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me sumerjo en el sueño…
Arturo Corcuera
Conocí a Arturo Corcuera el año 1991, pero
sabía de él desde mucho antes. Sabía que era un poeta de la llamada Generación
del 60; que fue muy amigo del siempre joven Javier Heraud; que alquiló una casa
en la Bajada de los Baños de Barranco, a inicios de los 60, y que esta casa fue
bautizada con el grandilocuente nombre de La Casa de la Poesía; que en La Casa
de la Poesía se reunían los jóvenes aedas peruanos atiborrados de sueños y
poemas; que a esa casa que todavía existe invitaban a grandes poetas como Pablo
Neruda y Nicolás Guillén...
Cuando me presentaron a Arturo Corcuera,
estaba él sentado sumido en un silencio que llamaba mi atención, que llama hasta
ahora mi atención. Sus ojos eran sí más expresivos, escrutadores y su
característica melena gris que me hacía recordar al gran Alberti. Ahí fue que
vi por primera vez una típica pose en él: el dedo índice estirado sobre su
mejilla, el pulgar debajo de la mandíbula y los otros tres dedos agazapados
sobre sus delgados labios. La imagen perfecta de la serenidad.
Entonces trabajaba el poeta en la
desaparecida Asociación
Cultural Peruano-Soviética cuyo local se ubicaba en una esquina de la
avenida Salaverry. ¿Por qué es que llegué allí? Pues me habían programado para
un recital de poesía, de la joven poesía peruana que entonces dio en llamarse
Generación del 90. Era ya noche, lo recuerdo, la gente entraba y salía del
local y eso acentuaba mi nerviosismo. Solo atiné a estrecharle la mano y no
recuerdo si dije algo, lo más probable es que me quedara callado. Unos días
después, junto a unos amigos, lo visité en el mismo local y, en su oficina, por
fin pude hablar algo y sobre todo escucharlo, porque Arturo Corcuera puede
parecer un hombre callado y sumido en sus pensamientos, pero tenía mucho que
contar. Esa tarde salí contento luego de la charla porque había logrado que el poeta Corcuera se
comprometiera a entregarme, en una visita próxima, un poema suyo, cuya temática
era motivo de arduas pesquisas.
La siguiente visita, varios meses después, fue
a su casa de Santa Inés, en Chaclacayo. Junto con dos amigos llegué por la
mañana a la casa del poeta. Quedé sorprendido por el interior de ella, pensé inmediatamente
en un museo por la cantidad de objetos artísticos, muchos de ellos relacionados con los personajes de su libro Noé delirante. Fuimos conducidos amablemente
por la esposa del poeta al jardín interior, simplemente una maravilla, un edén.
Bajo una pérgola, donde se encontraban suspendidos racimos de uvas, nos
sentamos alrededor de una mesa hasta que el poeta apareció.
Fueron horas de amena conversación. Arturo
desmadejó su memoria y nos ofreció muchos de sus recuerdos a manera de
anécdotas, desfilaron ante nosotros en la voz pausada del poeta Corcuera
personajes como Javier Heraud, Alberto Hidalgo, Xavier Abril, César Calvo, Vicente
Aleixandre, Pablo Neruda, Tilsa Tsuchiya, José Santos Chocano, Juan Ramón
Jiménez, incluso contó algunas historias vividas con un auto que cuando joven compró y lo bautizó con el nombre de Platero… Aún recuerdo que ante una pregunta mía, me respondió con
seguridad que Juan Ramón Jiménez era su poeta predilecto.
Si algo me emocionó de esa visita es que en
medio de ese jardín maravilloso rodeado de cerros le mostré algunos de mis
poemas, él tuvo la paciencia de leerlos con detenimiento, de darme su opinión y
de sugerirme algunas cosas. Seleccionó de todos ellos dos poemas míos que tuvo
la generosidad de publicar en su revista Transparencia
(N° 7). Era la primera vez que me publicaban y esa emoción, esa extraña
sensación de ver algo tuyo impreso es algo que no he olvidado (¿cómo podría
hacerlo?) y que siempre agradeceré al poeta Arturo Corcuera.
Ese mismo día, le pedí que me autografiara
su libro emblemático, aquel libro que cual arca lleva en su vientre una fauna
particular y maravillosa, me refiero a su Noé delirante, ese libro mágico que contiene bellos poemas breves, chispas
verbales cargadas de ingenio y lirismo puro y algunos hasta de política. Con su
pluma (no de ganso porque no la alcanzó a usar, parafraseo un verso suyo)
escribió estas bellas palabras en mi libro que en realidad es suyo: “A Orlando
Granda, platicando bajo la parra que, además de uvas da también amigos y
poemas. Domingo de enero por la tarde en el año del controvertido 1992.
Fraternalmente, Arturo Corcuera.”
Las visitas continuaron, algunas veces incluso
fui solo (yo que no soy de visitas) y en una de esas oportunidades le pregunté sobre
un poema suyo dedicado a ese personaje cinematográfico llamado Tarzán (“es mi
mejor poema”, me dijo muy seguro, “pero a quien admiraba no era a
Johnny Weissmüller sino a un actor anterior a él”, complementó), recuerdo que
llegamos hasta a hablar de fútbol y de su amor por Alianza Lima y en cuyo
homenaje había publicado un libro de poemas de título bastante largo: La gran jugada / crónica deportiva que trata
de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima, libro que por entonces intentó
reeditar, pero que lamentablemente no salió y me obsequió un ejemplar fallido
del libro, ejemplar que yo conservo con correcciones de su puño.
Así fue pasando el tiempo, las visitas se
fueron espaciando, algunos encuentros casuales en recitales o presentaciones de
libros, muy poco en realidad, poquísimo en estos últimos quince años. Hoy
Arturo tiene setentaiocho años. Hace poco vi una entrevista que le hicieron
para la televisión. Arturo Corcuera, ya casi al finalizar la entrevista, dice: “Yo,
por ejemplo, me contentaría vivir dos años más, ochenta años. Ya después de
ochenta años me parece hasta de mal gusto vivir. Ochenta, ochentaicuatro,
deteriorándose…”. Me conmovió. Estas líneas en su homenaje, al poeta, al ser
humano, al hombre siempre generoso.
Continuará…
Morada
de Barranco, 27 de enero de 2014.
Es un gran poeta justamente por que es una gran persona. Hermosas vivencias, las fotos prueban la existencia del recuerdo.
ResponderEliminarHermosas palabras para recordar a un amigo...
ResponderEliminarUn abrazo
De acuerdo, Leo. Gracias por leer esta entrada y por comentar. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, María, por tu visita y por tus palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarProfe me gusto este Poeta , investigaré sobre él !!
ResponderEliminarQuerida Naomi, gracias por tu comentario. Hazlo, Arturo Corcuera tiene una poesía encantadora, no te va a defraudar.
ResponderEliminarDistinguido amigo, en breve voy a tener la oportunidad de conocer a Arturo Corcuera. Le comentaré que he leído su artículo sobre él. Le diré que el artículo, conmovedor y hermoso, lo firma Orlando Granda.
ResponderEliminarSaludos,
Cecilio
Muchas gracias por sus palabras. Le comento que el año pasado volví a la bella casa de Chaclacayo, hablé unos minutos con el poeta, le obsequié mi libro reciente y a raíz de esa visita escribí otra entrada. http://elbbdordelanoche.blogspot.pe/2015/09/que-van-dar-al-mar-o-al-amar-corcuera.html Gracias por su visita y su comentario.
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