   Continuará...

 

 

                                           Morada de Barranco, 18 de febrero de 2025


 

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* José Luis Ayala, en Carlos Oquendo de Amat / Cien metros de biografía, crítica y poesía de un poeta vanguardista itinerante. De la subversión semántica a la utopía social. Págs. 155-156.

** Idem. Pág. 155.

*** Desde enero del año pasado, por Resolución Viceministerial N° 000017-2024-VMPCIC, publicada en el diario oficial El Peruano, tres ejemplares que se conservan en la Biblioteca Nacional y en la Pontificia Universidad Católica del Perú han sido declarados por el Ministerio de Cultura como Patrimonio Cultural de la Nación, por lo tanto, estos ejemplares deberán ser protegidos y conservados. Uno de los ejemplares se ha digitalizado a través de la Biblioteca Digital (Biblioteca Nacional del Perú: https://bibliotecadigital.bnp.gob.pe/bitstreams/31bc6429-5a1d-4766-b6a1-9cfbffbb5c3f/download)

Algunas de las fotos son de Víctor Villegas, a quien agradezco la generosidad de permitir publicarlas.