miércoles, 19 de diciembre de 2012

BREVEDADES





                            Con frecuencia escucho elogiar la brevedad…
                                       Augusto Monterroso



   Decía Baltasar Gracián, ese consumado pesimista en su ya famosa máxima: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. La brevedad. Cuando se habla de ella viene a mi mente, entre otras cosas, el haiku, diminuto poema de origen japonés, extremadamente sutil que más que decir sugiere (en realidad calla). Llama la atención cómo en apenas tres versos que suman diecisiete sílabas, un haijin (poeta de haikus) puede sumergirse en insondables profundidades y silencios y capturar la eternidad de los instantes. Sino leamos algunos de ellos:

Viejo y enfermo
mis sueños caminan
en campos muertos



En la campana del templo
descansa dormida
una mariposa.



Lluvia de mayo:
es hoja de papel
el mundo entero.



El ciruelo florece
y canta el ruiseñor,
pero estoy solo.



La diminuta
yerba también se seca
entre las piedras.



¡Qué pronto prende
y qué pronto se apaga
una luciérnaga!



Aroma de ciruelo,
y de pronto el sol sale:
senda del monte.



¿Es que a la rama
vuelve la flor caída?
¡Si es mariposa!



Vieja es la mariposa,
mas sobre los crisantemos
su alma juguetea.



Lluvia de verano:
miles de palabras
sin sacar mi pluma.






   Si hablamos de brevedad, es ineludible mencionar algunos textos de Augusto Monterroso (conocido por su “tendencia al laconismo”), por ejemplo, su archiconocido cuento de una línea (algunos le llaman el cuento más corto del mundo):


EL DINOSAURIO

Cuando despertó, el dinosaurio estaba allí.


   O este otro texto del mismo Monterroso de apenas dos líneas:


TE CONOZCO, MASCARITA

   El humor y la timidez generalmente se dan juntos. Tú no eres la excepción. El humor es una máscara y la timidez otra. No dejes que te quiten las dos al mismo tiempo.


   Uno que releo y en el que me abandono a su ironía presente incluso en el título:


EL MUNDO

   Dios todavía no ha creado el mundo; solo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.


   Pero quizá el texto que más le celebro es uno de antología, ironía pura:


FECUNDIDAD

Hoy me siento un Balzac; estoy terminando esta línea.





   En esa línea de la brevedad viene a mi recuerdo un fecundo escritor español a quien yo admiro y leo cada que puedo (que es casi siempre). Me refiero a Ramón (¿es que hay otro Ramón?) Gómez de la Serna, aventurero de la imaginación y del humor, creador de la greguería a quien el mismo definió brevemente como: “Humorismo más metáfora, igual a greguería”. He aquí una pequeña muestra de su ingenio:


El teléfono es el despertador de los despiertos.


La palmera ancla la tierra al cielo.


¿Hay peces en el sol? Sí, pero fritos.


Como daba besos lentos duraban más sus amores.


El jabón es el pez más difícil de pescar dentro del agua.


El libro es un pájaro con más de cien alas para volar.


Los ríos no saben su nombre.


Después del eclipse, la luna se lava la cara para quitarse el tizne.


El manco de los dos brazos se quedó en chaleco para toda la vida.


Muchas algas en la playa: el mar se está quedando calvo.





   He citado algunos textos cuyo elemento común es la brevedad: poemas, cuentos, greguerías… Ahora quiero citar a otra manifestación de la brevedad, me refiero a los resúmenes. En este caso voy a transcribir un par de ejemplos de cómo brevemente se hace resumen de una obra monumental como El Ulises de James Joyce (acude al recuerdo los dos tomos que poseo de esta novela). He aquí el texto:


ULISES

   Stephen, intelectual, símbolo del éxito intelectual, ironiza sobre la liturgia, conversa con un filisteo. Contempla filosóficamente el mar. Leopold, judío pequeño-burgués, símbolo del exilio carnal, marido traicionado y domado de Molly, va en la búsqueda inmeditada de una paternidad insatisfecha. Come riñones, va al baño turco, asiste a un funeral, visita un periódico, desayuna, entra en la biblioteca donde entrevé a Stephen hablando de Shakespeare, vaga por la calle, bebe en un bar, pelea en la taberna, se masturba en la playa, visita a una parturienta, y finalmente encuentra en el burdel a Stephen y se lo lleva a su casa donde descubre que sus cajones están poblados como el mundo, del cual, en el fondo, todo el libro reproduce la estructura, representado poco a poco por medio del lenguaje, verdadero protagonista de la historia: las partes del cuerpo, los capítulos de La Odisea, las técnicas literarias, las ciencias, las artes, los símbolos arquetípicos.
   Mientras tanto Molly, semidormida, fantasea con amores pasados y tal vez con un futuro con Stephan, de modo que se pueda completar una oscura y blasfema relación trinitaria. Los hechos de la novela no cuentan tanto por lo que son, sino en cuanto aparecen y se concatenan en el monólogo mental de los protagonistas.

                                                           Umberto Eco




   Mucho más breve aún es este resumen de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust (novela editada en siete tomos como lo es en la ya clásica versión de Alianza Editorial):


EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO

   Swann, rico amante del arte que frecuenta a los aristócratas, entre ellos a los Guermantes, se enamora de una cocotte, Odette de Crècy, y se casa con ella. Marcel, joven achacoso y sensible, se enamora de Gilberte –hija de aquellos- y después de Albertine, en la cual sospecha tendencias sáficas. Uno de los Guermantes, el barón de Charlus, se enamora del músico Morel. Atormentadas pasiones, marcadas por los celos y por la imposibilidad de conocer a quien se ama. También gustos, reputaciones y ambientes son mutables, inasibles. Biche se transforma en el gran Elsir, Cottard en un médico famoso, el ídolo de las mujeres. Saint-Loup, es homosexual: Odette y la ridícula Madame Verdurin llegan a emparentarse con los Guermantes.
   Solo en el tiempo y en la memoria que reajusta su fluir, lo que está perdido en el presente adquiera realidad y sentido: a tal reencuentro Marcel, convertido en escritor, dedicará la vida.
                                                                                                   Giovanni Raboni





   No quisiera extenderme más para no traicionar el espíritu de la brevedad. Esta entrada no es, obviamente, un tratado sobre ella, es apenas una pequeña selección de la brevedad en algunos textos (básicamente literarios). Quiero para terminar citar este texto de Augusto Monterroso, justamente sobre este asunto que hoy me cupo tratar:


LA BREVEDAD

   Con frecuencia escucho elogiar la brevedad y, provisionalmente, yo mismo me siento feliz cuando oigo repetir que lo bueno, si breve dos veces bueno.

   Sin embargo, en la sátira 1, I, Horacio se pregunta, o hace como que le pregunta a Mecenas, por qué nadie está contento con su condición, y el mercader envidia al soldado y el soldado al mercader. Recuerdan, ¿verdad?

   Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto.

   A ese punto que en este instante me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo, que respeto y que odio.





   Continuará…



                                                   Morada de Barranco, 19 de diciembre de 2012.


No hay comentarios:

Publicar un comentario