Y en el barro
la lluvia ha hecho
dos caminos claros
Como dos bracitos ingenuos
que pidieran
ALGO
Carlos Oquendo de Amat
La semana pasada colgué una entrada cuyo
tema fue la ausencia de lluvias en Lima. La palabrita “lluvia” no me ha
abandonado desde entonces. Pienso en ella y algunas canciones, inevitablemente,
vienen a mi memoria. Canciones que, en algún momento de mi vida, me acompañaron,
me dieron aliento y hasta quizás me llenaron de nostalgia, lo que hoy muchos
llaman (aunque no me guste la frasecita
pues ya se volvió cliché) “el soundtrack de tu vida”.
Entre
esas canciones voy a mencionar a cuatro (aunque hay más): Rain de The Beatles,
composición de John Lennon de 1966, canción que ya deja escuchar los
experimentos con los sonidos (voces al revés, por ejemplo), característica de
su etapa psicodélica que alcanzará la cima con su disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, del año 1967. Cada que escucho Rain, una pregunta siempre me invade:
¿Por qué no formó parte de Revolver en
lugar de esa canción antipática de Yellow
submarine? Bueno, las cosas no son como uno quiere.
La siguiente canción es de un grupo
uruguayo, muy famoso en mi infancia y que hasta hoy conserva su prestigio entre
los jóvenes (mi hija y mi hermano Arturo disfrutan mucho con sus temas), me refiero a Los iracundos, ellos tuvieron dos
canciones a la lluvia, pero la que más me gusta es la titulada Es la lluvia que cae: “El mundo está
cambiando / y cambiará más / el cielo se está nublando / hasta ponerse a llorar
/ y la lluvia caerá / luego vendrá el sereno…”. Gran canción.
Una de las bandas pioneras de rock de la
Argentina es Los gatos, ellos tienen
un tema que cada que lo escucho me lleno de nostalgia y recuerdo esos años en
que, muy niño aún, me iba al colegio y en el camino tarareaba algunas
canciones, entre ellas un tema de Los
gatos: Viento, dile a la lluvia:
“Viento, dile a la lluvia / que quiero volar y volar / hace más de una semana /
que estoy en mi nido / sin poder volar // viento, dile a la lluvia / que al
final mi nido destruirá / yo estoy con mi compañera / hace una semana sin poder
volar…”.
La cuarta canción es del argentino Leonardo
Favio (que también fue un gran director de cine), un tema cuyo título no
menciona la palabra “lluvia”, pero está presente en toda la canción, me refiero
a O quizás simplemente le regale una rosa,
tema de su primer álbum Fuiste mía un
verano, del año 1968. La voz gruesa de Leonardo Favio canta en tanto un
coro femenino complementa la letra: “Hoy corté una flor (y llovia y llovía) / esperando a mi amor (y
llovía y llovía) / presurosa la gente pasaba, corría / y desierta quedó la
ciudad pues llovía / …”.
Como decía, hay más canciones con el tema de
la lluvia, pienso en Esta tarde vi llover,
de Armando Manzanero; Llueve sobre mojado,
de Fito Paez y Joaquín Sabina; No rain,
del grupo Blind Melon; Have you ever see the rain, de Creedence Clearwater Revival; Purple rain, de Prince; Crying in the rain, de The Everly Brothers. Incluso hay
canciones como November rain del
grupo Guns N’ Roses, que no me gusta
nadita (ni la canción ni el grupo).
Pero no solo viene a la memoria canciones,
también llegan al recuerdo algunas escenas de películas. Cuando uno habla de
cine, de escenas cumbres del séptimo arte, se viene a la memoria imágenes como
el ojo cortado de Un perro andaluz, o
Harold Lloyd colgado de la aguja de un reloj en Safety last, o Charlot y el niño con el policía detrás en The kid, o la sombra de Nosferatu en la
película del mismo nombre, o Marilyn Monroe con el vestido levantado en The Seven
Year Itch, o Janet Leigh gritando en la ducha en Psycho,
o la pandilla comandada por William Holden dirigiéndose a su muerte segura en The Wild Bunch o a Gene Kelly que con
paraguas canta y baila bajo la lluvia.
¿Películas con escenas de lluvia? Muchas, pero
ahora que trato de recordar, acuden a la memoria, por ejemplo, y en completo
desorden, la mencionada Singin’ in the rain (“Cantando bajo la
lluvia”), película de Stanley Donen del año 1952.
The
African Queen (“La reina africana”), película dirigida por John Huston en
1951, con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn como protagonistas.
Louis Malle dirigió a Jeanne Moreau en Ascenseur pour l’échafaud (“Ascensor
para el cadalso”), en el año 1957, bella y terrible película sobre un amor fou.
Clint Eastwood dirigió y protagonizó, junto
a Meryl Streep, la conmovedora The
bridges of Madison county (“Los puentes de Madison”), del año 1995.
Breakfast
at Tiffany’s (“Desayuno con diamantes”) es un filme dirigido
en 1961 por Blake Edwards y que protagonizan Audrey Hepburn y George Peppard.
El director Wong Kar-wai filmó el año 2000
la película Fa yeung nin wa (conocida
por estos lares como “Deseando amar”) que
contó como protagonistas a Tony Leung Chiu Wai y Maggie Cheung.
Por partida doble menciono al genial Akira
Kurosawa quien filmó Ikiru (“Vivir”)
en 1952 y dos años después Shichinin no samurái
(“Los siete samuráis”).
John Ford dirigió en 1952 la que
probablemente es su mejor película, me refiero a la inolvidable The quiet man (“El hombre quieto”) que contó con las actuaciones de
John Wayne y Maureen O’Hara.
Ladre
di biciclette (“Ladrón de bicicletas”) es un filme neorrealista de 1948 y
fue dirigido por Vittorio de Sica en medio de una Italia de la posguerra.
Ukiguza
(“La hierba errante”), de Yazujiro Ozu del año 1959, es una película cuyos
colores y planos estáticos nunca se olvidan.
Woody Allen por partida doble en películas
como Match Point (que circuló por
otros países como “La provocación”) del año 2005 y Midnight in Paris (“Medianoche en París”) del año 2011.
En 1948, David Lean filmó Oliver Twist, película basada en la
novela del mismo nombre de Charles Dickens.
Y para terminar esta breve lista, una
película de Jean-Luc Godard de 1966, me refiero a Masculin, féminin (“Masculino, femenino”), protagonizada por ese
ícono de la nouvelle vague como es
Jean-Pierre Léaud y por Chantal Goya.
Escenas con lluvia, imágenes que no se
borran y que prestas acuden al recuerdo. Como dije de las canciones, "hay más", son las que recuerdo, huellas gratas de esos espacios de tiempo que nunca se podrán olvidar, algunas ya
lejanas, en que uno se abandonaba (como hasta ahora viene sucediendo) a las imágenes proyectadas en el ecran (o en su
defecto, en la pantalla de un televisor) para iniciar esa gran aventura de
vivir vidas paralelas y alimentar las múltiples máscaras que nos habitan.
Lluvia temprana:
un camino hacia el mar
entre los árboles.
Ôsuga Otsuji
Continuará…
Morada de
Barranco, 1 de febrero de 2016.
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