domingo, 30 de agosto de 2015

UN LIBRO Y UN DISCO: LAS CONSTELACIONES Y RUBBER SOUL






             Alguna vez existió un hombre marcado por el estigma crudelísimo de la música.
                                                                                                              Luis Hernández






   Cinco de la mañana. Hay tranquilidad y silencio en casa, también en la calle. Duermen Rita y Kathia, desde donde estoy “cuido” su sueño. Sentado en el sofá, oigo  ese disco (álbum, le llaman ahora) del cada vez más lejano año 1965, me refiero al Rubber Soul, de The Beatles, ese impecable y sólido disco que diera origen a algunas reacciones (perdonen si parece que escribiera en clave) que cambiarían el mundo musical (y cultural), más de lo que ya había cambiado cuando aparecieron como una tromba tres años antes, en definitiva ese disco es un must have, más que recomendable para todo aquel que quiere pasar algunos minutos (casi treintaiséis) acompañado de buena música: Drive My Car, Norwegian Wood, Nowhere Man, You Won't See Me, Michelle, Girl, I'm Looking Though You, In My Life, If I Needed Someone, son algunos de los temas.









   Una hora después, con el silencio cómplice de estas horas (y más si es domingo), voy hacia la mesa con varios libros elegidos para la ocasión, tras de mí se ubica mi biblioteca (que pareciera protegerme) y sus casi infinitos libros, ese laberinto de labios que asoma y que con unos simples movimientos de mis manos y ojos están a mi disposición. De esos libros que llevo entre las manos, ya sentado, elijo uno: Las islas aladas (edición del sello Pesopluma, Lima, 2015), una publicación que recoge los tres únicos poemarios publicados por el legendario Luis Hernández, poeta peruano perteneciente a la llamada Generación del 60 (entre cuyos integrantes se encuentran Javier Heraud, Rodolfo Hinostroza, Juan Ojeda, Arturo Corcuera, Marco Martos, Antonio Cisneros, César Calvo, Guillermo Chirinos Cúneo, Mirko Lauer).










   De los tres poemarios que integran Las islas aladas, el que me interesa releer en esta mañana fría y silenciosa es el titulado Las Constelaciones, curiosamente publicado el año 1965. Un libro incomprendido en esos años, criticado por lo que entonces parecía de mal gusto y que con el paso de los años quedaría como una de sus virtudes: el uso de palabras procaces (lisuras las llamamos aquí por estas tierras antiguas) o provenientes de la jerga, inusual en la poesía peruana. La miopía crítica de entonces casi aplastó al libro y al mismo poeta quien no volvió a publicar libro alguno. Pero Hernández no abandonó la escritura, como bien sabemos, abandonó el mundo editorial y pergeñó “con su bella letra”,  en cuadernos escolares y con plumones, los ¿libros? que conformarían su posterior obra reunida bajo el título de Vox Horrísona. Pero eso es ya harina de otro costal.










   Las Constelaciones obtuvo el año 1965 el segundo premio de un concurso poético prestigioso que se realizaba cada cinco años en la ciudad de Trujillo: “Premio el Poeta Joven del Perú”, concurso hoy desaparecido (hay que recordar que en la primera versión del año 1960 compartieron el primer lugar Javier Heraud y César Calvo, ambos amigos de Hernández). La decisión del jurado causó sorpresa entonces y hasta el día de hoy uno se sigue preguntando cómo es que pudo suceder, pues el libro de Hernández era, junto con el libro de Juan Ojeda (Elogio de los navegantes) que también participó del concurso, de lejos el mejor libro. Cosas raras de estos certámenes, nada nuevo en realidad.









   Este libro del año 1965 (publicado bajo el sello Cuadernos Trimestrales de Poesía) fue punto crucial para el desarrollo de nuevos discursos (poesía coloquial, conversacional, lúdica, desfachatada) en la poesía del Perú que todavía arrastraba influencias superrealistas, francesas. Con Las Constelaciones se abren las puertas y se ponen de manifiesto la influencia (que no copia) de la poesía de habla inglesa (Thomas Stearns Eliot, Ezra Pound, Dylan Thomas, por ejemplo), ese libro y su ya legendario “che’ su madre” fue el pie de inicio, el arranque de lo que desarrollarían poetas posteriores como los de la Generación del 70 (Juan Ramírez Ruiz, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, por mencionar a algunos). Pero también fue el inicio de su marginalidad, de la confección de sus coloridos cuadernos que iría obsequiando a los amigos (y también a los desconocidos) como una manera especial y extraña de transmitir "el halago de la poesía". 













   Una muestra de esa poesía adelantada y renovadora del lenguaje, que a pesar del tiempo transcurrido, no ha perdido sorpresa y frescura, consigno a continuación.



GÉMINIS



Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.
Hemos llamado en nuestra ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda —quizás sea que volvamos— el gastado cuaderno de sus labios.
Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos aguarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.
Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.




EL BOSQUE DE LOS HUESOS



Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.

Quizá sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.

Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón de Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.





EZRA POUND: CENIZAS Y CILICIO



1

Tower of Pisa
Alabaster and not ivory. Y eterno,
Para ferias de fascistas
Quien la canta.

Y ebrio ya de belleza y en demencia
(Puede ser que sus ojos sean nuestros)
Rojo mar y el adriático crepúsculo
Y dos guerras herrumbradas en su frente:

Frente a la lívida amenaza de la historia:
Ezra Pound,
Ezra
Y su ejército perenne en pie
De muerte.
Torre de Pisa
Et cinis et cilicium.


2

Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che' su madre,
Y yo habría de volver a ser el muerto
Que a tu sombra escribiera salmodiando
Unas frases ideales a mi oboe.
El milagro se oculta entre lo oscuro
Donde olvido y memoria son tan sólo
Los reflejos de lo áspero y amado,
La ilusión que ha surgido del enebro

Duramente recuerdo tus poemas,
Viejo fioca,
Mi amigo inconfesable.






DIFÍCIL BAJO LA NOCHE



1

Alguna vez existió un hombre marcado por el estigma crudelísimo de la música. Durante sus primeros años vivió solitario en su espíritu, demasiado difícil bajo la noche.
Una tarde, sin embargo, escuchó que sus manos jamás se habían posado sobre algún mortal. Abandonó entonces su habitación y su flauta, y dijo: Noche ondulante, húmedo viajero. Hace ya tiempo que desde el silencio de mi corazón te acechaba. Sin deseo he vagado de ventana en ventana. Debo ahora ascender en tus brazos incontables, noche gemela de las muchas noches.


2

Una melodía inimitable lo colmó, y no fue más la luna presagio de desdichas. Los altos muros de granados, los densos muros lo acogieron en sus sombras. Dijo su alma a los astros, los jamás solitarios e infinitos: muchas veces soñé con la marea, con el lento reflujo de las rosas en el dulce planeta inconcebible. Sé que de mi corazón y su luz brotarán los días nuevos, sé que la lluvia habrá de negarme para siempre el infortunio. 





FEDERICO CHOPIN



Que has muerto es verdad, así como es posible
Que nazca quien con encanto
Pueda oírte trinar:
Sea quizá que al morir no recordaras
Que tu blanca y abatida,
Tu Polonia,
Harta estaba del pincel
Del romántico y las ninfas
Sabiamente aferradas a esta tierra.

Hoy el lento esparcimiento del estuco te recuerda.
Las personas que un Sábado prefieren
La tristeza que juzgan elevada
Te retratan y admiran tus cabellos,
Sobre el piano los yesos de la fama,
Mascarillas de muerte, tu suspiro
Ultimo, y tu mano cercenada
Por el tajo fugaz del contrapunto.






CANTO PRIMERO



Digamos que eres un muchacho,
Acaso el que tallara
La sortija del durazno,
Pensemos que ella fue creciendo en tu dedo
Hasta hacerse lejana como un astro.

Digamos que eres un muchacho
Que juega en una nave de piedra
Al abordaje.
Pensemos que atrapaste tu vejez
Con unos garfios,
Inútilmente.

Inútilmente dibujaste sobre tu cuerpo
Al vagabundo cruel
De las islas aladas:
Sin deseo, sin prisa, sin belleza,
Eres solo en la noche del espacio.









   Gran año ese 1965, año del Rubber Soul y de Las Constelaciones, año maravilloso de esa década fascinante donde a cada paso uno se topaba con expresiones mayores del espíritu, sea en música popular o en la poesía (y por qué no en el cine), por mencionar solo algunos aspectos. Jamás olvidaré la anécdota aquella que se cuenta a raíz de la salida de este disco de The Beatles. Cuando el líder de The Beach Boys, Brian Wilson, oyó el disco, reconoció que era el disco más maduro de los cuatro de Liverpool, un disco donde cada canción aportaba con su fuego creativo a hacer aparecer al Rubber Soul no como un disco que solo “recogía” canciones dispersas sino un puñado de canciones maduras y misteriosas que formaban “un conjunto sólido”, preámbulo de lo que serían esos llamados discos conceptuales.








   Luego de oír Rubber Soul, Wilson asumió el reto de crear algo mejor: "Realmente no estaba preparado para algo así. Parecía como si todo el contenido del álbum formara un conjunto. Rubber Soul era una colección de canciones [...] que de alguna manera se fueron conjuntando como en ningún álbum antes hecho, y quedé muy impresionado. Le dije a la banda: Eso es todo, realmente me siento desafiado a hacer un álbum mejor." Y lo intentó, mejor dicho, contra viento y marea (pues ni sus propios compañeros de banda entendían el disco y ni lo querían grabar) compuso y dirigió la grabación de ese fabuloso disco llamado Pet Sounds (para algunos el mejor disco de pop de todos los tiempos), que salió cinco meses después del disco de The Beatles (ya en el año 1966).









   La cosa no acabó ahí, luego The Beatles sacó al aire otro discazo: Revolver, ese mismo año de 1966. Wilson para entonces preparaba otro álbum que tendría que ser mejor que Pet Sounds, se llamaría Smile (una de las canciones sería ese fabuloso e inolvidable tema Good Vibrations), pero The Beatles estaba en su mejor época y lo que vino después haría colapsar a Brian Wilson, me refiero que la salida del disco (45 rpm) Strawberry Fields Forever, adelanto del mítico álbum Sgt, Pepper’s Lonely Hearts Club Band, del año 1967, lo afectó de tal manera que abandonó el proyecto de Smile que recién saldría en 2011 (como The Smile Sessions). ¿El origen de todo este periplo musical?: Rubber Soul, gran disco, enorme deuda contigo mismo si no la has oído todavía.









   No me había percatado, pero ahora que escribo sobre este álbum y este libro, caigo en la cuenta de dos cosas: que en este 2015 se conmemora los cincuenta años de ambos. Buen motivo para celebrar a lo grande los dos acontecimientos. Curioso. Pero más curioso todavía fue confirmar que el disco de The Beatles salió al aire el tres de diciembre y que en ese mismo mes salió publicado el libro de Luis Hernández. Ambos partieron el mismo mes para seguir sus distintos derroteros. Curiosa la coincidencia. Curioso que eligiera en este domingo leer, oír y escribir sobre ambos. Hasta la próxima.











   Continuará…







                                     Morada de Barranco, 30 de agosto de 2015.





sábado, 22 de agosto de 2015

DOS PELÍCULAS, UN LIBRO Y UNA LEYENDA





                                                                             No puedo ni quiero olvidar tales días.
                                                                                                                  Stefan Zweig





   Entre las muchas responsabilidades que implican mi labor como profesor, siempre me doy un tiempo para visionar algunas películas, por lo general siempre con Rita. Entre las que he podido ver por estos días y que me han gustado mucho puedo mencionar a Vivir es fácil con los ojos cerrados, film español dirigido por David Trueba y que cuenta la historia de un profesor de inglés que hace un viaje a Almería para conversar con John Lennon, líder de The Beatles, que allá por 1966 estuvo por España para filmar la película Cómo gané la guerra.








   Si bien la película se toma algunas libertades, la historia nos sorprende y conmueve por esa persistencia del humilde profesor por entrevistarse con el compositor de Help! ¿La razón? Completar las letras de las canciones de The Beatles que les servían para sus clases de inglés. Gran actuación, por cierto, de alguien a quien admiro mucho: Javier Cámara, a quien recuerdo por su papel del enfermero Benigno Martín en la película Hable con ella de Pedro Almodóvar.








   La otra película que me gustó (en realidad nos gustó) fue La dama de oro, del director Simon Curtis, que cuenta con la participación de la británica Helen Mirren en el papel de una austriaca de raíces judías llamada María Altmann, quien intenta recuperar un cuadro que perteneció a su familia y que les fue robado por los nazis, el cuadro (que luego de la guerra pasó a manos del estado austriaco) es una obra del genial Gustav Klimt y retrata a una tía de María, me refiero a la famosa pintura titulada Retrato de Adele Bloch-Bauer I, a la que los nazis llamaron estúpidamente La dama de oro, para esconder el origen judío de Adele.









   Por coincidencia, por estos días acabo de terminar de leer ese magnífico libro que es El mundo de ayer, las memorias de Stefan Zweig. Entre María Altmann y Zweig hubo mucho en común: ambos fueron austriacos, ambos eran de raíces judías y pertenecieron a la alta y cultivada burguesía vienesa, ambos fueron testigos de la caída de su mundo idílico y parcial de una Europa que vivió una aparente “edad dorada” y que les brindó, como decía Zweig, “la seguridad”. Ambos, en fin,  vivieron arrastrando un inmenso dolor por haberlo perdido todo debido a la guerra: su familia, sus amigos, sus propiedades, su añorada (por lo menos para el escritor, no tanto para María)  patria a manos de gente ruin como fueron los despreciables nazis. Una invitación, entonces, para ver ambas películas y, por qué no, para leer el libro de Stefan Zweig.










   Hablo  de coincidencias. Una más. Aunque el  tema ya es  otro. Hace  unos días  les conté  a   mis alumnos un antiguo relato oral sobre dos antiguos dioses del Perú prehispánico, hablo de la historia de Apu Huillallo Carhuincho y del Apu Pariaqaqa, la versión que manejé fue esta:



Nevado Huaytapallana



Nevado Pariaqaqa



LEYENDA DE HUALLALLU CARHUINCHO Y PARIAQAQA




   Dentro del contexto andino se considera al dios Huiracocha o "El gran señor Sol" como el creador del mundo, quien pobló a la tierra quechua de haris (hombres) y huanblas (mujeres) y distribuyó a los dioses menores por toda su extensión. Estos dioses tutelares fueron llamados “apus”.
   En la tierra de los Huancas, el gran Huiracocha envío a dos dioses, cada uno con características y rasgos diferentes. Estos dioses fueron el Apu Huallallo Carhuincho o Huallullo Carhuancho y el Apu Pariacaca o Pariaqaqa. Ambos dioses se enamoraron de distintas huanblas y tuvieron una familia muy extensa.
   Pero si todo iba bien, ustedes se preguntarán porque estos dioses fueron rivales, pues según cuentan esto habría sucedido por lo siguiente:
   Cuenta la historia que la primogénita de Huallallo Carhuincho, llamada Huaytapallana era muy hermosa, tanto que para ocultarla de los haris este, su padre,  la escondió al abrigo de las montañas y sembró para ella un jardín lleno de flores.
   A su vez el Apu Pariacaca tuvo un hijo varón a quien llamo Amaru este joven amante de los viajes y quien, por ser hijo de un Apu, podía tomar la forma de cualquier animal y de esta manera trasladarse por los valles de su padre, encontró a una bella huanbla con quien se casó y tuvo una hija.
   Un día en el que Amaru sobrevolaba unas montañas, observó a lo lejos un jardín de flores como nunca antes había visto y sin saberlo salió de los terrenos de su padre y tomando forma humana nuevamente se adentró en este paraje escondido.
   Al pie de la laguna Carhuacocha se encontraba una huanbla tan hermosa que Amaru, olvidando todo, quedó al instante perdidamente enamorado de ella y, esta doncella cuyo nombre era Huaytapallana, también se enamoró de él. Ambos tuvieron cinco hijos.
   El Apu Huallallo Carhuincho quiso saber quién era este joven hari que había tomado el corazón de su hija de esta manera y preguntando a los vientos se enteró que ese joven hari no era otro que Amaru, el hijo de su rival Pariacaca, y que además de ello él estaba casado y tenía una hija.
   Herido en lo más profundo por el adulterio cometido, el Apu Huallallo Carhuincho suplicó a los vientos que traigan, a los oídos de Amaru noticias de su esposa y de su hija.
   Al recordar Amaru a su esposa e hija y tomando conciencia de todo lo que había hecho salió a caminar, mientras avanzaba lentamente y meditaba por una quebrada el Apu Huallallo Carhuincho se acercó y de un golpe mortal que terminó con la vida de Amaru, este al momento de caer grito a su padre para que tome venganza de este ataque traicionero.
   El Apu Pariacaca en su dolor ahogó a Huaytapallana en la laguna Carhuacocha y a los cinco hijos en las lagunas aledañas.
   De esta manera ambos Apus iniciaron una terrible batalla arrasando a su paso todas las aldeas, pueblos y cultivos que existían en la zona, dando forma, durante este batallar a la accidentada geografía de la zona.
   Al enterarse de estos destrozos el gran Huiracocha, juzgó tales acciones como maldades muy grandes y decidió apresarlos por un largo tiempo. Tomó a Pariacaca y lo convirtió en nieve sobre las colinas más altas de sus montañas que hoy llevan su nombre, y a Huallallo lo convirtió en nieves perpetuas asentándolo sobre las colinas y picos de la que fue la morada de Huaytapallana.
   Se dice que solo cuando esas nieves se derritan ambos Apus podrán liberarse de esa prisión, y parece que ese tiempo está por llegar. (Versión del Instituto Cultural Pachayachachiq)








   "Parece que ese tiempo está por llegar". Preocupante porque estas palabras se adelantaron a lo que está sucediendo a raíz del calentamiento global. Muchos de estos nevados están en vías de desaparición. Un ejemplo claro de ello es el Pastoruri, nevado de Áncash, cuyas nieves han retrocedido de manera alarmante porque donde hubo nieve hoy hay piedra y barro. En poco tiempo, muchos otros nevados solo serán recuerdo, entre ellos el Huaytapallana y el Pariaqaqa, esos milenarios apus del agua, de cuyos hielos se alimentan las lagunas aledañas que dan origen a muchos ríos cuyas aguas riegan los campos, sacian la sed de animales y hombres. ¿De dónde saldrá el agua cuando ya no estén estos nevados? Un inminente desastre está a punto de ocurrir y pareciera que en el Perú no le están dando mucha importancia al peligro que se cierne sobre nosotros.


Huaytapallana, antes y después.



Pariaqaqa y sus nieves en retroceso.


   Dejando momentáneamente las preocupaciones, diré que algo conozco esas tierras, algunas veces estuve por esos lares. El paisaje es realmente majestuoso, son los predios de antiguos dioses prehispánicos: Cuniraya Huiracocha, Cavillaca, Yanamca Tutañamca, Huallallo Carhuincho, el Apu Pariacaca. Es tierra antigua donde estas deidades milenarias se enfrentaron en luchas cruentas, donde amaron y se multiplicaron y de alguna manera definieron el paisaje, la psicología del hombre de estas tierras: de ahí que la presencia de estos dioses se sospeche entre la cadena montañosa cuyo misterio se recorta en el espacio.









   Cosa curiosa, hasta el día de hoy se le siguen haciendo ofrendas a ambas divinidades, “pagos” le llaman, incluso el camino inca (que todavía se conserva en buen estado) se emplea para llegar al Apu Pariaqaqa no necesariamente con fines turísticos.








   Alguna vez transité por ese camino, confieso que quedé impresionado por esa red vial, que cuelga de los cerros como balcones, de la misma manera como muchos años antes quedara el “Príncipe de los cronistas” que escribió en sus crónicas: "Una de las cosas de que yo más me admiré contemplando y notando las cosas deste reyno fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hazer caminos tan grandes y sobervios como por él vemos y qué fuerças de hombres bastaron a lo poder hazer y con qué herramientas y estrumento pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas para hazerlos tan anchos y buenos como están".  (Pedro Cieza de León, 1570).









   Coincidencia decía hace un rato, palabrita oportuna y necesaria para esta ocasión, ocurre que un día después de contar esta historia a mis alumnos, la leyenda de los dos apus, me enteré por televisión de una noticia, un turista argentino había fotografiado a una sirena en una de las seis lagunas aledañas al nevado Huaytapallana, no sé si sean ciertas las fotos, hoy se ve de todo y no siempre es verdad, pero queda la duda. Nuestro territorio es espacio no solo de viejas culturas sino de misterios y de hechos sobrenaturales que muchas veces no tienen explicación. He aquí las fotos.








   Ya para concluir, viene a mi memoria una noticia del año pasado, cuando un grupo de turistas colombianos se extravió en… ¿Coincidencia? el nevado Huaytapallana. Fueron ubicados felizmente los turistas y cuando estaban siendo grabados, se puede ver el video en youtube, una imagen diminuta y roja se asoma entre unas rocas y luego se esconde, dicen los que algo saben de estos asuntos, que es ese duendecillo subterráneo llamado Muqui y que suele presentarse a los mineros y algunas veces los premia y otras los castiga, en fin, no es este el momento para explayarme sobre estos asuntos, tampoco cometeré la ligereza de negarlos, tomo una saludable distancia y lo asumo con respeto. Hasta la próxima.










   Continuará…








                                           Morada de Barranco, 22 de agosto de 2015.