Compró para la luna 5 metros de poemas
Carlos Oquendo de Amat
Alguna vez conté que en una conversación que
tuve allá por 1993 o 1994 con Vicente Azar, el poeta de Arte de olvidar, le pregunté si había conocido a Carlos Oquendo de
Amat, me respondió que sí, que cuando lo conoció, él, José Alvarado Sánchez, el
verdadero nombre de Vicente Azar, era bastante joven, apenas un adolescente. Me
comentó que el autor de 5 metros de
poemas había vivido por breves temporadas en su casa de Barranco, que su
madre lo había atendido como si fuera un hijo más y que Carlos Oquendo, en muestra
de agradecimiento, le había obsequiado a la señora un ejemplar autografiado de
su mítico libro, pero que lamentablemente ese ejemplar se había extraviado.
Siempre lo he dicho, 5 metros de poemas es un libro que admiro y siempre releo. Cada que
puedo vuelvo a él como a una casa querida. Sin embargo, jamás he visto un
ejemplar de la primera edición de este poemario vanguardista. Omar Aramayo, el
gran poeta puneño, me comentó alguna vez que vio uno maltratado en la
Biblioteca Nacional, el mismo ejemplar al que tuvo acceso el poeta
norteamericano Allen Ginsberg cuando estuvo por el Perú en la década del 60.
Hay que recordar que Carlos Oquendo de Amat
no pudo recoger la edición completa de su libro por asuntos económicos, los
pocos que circularon son los que el poeta regaló entre sus amigos, muy pocos ejemplares en
realidad. ¿Cuál fue el destino de esos libros obsequiados a los amigos? Vaya
uno a saber. Estoy recordando que alguna vez le pregunté a José Pancorvo si
entre los libros de Manuel Beingolea, su tío, se encontraba un ejemplar del
poemario (que por cierto Oquendo le obsequió) y José me dijo que el libro no
estaba, que se había perdido. ¿Qué pasó con lo ejemplares que quedaron en la
editorial Minerva? Para mí es un misterio.
Si la primera edición es de 1927, la segunda
tuvo que esperar cuarentaidós años; es decir, hasta 1969, una edición pequeña
que no reproduce la carátula del libro, encima con gruesas erratas (la más
notoria es la alteración en el orden de los poemas). Es recién en 1980 que
salió una edición facsimilar que respeta incluso el tamaño del libro, hablo de
la edición de Copé; o sea, tuvimos que esperar cincuentaitrés años para tener
el libro tal y como Carlos Oquendo lo imaginó.
Mi admiración por la poesía de Oquendo es
grande, tanto que me ha llevado a la idea de conseguir todas las ediciones del
libro, obra que a raíz del “rescate” que realizaron allá por la década de los 60 los entonces jóvenes poetas
puneños como Omar Aramayo y Gloria Mendoza Borda (y otros intelectuales),
más el discurso de Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Rómulo Gallegos, despertaron la curiosidad por ese misterioso poeta que apenas publicó un libro iluminado, intenso, innovador antes de que la tuberculosis acabara con su corta vida. Hoy la obra de este poeta está en el sitial que se merece gracias a los empeños de los antes mencionados.
En la búsqueda de ediciones de 5 metros de poemas, conseguí hace unos
días la que publicó la Pontificia Universidad Católica del Perú el año 2002,
dentro de la colección El manantial
oculto N° 27. En la solapa del libro encontré esta información: “…
ofrecemos la reproducción del libro, en forma facsimilar, incluyendo el notable
dibujo de la portada realizado por el poeta y pintor Ricardo Peña
Barrenechea…”. Quedé sorprendido. Alguna vez había leído que quien pudo ser el
autor del dibujo de la portada habría sido el poeta superrealista César Moro, pero ¿Ricardo Peña
Barrenechea?
Hoy todos sabemos que el autor de esa
portada fue el pintor Emilio Goyburu Baca, nacido en Pacasmayo allá por 1897, discípulo de Daniel Hernández e integrante de un grupo comandado por el pintor
Ricardo Grau que se hacía llamar Los
independientes, este grupo proponía dirigir la pintura por otros cauces que llevaran a la pintura hecha en el
Perú hacia una modernización y una democratización que les permitiera expresarse en las diversas tendencias y no solo en el indigenismo como con vigor había impuesto José Sabogal. Entre los integrantes de este grupo innovador
estaban Juan Barreto, Juan Manuel Ugarte Eléspuru, Sabino Springett, Sérvulo
Gutiérrez, Federico Reynoso, Macedonio de la Torre, Carlos Quízpez Asín. Hay que recordar que Emilio Goyburu fue profesor
de dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú y de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. El pintor falleció en 1962.
José Luis Ayala dice en su biografía Carlos Oquendo de Amat / Cien metros de biografía, crítica y poesía
de un poeta vanguardista itinerante. De la subversión semántica a la utopía
social (Editorial Horizonte, Lima, 1998) sobre la portada: “Emilio Goyburu
diseñó e hizo el grabado de la carátula en linóleo y con sus propios buriles.
Oquendo naturalmente quedó satisfecho del proyecto e imagen final de la
carátula de su libro que como apreciará el lector, se trata de una visión
cinética donde se aprecian cuatro rostros de teatro o máscaras que aparecen
delante de un telón…” (página 155).
Rodolfo Milla escribe en su biografía
titulada Oquendo (Hipocampo Editores,
Lima, 2006) con respecto a la portada: “Es una xerigrafía en madera que al
parecer fue realizada a prisa porque al fondo de la zona clara donde se destaca
el número 5, no está totalmente limpio de impurezas, y donde además no figuran
las iniciales ‘E G’ que Emilio Goyburu acostumbraba a estampar en sus grabados”
(…) “¿La carátula de 5 metros… es la
interpretación que hace Goyburu del ‘Cuarto de los espejos’? Recordemos que
este poema es toda una declaración de principios de Oquendo. Fue muy comentado
por sus amigos del grupo de Jesús Burga de los Ríos. Lo comparan con ‘El palco
estrecho’, poema de Los Heraldos Negros
de César Vallejo, tan hermético y sugerente a su vez como el poema de Oquendo” (páginas 596 y 597).
Entonces fue Emilio Goyburu Baca, pintor
peruano y amigo en su juventud de Carlos Oquendo de Amat, quien hizo la portada de 5
metros de poemas, él y no César Moro ni Ricardo Peña Barrenechea, como aparece en la edición de 2002 por error. Dejo aquí, ya para terminar, una pequeña muestra de la pintura de Emilio Goyburu, un pintor apenas recordado por estos días, pero cuyos cuadros son una muestra de su talento y de su lucha por instaurar los nuevos aires de la modernidad (la pintura abstracta y la pintura geométrica) en la plástica peruana de esos cada vez más lejanos años de vanguardia y renovación.
Continuará…
Morada de Barranco de
2016.
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