domingo, 29 de junio de 2014

FÚTBOL Y POESÍA: SEGUNDO TIEMPO

                                                                            



                                                                           En el fútbol todo es clara poesía…
                                                                                Juan Parra del Riego





   “¿Qué haremos cuando no haya mundial de fútbol?”, leí hace muy poco en un estado en Facebook. En realidad es una exageración con humor, uno se va adaptando a los ritmos que la vida nos impone (con mundial o sin él), sin embargo esas palabras reflejan (poco o mucho) el estado en que se encuentra mucha gente en el mundo; es decir, muchos programan sus vidas de acuerdo al grandioso espectáculo que ocurre cada cuatro años.




    He sido testigo (y a veces partícipe) de cómo algunos acomodan sus actividades tomando en cuenta a los horarios de los partidos; otros piden vacaciones para que coincida con el mundial (la idea es disfrutarlo a plenitud); algunos salen de sus labores y toman hasta taxi con el fin de llegar a tiempo para ver los encuentros, en fin se ve de todo cuando de fútbol se trata: para muchos el fútbol es motivación de vida, para otros es la vida misma.




   Aún recuerdo la emoción con que esperaba los partidos de barrio: sean en pista o en un terral, en un patio o en una cancha, en la playa o donde fuere, no importaba, con tal de estar allí, de participar y ayudar al equipo, a los once que estaban más hermanados que los hermanos mismos, estar allí, sí, en la búsqueda de lo único que importaba: el triunfo, bien sea atajando un gol cantado del equipo rival o bien haciendo el gol del triunfo en el último minuto; es decir, ser héroe.




   Cuando se es niño, no hay mayor héroe que un jugador de fútbol ni catedral más sagrada que un estadio. Los colores de la camiseta de un equipo te dicen cosas más sustanciosas que una biblioteca entera. Es el fútbol, es la pelota que te permite extrañas caligrafías en el rectángulo de una cancha: lo que en los estudios no se puede (a veces por desgano), el fútbol te lo permite y, entonces, digamos que justificas tu existencia.




    Héroe, sí, pero héroe de fútbol, esos que sobreviven y disfrutan del triunfo, de la alegría y la sonrisa de los demás, no Miguel Grau (con todo el respeto que su gesta se merece) sino César Cueto, príncipe del fútbol, hacedor y descifrador de misteriosos jeroglíficos en la cancha, arquitecto de inverosímiles jugadas y goles que el olvido no se ha de llevar…




   En este segundo tiempo de fútbol y poesía, aquí va once textos más (¿el segundo equipo?)  para este match gobernado por la palabra, como dijera hace ya unos noventa años atrás el maese Juan Parra del Riego, poeta peruano y uruguayo de corazón: “En el fútbol todo es clara poesía; / luz de sol, viento viril y panorama / que le pone a uno en la risa azul del día / todo fresco el corazón como una rama”. 





LOA DEL FOOT-BALL

¡La pelota ríe y canta!
¡La pelota zumba y vuela!
Y es el polvo esa serpiente de algodón que se levanta
tras el ágil jugador que de un salto se revela.
¡La pelota ríe y canta!
¡La pelota zumba y vuela!
Y es la tarde que va abriendo su sombrilla de colores
sobre el campo donde están los jugadores
entre el marco de la fiesta popular:
treinta mil caras que ríen y también fugas de trajes
que en el viento son mensajes
que no sé adónde se quieren, tan nerviosos, escapar.
Más, de pronto, suena el pito
que prepara la partida;
todos callan, se oye un grito
y es, al fin, la acometida
en que salta la pelota
que se va como bailando de pie en pie
por los aires una jota
de acrobática alegría que uno casi apenas ve.
¡Jugador de blanca y roja camiseta
que, de pronto, arrebatado
zig-zaguea jubiloso la gran Z
de un ataque  combinado;
junto al otro que, al cruzársele, en un paso de emoción,
cae el suelo y, trémulo, ¡ay!
se levanta otra vez como de una eléctrica impulsión.                                                      Pero suena el breve pito de un offside
y de nueva va rodando la pelota
que ya traza un arco - iris momentáneo sobre el cielo
o, epiléptica, rebota
por los pies que hacen con ella como encajes por el suelo. ...
Más ahora azul y blanco otro adversario
se la lleva, se la lleva, se la lleva.
Se emociona allá el golquiper solitario,
pero surge el back que, al salto que lo eleva,
un instante es sobre el sol una escultura
mientras ya, como un cohete volador,
la pelota que se queda como un astro por la altura,
otra vez cae en el suelo con un ruido de tambor;
más de nuevo se levanta
con su eléctrico vaivén
(pero allí alguien se ha caído... ¿es el muslo? es la garganta?
corre el médico… se agrupan… ¡Si no es nada! ¡Ya está  bien!)
y a un aplauso que, de pronto, hierve en toda la tribuna
cual si fuera un taponazo de botella, de champán
la pelota va a decirle, no sé qué cosa a la luna
que al volver llega riéndose con su pen, pin, pen, pan, pan....
Y ya loca, loca, loca
de su alada ligereza
tiembla, silba, fuga y choca
de ese tórax a esa espalda, de esa espalda a esa cabeza;
hasta que, ávida en la luz, nerviosamente,
y de un grupo que es un drama de oro y tierra bajo el sol
y es un ¡goal!
En el fútbol todo es clara poesía;
luz de sol, viento viril y panorama
que le pone a uno en la risa azul del día
todo fresco el corazón como una rama.
¡Epopeya fraternal del Movimiento!
Es la vida con su múltiple aletazo creador:
drama, música, paisaje, sol violento,
Geometría que se mueve en la pelota por el viento
y Pintura que en suelo multiplica su color.
¡Fiesta mágica del Músculo!
Es la América que hoy dice ¡Anunciación!
con su gran trompeta de oro ante el crepúsculo
de esa Europa roja y negra de la cruz y del cañón.                                                                           Y guardadme ahora un secreto que os revelo
yo no sé si por encargo de Rubén o de Perrault:
que la luna es la pelota de  fútbol que está en el cielo
para ese otro futbolista de colores,                                                                            que en las tardes es el sol.

                                    Juan Parra del Riego (Perú)







FÚTBOL


Son veintidós muchachos, las rodillas
al aire. Olor a magulladas hierbas.

El público, con ojos asombrados,
el fuerte gozne articular observa:
la poderosa valva de la rótula,
los tendones, tirantes como cuerdas.

Van y vienen los trajes de colores,
ahora da uno una patada épica,
algo vuela hacia el sol, y no se sabe
si es la pelota o si es la misma tierra.

                    Baldomero Fernández Moreno (Argentina)






MI CORAZÓN EN MÉXICO


Mi corazón no juega ni conoce
las artes de jugar.

Late alejado del balón
del estadio que enloquece
al forofo, esclavo de su club.

Vive conmigo, y en mí, mis cuidados.

Hoy, sin embargo, despierto, y he aquí que me extraño:
¿Qué es de mi corazón? Está en México,
voló certero y ni me consultó,
se acomodó, discreto, en un rinconcito
cualquiera, entre banderas tremolantes,
micrófonos, charangas, ovaciones,
y de repente, sin que yo mismo sepa
cómo quedó así, se exacerba,
se vuelve corazón de aficionado,
tuerce, retuerce, se destuerce todo,
grita: ¡Brasil! con furia y con amor.

                       Carlos Drummond de Andrade (Brasil)





LA CAÍDA DEL IMPERIO BRITÁNICO


Cayeron los imperios, los reyes y los príncipes.
Cayeron las repúblicas, dictaduras y dioses.
Cayeron boxeadores y jefes de la mafa.
Cayeron los amantes de juventud hermosa.
Cayeron los hipócritas. La noche llega a todo.
Caerán tarde o temprano las catedrales nórdicas.


Todo caerá no hay duda. Si cayó -recordadlo,
recordad esa tarde que el estadio de Wembley
tembló cuando los húngaros su sexto gol marcaron-
la hasta entonces invicta selección de Inglaterra.

                                               José Bonilla (España)






EL MUNDO COMO UN BALÓN


Dime, poeta:
Si el mundo es como un balón
redondo por la ilusión
de llegar pronto a su meta:
¡Vale la pena jugar!

Silencio del ultramar,
luna llena…
mar serena;
viejo amigo
en secreto te lo digo,
¡que lo que vale la pena
es ganar!

                     José María Pemán (España)





              EL GUARDAMETA


                 Por velar el arco
                 del verde campo del fútbol,
                 por aquel del universo
                 sumo ser animado,
como los aires, la piedra o las aguas semejante,
e inerte, fijo, sin vida, tres palos colocados
en los linderos del orbe por donde se entra o se sale
ya mañana, tarde, noche, de estación en estación,
                 tú desdeñas fríamente,
                 sin pensar jamás dos veces,
                 el peso del centroforward
                 que el cielo te reservaba
por ser hijo primogénito de la familia terrestre
y elaborado en el seno de los gérmenes supremos,
con óptimo patrocinio y el mayor de los primores,
tal si fueras destinado a vivir eternamente.
                 Y te olvidas por completo
                 de ti mismo y de tus deudos,
                 que están vivos y no son
                 este arco que tú vigilas,
que nunca ríe y no habla y no se mueve un centímetro,
para siempre indiferente a tus mil preocupaciones
en torno al balón ferroso de los mal aviesos hados,
en tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas,
                 mirándote todos mustios
                 como velas noche a noche
                 tu arco más inanimado
                 que la piedra, el agua o el aire.

                                          Carlos Germán Belli (Perú)




FÚTBOL


Entre la multitud que se agita como un bosque encantado,
libres del deber, por el gusto del pasto, en la delicia de ver rodar,
de sentir cómo nace del pie la precisión que en la vida
normal le arrebató la mano,
estamos reunidos hoy en este campo donde no crece
ni la cebada ni el trigo;
somos el coro que lamenta y que festeja,
el suspiro que acompaña al balón cuando pasa de largo
y el grito entre las redes.

Nació la pelota con una piedra o con la vejiga hinchada
de una presa abatida.

No la inventó un anciano, una mujer, ni un niño;
la inventó la tribu en la celebración, en el descanso,
en el claro del bosque.

Contra el hacer, contra la dictadura de la mano,
yo canto al pie emancipado por el balón y el césped,
al pie que se despierta de su servil letargo,
a la pierna artesana que vestida de gala va de fiesta,
al corazón del pie, a su cabeza, a su vuelo aliado
de Mercurio,
a su naturaleza liberada del tubérculo;
a cada hueso de los pies, a sus diez dedos
que atrapan habilidades hace milenios olvidadas
en las ramas de los árboles.

Yo canto a los pies que fatigados de trabajar las sierras
llegaron al llano e inventaron el fútbol.

                                        Antonio Deltoro (México)





YO VI JUGAR A JESÚS TREPIANA



Yo vi jugar a Jesús Trepiana con mis propios ojos
y eso que todo lo que ven los ojos es ilusión.

Pero yo lo vi jugar con estos ojos verdes
en el estadio Santa Laura pegadito a mi novia.

Que era un asiento vacío
el vacío es forma la forma es vacío.

Rememoro que esa tarde el Santa Laura tenía un aura
a gran coliseo deportivo,
más que el Nacional el 62,
más que el Sausalito en primavera,
más que en otoño el San Eugenio.

Repito, yo vi jugar al fabuloso Jesús Trepiana
guardavallas de Unión Española,
por desgracia eterno reserva de Francisco Nitsche
que también era extraordinario.

Insustituible en el arco una especie de senador designado
de la portería roja
qué chance le quedaba al pobre Jesús Trepiana.

Francisco Nitsche tenía una hija se llamaba
Ana María Nitsche,
de quien me enamoré a primera vista durante algunas horas.

Cuando yo jugaba en las inferiores de Ferrobádminton
ocurrió que fui a recoger una pelota a la pista de ceniza
y vi su preciosa cara tras la reja de contención

Son amores fugaces que ni la fugacidad del tiempo esfuma
pero vamos a lo nuestro que es lo más importante
yo vi jugar a Jesús Trepiana con mis propios ojos,
ustedes no.

Ustedes estaban en otra esperando algo
algo intrascendente o la llegada del mesías,
yo ya había encontrado al auténtico mesías
en la persona de Jesús Trepiana

Tengo el recuerdo fresquito era el 5 de Junio de 1967,
meses después del Mundial de Inglaterra,
lo vi jugar ataviado de blanco nieve
bajo los tres palos del arco norte
que daba a la avenida Independencia.

Soy la persona más afortunada del mundo,
ustedes no vieron jugar a Jesús Trepiana.

En qué andaban
trepando posiciones corriendo la carrera de las ratas.

Jamás me cansaré de reiterarlo,
yo vi jugar a Jesús Trepiana con estos ojos de lince.

Yo puedo morir en paz.

El resto es literatura.

                     Erick Pohlhammer (Chile)





¡OH, HUNGRÍA!


Cima del fútbol de los 50,
la del 3-6 en Wembley y el 7-1 en Budapest.

Fueron unos escasos minutos en el No-Do
y la palabra sobre papel de las reseñas periodísticas
lo que nos hizo fabular mitos
-Bocsis, Hidegkuti, Puskas, Kocsis...
en aquel majestuoso equipo.

Aprendimos de su desgracia que
nunca se debe jugar con diez y una estrella lesionada
y que a una final no se va simplemente a recoger el trofeo
-hay que bajarse del autobús para ganarla-.

Que frente hay otro equipo,
cuidadito si es alemán o uruguayo.

Luego los desperdigaron
acontecimientos extrafutbolíslicos
-una rebelión nacional-,
algunos llegaron a Madrid y Barcelona.

Y nunca más Hungría.

                             Francisco J. Uriz (España)






ESTADIO NOCTURNO


Lento surgió el fútbol desde el cielo.
Entonces pudo verse, que la tribuna estaba llena.
Solitario el poeta, se colocó en la portería,
pero el árbitro silbó: Fuera de lugar.

                            Günter Grass (Alemania)





TRISTEMENTE MAGO*


De la raíz de la noche
surgió con paso seguro,
desequilibrando al tiempo
con la finta del talento.

Fiesta que nace en los pies,
balada del único hombre que trasciende geografías
con el sol de la nostalgia.
Artista entre multitudes,
regalando hermosas tardes
junto con flores nuevas en la garganta del viento.

Van Goh de los amarillos,
entre la luz y la sombra siempre ganas el partido
en el estadio de la vida.

Regresa de los mares, singular conquistador,
con tu generosa estrella en lo alto de los sueños,
para todos los que tienen una patria de dolor.

                                     Pedro Valle (El Salvador)

* Dedicado al jugador Jorge “Mágico” González.








   Continuará…





                                                       Morada de Barranco, 29 de junio de 2014.





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