¿Qué se hicieron…?
Jorge Manrique
UNO
…¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los Infantes de Aragón,
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como trujeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras,
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿qué fueron sino verduras
de las eras?
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trobar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?...
DOS
Como han cambiado los tiempos. En estos
días, si alguien quiere notoriedad, no apela a sus virtudes o talento sino a
ventilar su vida privada con el mayor desparpajo del mundo (cosa que antes se
hacía, por ejemplo, a puertas cerradas o ante el confesionario) y los medios de
comunicación han convertido estas inmundicias, estos trapos sucios en noticia
de carácter nacional: luego a estas personas que sin vergüenza alguna cuentan
los más mínimos detalles de sus vidas las llaman “valientes” porque se
“atreven” a decir su verdad, como si toda verdad tuviera que decirse y encima
ante un público morboso que se complace y celebra alborozado el triunfo de
estas “verdades” que se pagan, porque en tiempos como estos, hasta la basura
disfrazada de verdad tiene precio y parece que alto.
Me resisto a aceptar que esto sea periodismo
(¿qué se hicieron de los viejos maeses del periodismo peruano?, ¿qué fueron sino verduras / de las eras?,
permítanme este parafraseo). Bajo esta lógica absurda y mercantilista, ahora
resulta que quien realiza estas entrevistas haciendo preguntas tontas y
banales, se ha convertido en el “periodista” más importante, representativo y
de mayor credibilidad del país, un “cotizado” que transita por “cimas” adonde
su ambición desmedida lo ha llevado y se cree un signado por los dioses, incapaz de sentir remordimientos por la muerte
de cierta chica equivocada.
¡Qué pobreza!, ¡qué miseria!, ¡qué
corrupción y demás asuntos!, esos temas no importan, no tienen rating, no venden: es más valioso estar
informado si fulanita tiene tantos amantes o si se acostó con fulano o mengano.
¡Cuánta podredumbre creciente y cuánta gente que la consume!
TRES
Casi todo el mundo sabe sobre una tal Tilsa
Lozano y sus trapitos sucios, se ha convertido en una figura "descollante
y digna de imitar por valiente", dicen; incluso el periodista de marras
que la entrevistó la llegó a tildar de "sabia", en fin, parece que
los peruanos estamos acostumbrados a todo, incluso hasta a lo más
descabellado... Lo que me pregunto es si los peruanos recuerdan que hubo (y
hay) una Tilsa realmente importante, una mujer de ascendencia japonesa, una de
las más grandes artistas que este viejo territorio ha dado al mundo, para mayor
precisión, pintora, pero de las grandes.
¿Habrá jóvenes que sabrán de ella? ¿Habrán
visto alguna pintura o grabado suyo? Me temo que no. Con este bombardeo
mediático y farandulero, pareciera que es más importante saber sobre la modelo
y sus amores con un futbolista que nunca pudo despegar. Pero de la gran pintora
nada, la desidia y el desprecio del común de los mortales de estos predios ignora
sus cuadros y sus grabados que respiran creativamente los aires superrealistas,
que están impregnados de mitos y de profundidades que descubren ante nosotros extraños
personajes y paisajes envueltos en niebla y misterio que somos nosotros mismos.
En medio de toda esta parafernalia frívola y
vulgar en que han convertido a los medios de prensa, los cuadros de Tilsa
aparecen como uno de los cauces que llevan aguas limpias a estos charcos en que
se han convertido la vida de muchos peruanos confundidos. He aquí, entonces, que
mostramos algunos de los cuadros y grabados de la otra Tilsa, la importante y
trascendental, una mujer peruana a la que lamentablemente hemos olvidado: Tilsa
Tsuchiya, la grande.
Continuará…
Morada de Barranco,
09 de diciembre de 2013.
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