miércoles, 29 de octubre de 2014

DOCE CUENTOS CHINOS





              En los últimos años me gusta la calma…
                                          Wang Wei





   Cuando en el Perú alguien sale con algo increíble o con una mentira, se suele decir con contundencia: “Eso son cuentos chinos”. ¿De dónde viene esta expresión que deja tan mal a los chinos?, con sinceridad no sabría decirlo.






   El término “chino”, apartándonos un poco de la frase, es muy común en el Perú, así se les llama a todas las personas de ojos rasgados, sean estos descendientes de asiáticos o no. A un nisei (descendiente de japonés) se le llama “chino”, igual que a un tailandés o a un vietnamita, a un iquiteño o a un cuzqueño si tiene los ojos jalados (o como dicen aquí: “Si es del ojo”). Particularidades de los peruanos.





   Haciendo memoria, por ahí anda un librito del Conde de Lemos, Abraham Valdelomar, titulado Cuentos Chinos. Probablemente sea, de su narrativa, lo menos apreciado, pero ahí está el libro con sus cinco cuentos de carácter satírico para hacer crítica de la situación política de entonces, por ejemplo, Siké es el Perú, los personajes que aparecen con nombres “chinos” inventados son personajes políticos del Perú de esos años: Billinghurst, Benavides, Piérola son Chin-Kau, Rat-Hon, Kon-Sin-Sak, respectivamente.





   Incluso, en el centro de Lima está el famoso Barrio Chino, lugar en el que se ha concentrado parte de la colonia china. Allí se encuentran muchos de sus negocios: bodegas, jugueterías, los famosos chifas (restoranes de comida peruana con influencia china), bares. Se habla incluso de una temible mafia conocida como el Dragón Rojo, encargada de cobrar cupos a los ciudadanos chinos o sus descendientes.





   Pero lo que me motiva a esta entrada no es tanto comentar estas anécdotas. Lo que deseo con esta entrada es compartir un puñado de cuentos chinos, pero cuentos, algunos de ellos muy antiguos. Narraciones breves que, en muchos casos, han hecho las delicias de mis alumnos, quienes han disfrutado de su sencillez, de su sabiduría, de su humor. Yo recuerdo mucho las risas de mis alumnos con un par de cuentos que figuran en esta pequeña selección: “La virtud de la paciencia” y “El zorro que se aprovechó del poder del tigre”. Cuentos breves, sencillos, cargados de humor, pero sabios, con una sutil intención pedagógica, moralizante.




   Dejo de pergeñar más líneas y pongo a disposición del hipócrita lector, un grupo de doce cuentos chinos, todos ellos breves y en algunos casos brevísimos.

   
LA SENTENCIA


   Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño el emperador le juró protegerlo.
   Al despertar, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo mando buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.
   Un estruendo conmovió la Tierra. Poco después interrumpieron dos capitanes, que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron: “Cayó del cielo”.
   Wei Cheng, que había despertado, la miró con perplejidad y observó: “Qué raro, yo soñé que mataba a un dragón así”.

                                                                       Wu Ch’eng-En (Siglo XVI)




LIBROS Y BRONCES


   Cierto letrado necesitaba dinero. Juntó todos los libros que tenía en su casa –varios centenares de volúmenes- y partió para venderlos en la capital. En el camino se encontró con otro letrado, quien, después de mirar la lista de los libros, deseó vivamente poseerlos. Pero él era pobre y no tenía con qué pagarlos; entonces llevó al otro a su casa para mostrarle los bronces antiguos y la colección le gustó enormemente.
   -No los venda –le dijo a su nuevo amigo-, vamos a hacer un cambio.
   Y trocó todos sus libros por varias decenas de bronces.
   La mujer del primero se extrañó al verlo regresar tan pronto. Echó una mirada a lo que traía: eran dos o tres sacos llenos hasta el borde, en los cuales se entrechocaban los objetos con ruido metálico. Al saber toda la historia, empezó a gritar:
   -¡Qué estupidez! ¿Cómo podremos comer con estos bronces?
   Él contestó:
   -¡Bueno!, ¿y crees que mis libros le darán arroz a él?
                              
                                  Dao Shan Qing Hua (Libro de autor anónimo del siglo X)




LANZAS Y ESCUDOS


   En el reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
   -Mis escudos son tan sólidos –se jactaba-, que nadapuede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.
   -¿Qué pasa si una de las lanzas choca con uno de sus escudos?-preguntó alguien.
   El hombre no replicó.

                                       Han Fei Zi (Libro atribuido a Han Fei, siglo III a. C.)




EL ARTE DE MATAR DRAGONES


   Zhu Pingman fue a Zhili para aprender a matar dragones. Estudió tres años y gastó casi toda su fortuna hasta conocer a fondo la materia.
   Pero había tan pocos dragones que Zhu no encontró dónde practicar su arte.

                                              Zhuang Zi (Vivió entre los siglos IV y III a. C.)




PINTAR FANTASMAS


   Había un artista que pintaba para el príncipe de Qi.
   -Dígame –dijo el príncipe-, ¿cuáles son las cosas más difíciles de pintar?
   -Perros, caballos y cosas semejantes –replicó el artista.
   -¿Cuáles son las más fáciles? –indagó el príncipe.
   -Fantasmas y montruos –aseguró el artista-. Todos conocemos a los perros y a los caballos y los vemos todos los días; pero es difícil pintarlos como son. Por eso son temas compluicados. Pero los fantasmas y los monstruos no tienen forma precisa y nadie los ha visto nunca; por eso es fácil pintarlos.

                                               Han Fei Zi (Libro atribuido a Han Fei, siglo III a. C.)




EL CURA JOROBAS


   Había una vez un médico que se vanagloriaba de ser capaz de mejorar a los jorobados.
   -Si un hombre es curvo como un arco, como una tenaza o como un aro, basta con que se dirija a mí, para que yo, en un día lo enderece –decía.
   Cierto jorobado fue lo suficientemente ingenuo para creer en esas seductoras palabras, y se dirigió a él para que lo desembarazara de su joroba.
   El charlatán cogió dos tablones, colocó uno en el suelo, hizo acostarse encima al jorobado, colocó el segundo tablón encima, en seguida, subiéndose encima pisoteó con fuerzas a su paciente. El jorobado quedó derecho, pero murió.
   Como el hijo del muerto quiso llevarlo a la justicia, el Charlatán exclamó:
   -Mi oficio es el de curar a los jorobados de sus jorobas; yo lo enderezo; que mueran o no, ¡eso a mí no me concierne!

                                                 Relatos de Xue Tao (por Jiang Yingke, siglo XV)




                                                            DIFÍCIL DE CONTENTAR       
 

   Un pobre hombre se encontró con un antiguo amigo en su camino. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato quedó transformado en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este encontró que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El pobre encontró que el regalo era aún insuficiente.
   -¿Qué más deseas, pues? –le preguntó el hacedor de prodigios.
   -¡Quisiera tu dedo! –le contestó el otro.

                                                           Feng Meng Long (de la dinastía Ming)




YUAN TE-YU


   Un día, cuando se dirigía al excusado, Yuan Te-Yu fue testigo de un hecho singular. A su lado surgió un fantasma gigantesco de más de diez pies de altura, de tez negra y ojos inmensos, vestido de casaca plana y cubierto con un bonete plano. Sin turbarse de modo alguno, Yuan Te-Yu conservó toda su sangre fría.
   -La gente suele decir que los fantasmas son feos –dijo con la mayor indiferencia, dirigiendo una sonrisa a la aparición_. ¡Y tienen toda la razón!
   El fantasma avergonzado se eclipsó.

                                                            Liu Yu-Ching (dinastía del Sur y del Norte)




EN BUSCA DEL PEDERNAL


   Una noche Ai Zi pidió la luz, y como el tiempo pasaba sin que le llevasen la lámpara, le gritó a su discípulo que se apurara.
   _Está tan oscuro –contestó el alumno– que no puedo encontrar el pedernal.
   Después añadió:
   -Maestro, ¿no podría usted encender la vela para ayudarme a buscarlo?

                                                                Su Shi (1036 – 1101)




EL POZO


   Un pozo fue horadado a orillas de un camino. Los viajeros se sentían felices de poder sacar agua para apagar su sed. Un día se ahogó un hombre en él, y desde entonces todo el mundo empezó a censurar a quien había cavado el pozo en ese lugar.

                                                              Sheng Meng Zi (por Lin Shensi, siglo VIII)




LA VIRTUD DE LA PACIENCIA


     Un mandarín, a punto de asumir su primer puesto oficial, recibió la visita de un gran amigo que iba a despedirse de él.
   -Sobre todo, sé paciente –le recomendó su amigo- y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones.
   El mandarín dijo que no lo olvidaría.
   Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación, y cada vez, el futuro magistrado le prometió seguir sus consejos. Pero cuando por cuarta vez, le hizo la misma advertencia, estalló.
   -¿Crees que soy un imbécil? ¡Ya van cuatro veces que me repites lo mismo!
   -Ya ves que no es fácil ser paciente: lo único que he hecho ha sido repetir mi consejo dos veces más de lo conveniente y ya has montado en cólera –suspiró el amigo.

                                                               Jiang Yingke (siglo XV)




EL ZORRO QUE SE APROVECHÓ DEL PODER DEL TIGRE


   Andando de cacería, el tigre cazó un zorro.
   -A mí no puedes comerme –dijo el zorro-. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás cómo los otros animales huyen en cuanto me ven.
   El tigre accedió a acompañarle; y en cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.

                                                               Anécdotas de los reinos Combatientes








   Continuará…





                                                    Morada de Barranco, 29 de octubre de 2014.





3 comentarios:

  1. Entretenido y ameno... Sobre todo para aquellos que tienen en las letras una gran compañera.
    Un abrazo dilecto amigo.

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  2. Gracias, Murphy, por visitar mi blog y dejar un comentario. Un abrazo fuerte y espero siempre tu visita.

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