lunes, 19 de enero de 2015

DOS VIEJAS HISTORIAS: EL PAUCAR Y EL CHIHUACO

   




                                                                        animal hecho de versos amarillos
                                                                                     Jorge Eduardo Eielson





   Iniciamos el año con esta entrada. Difícil se hace, en ocasiones, encontrar temas para los textos que irán en esta bitácora, uno busca y no se presentan en el horizonte las luces que se requieren para llegar a buen puerto. Sin embargo, de manera inesperada aparece el tema y pronto uno se lanza a escribirlo con la esperanza de haber acertado.





   En estos días, por ejemplo, he estado revisando material de lo que es el "avistamiento de aves" y que de manera mundial es conocido como birding o birdwatching: me informo que hay muchos países que ofrecen a los turistas este servicio y que deja buena cantidad de divisas, que el Perú en este campo está todavía en pañales.





   Increíble, si tomamos en cuenta que el Perú alberga a 1 835 especies de aves, que posee 131 aves endémicas (es decir, que solo existen en nuestro territorio) lo que convierte al Perú entre los dos primeros países del mundo que tiene la mayor cantidad de especies en el mundo, y no lo aprovechamos, por lo menos no de la manera que debería ser.





   Las aves. Un asunto milenario en nuestro país. Pienso en los tejidos con plumas, en la escultura y en la representación de aves en la cerámica del periodo prehispánico, en el picaflor (colibrí) de las líneas de Nazca, en las plumas rojas del coraquenque (ave exótica que aparecía a la muerte de un inca para brindar sus plumas al sucesor, según la leyenda) que iban como distintivo en el llauto del sapa inca, en las alas de los arcángeles arcabuceros de la Escuela Cusqueña del periodo virreinal, en fin.   


















   En la narrativa oral de nuestro país, su presencia es apabullante por la cantidad de relatos, he leído, escuchado y contado múltiples historias (mitos, leyendas, fábulas, etc.) donde los personajes son las aves: el cóndor, el huaychao, el gallinazo, el picaflor (colibrí), el tuhuayo, la paloma, la huachua, el guácharo, el loro, el paucar, el chihuaco y muchas aves más. Hay que reconocer que muchas de estas historias son ocurrentes y emplean, en ciertos casos, un humor muy cruel, sobre todo en aquellas relatos donde los protagonistas son algunas de las aves mencionadas y el entrañable "atoq", o sea, el zorro, quien siempre (o casi) termina lastimado o muerto.









   De este abánico de historias donde participan las aves como protagonistas, escojo dos: uno sobre el paucar y el otro sobre el chihuaco. Curioso, pero en ambas historias está presente la mentira y el castigo ejemplar; es decir, estas leyendas no solo cuentan el origen de algo sino que poseen una intención moral, algo así como una advertencia de cómo podría terminarse si somos, como en ambas historias, mentirosos. Estas son, pues, las dos leyendas escogidas para esta oportunidad.







EL PAUCAR




   En un pueblecito de la selva vivía un niño muy particular: aparte de ser un gran imitador era curioso, parlanchín, chismoso, mentiroso y exagerado, razones por las cuales se había vuelto antipático para los pobladores de la aldea. Vestía siempre con un pantalón negro y una camisa amarilla, no se le conocía otro atuendo.
   Cada vez que se enteraba de algo, inmediatamente se subía a los árboles y en voz alta propagaba la noticia o simplemente se ponía a imitar ruidos, voces, mortificando a los aldeanos con su voz chillona.
   En esa misma aldea, desde hacía un tiempo, vivía una anciana que conocía muy bien las propiedades de las plantas y su conocimiento lo empleaba para curar enfermedades, razón por la que era muy apreciada. Pero el niño parlanchín, que nada respetaba, se atrevió a difundir una falsa noticia sobre ella. Contó que un día la anciana se había tropezado y había caído a un silo embarrándose totalmente con excremento. Cuando la anciana se enteró lo que este niño había hablado, decidió castigarlo.
   Al día siguiente lo buscó y lo encontró en el río.  Ahí lo vio nadar incansablemente y al rato observó que trepaba alegremente a los árboles, uno tras otro, hasta que decidió descansar y casi inmediatamente se quedó profundamente dormido. La anciana que había preparado, la noche anterior, un brebaje para transformarlo en ave, dejó un vaso de chicha mezclada con la poción. Y se escondió entre la vegetación.
   Luego de un buen rato, el niño despertó con sed y al ver el vaso con chicha, con total confianza lo bebió. Casi inmediatamente vio cómo se reducía notablemente su estatura; su boca, de pronto, se transformaba en un pico mientras su ropa se le adhería a la piel y empezaba a salirle plumas amarillas y negras.
   Ya convertido en pájaro extraño, pues nunca se había visto uno parecido en la zona, voló hacia los árboles y desde entonces ahí vive, pero no ha perdido la costumbre de imitar las voces y los ruidos y confunde siempre a los hombres. A este pajarillo, el mejor imitador de la naturaleza, se le conoce con el nombre de “paucar” que significa “el que imita”.
   Hasta el día de hoy se dice que el “paucar” es un pájaro muy inteligente porque hace sus nidos en las partes más altas de los árboles y junto a avisperos para que nadie se atreva a acercarse. En algunas zonas de la selva peruana se da a comer a los niños el cerebro del “paucar”, dicen que es  para que aprendan a hablar más pronto.











EL CHIHUACO




   Cuentan en la sierra del Perú que Nuestro Señor decidió darle dentadura al hombre, entonces llamó a su mensajero el “chihuaco” y le dio el encargo de la siguiente manera:

     -Le pondrás esto en la boca del hombre. Ve pronto.

   El “chihuaco” rápidamente bajo a la Tierra, pero en el camino sintió mucho hambre que al ver en una chacra el maíz detuvo su vuelo, puso en el suelo el diente y comió los granos sueltos de maíz que estaban desperdigados por la tierra.
   Una vez calmado su hambre buscó el diente, pero no lo encontró. Se había confundido con los granos blancos del maíz. Al no encontrar el diente que Nuestro Señor le había encargado, tomo con el pico un grano de maíz y voló en busca del hombre y se lo puso.
   Al poco tiempo ocurrió algo malo: al diente le entró la caries y empezó a dolerle las muelas al hombre. Eso no hubiera ocurrido si el “chihuaco” hubiera colocado en la boca del hombre el diente que le había enviado; es decir, no se hubiera podrido, no se le hubiera cariado.
   Cuando el “chihuaco” se presentó ante Dios, Este le reprendió muy molesto y terminó diciéndole:

     -Eres un animal muy mentiroso y la confianza se perdió.

   Inmediatamente lo agarro y con cólera le dio varios palmazos en el trasero al “chihuaco”. Por esa razón, desde entonces, el trasero del “chihuaco” es rojo.






   Continuará…




                                       Morada de Barranco, 19 de enero de 2015.




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Salvo la primera foto que es mía, las demás son de Internet.





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