sábado, 25 de mayo de 2013

POEMAS NO RECOGIDOS EN LIBRO





                                                              Voz de ángel rosa recién cortada
                                                                       Carlos Oquendo de Amat

 

 

   Carlos Oquendo de Amat solo publicó un libro. Fue el año 1927 y lo tituló atrevidamente 5 metros de poemas. En una sociedad cerrada y prejuiciosa, hipócrita y murmurante como la limeña, tan poco dada a la lectura pero curiosamente apegada a los versos altisonantes y contundentes del novomundista Chocano, un libro de poemas con ese título o daba para el escándalo o simplemente pasaba desapercibido. Ocurrió lo segundo. El silencio acompañó cual sombra la salida de este libro ahora mítico e impregnado de leyenda.
 


   La particular carátula del libro (que simula un ecran, deja ver cual si fuera una proyección no solo el título y el nombre del autor-director, sino también cuatro rostros o máscaras y un telón) fue un grabado del artista Emilio Goyburu.  Aunque hubo un tiempo que circuló la falsa versión que quien lo había diseñado había sido el poeta César Moro.
 
 

 

   Según las fechas consignadas al pie de los poemas, estos fueron creados entre 1923 a 1925. Dos años después, Oquendo decide publicarlos. 5 metros de poemas fue impreso por la editorial Minerva cuyo gerente era Julio César Mariátegui La Chira, hermano del Amauta José Carlos Mariátegui, gran amigo del poeta puneño, y su publicación fue financiada en parte con unos “Bonos de Suscripción” ideado por el mismo Oquendo.
 
José Carlos y Julio César Mariátegui
 
   Luego de más de ochenta años de haber sido editado, el formato del libro no ha perdido su capacidad de sorpresa, recordemos que es una larga hoja que se despliega y que se aproxima a las dimensiones que el  título anuncia. Es innegable que desde ese extraño título la ironía y el humor protagonizan un papel importante. Por ejemplo, todo el libro es una sutil crítica a la sociedad capitalista, donde hasta los poemas podrían comprarse como cualquier mercadería, en este caso por metros.
 
 

   Igualmente el cine está presente en el libro. Esa larga hoja recuerda a la cinta de celuloide donde cada poema bien podría ser un film (incluso hay en el poemario una “página” que anuncia “10 minutos de intermedio”). Oquendo fue un apasionado del cine. José Luis Ayala escribió, en la  minuciosa biografía del poeta puneño, que Oquendo era un fiel admirador de Rodolfo Valentino cuya muerte lo puso muy triste y que a pesar de las penurias económicas, a poco estuvo, junto a su gran amigo Adalberto Varallanos, de publicar una revista de crítica cinematográfica titulada Celuloide, que por problemas de financiación de último momento no pudo salir en circulación.
 
 
 

Adalberto Varallanos
 

Adalberto Varallanos y Carlos Oquendo (en el auto)
 
Rodolfo Valentino


   Con respecto al tiraje del libro, se sabe que se imprimieron trescientos libros. ¿Qué han sido de ellos? Recuerdo que en alguna oportunidad, Carlos Germán Belli, escribió que él alcanzó a ver un ejemplar del año 1927, bastante maltratado en la Biblioteca Nacional, ¿se conservará todavía ese ejemplar? Alguna vez pregunté al poeta Vicente Azar si tenía 5 metros de poemas, pues él había conocido a Oquendo. Me contestó que no, pero que cuando joven tuvo uno en sus manos, pues Oquendo pasaba algunas temporadas en la casa de Barranco de Vicente Azar, que para entonces tendría unos quince años, y que en un gesto de agradecimiento, el Virrey (sobrenombre con el que se conocía al poeta) regaló un ejemplar a la madre de Vicente Azar por lo bien que lo había atendido: “Lamentablemente, ese libro se perdió, no sé cómo ni dónde”, me diría el poeta de Arte de olvidar.


Vicente Azar

   Hace ya diez años, en una visita que hice al amigo poeta José Pancorvo, descendiente del escritor Manuel Beingolea, amigo y protector de Oquendo, le pregunté si él tenía un ejemplar del mítico libro. Me contestó que en el baúl que conservaba con manuscritos y otras pertenencias de su tío abuelo, no se encontraba el ejemplar del poemario de Carlos Oquendo de Amat, que es más que seguro le debió haber dado por la entrañable amistad que los había unido. En fin, es una larga historia de silencios y ausencias y extravíos la que envuelve a este libro.


José Pancorvo


Manuel Beingolea

   Ya para terminar esta breve entrada, quiero comentar que una vez publicado el libro, Oquendo fue derivando todo su interés hacia la política. Él fue un hombre de izquierda, un comunista convicto y confeso que por su filiación sufrió injusta prisión y torturas. Hechos que a la larga acelerarían su muerte trágica en España, donde está enterrado. Sin embargo, Carlos Oquendo de Amat, nunca abandonó la escritura. Circulan a través de libros y publicaciones (agotados muchas veces) que recogen algunos poemas que Oquendo publicó en revistas cuya existencia se fueron olvidando (como los dos primeros poemas, uno de ellos contemporáneo a los de 5 metros...) o textos (en realidad apuntes, ensayos) que quedaron a mitad de su camino recorrido y que fueron conservados por un familiar y que sí son posteriores a la publicación de su único poemario. Este puñado de poemas y textos son los que a continuación transcribo.




 
 

 

NATURALEZA

 

El sol está mordiendo los senos voluptuosos

De la pradera verde…

Desnuda,

Oh qué sensual debe ser el Sol…

 

………………………………………………….

Los labios insinuantes del recuerdo

Me han besado con sabores de Ayer…

………………………………………………….

Y en la pizarra enigmática, de aquel asfalto gris

Yo… ella; éramos al crepúsculo

Como dos puntos de interrogación…

Naturaleza:

Pero si todo es verde,

Así, tan verde como los ojos de ella!...

 

(Bohemia Azul, Lima, año I, N. 1, 16 de setiembre de 1923)

 


CANCIÓN DE LA NIÑA DE MAYO

 

El viento entreabre tu sombrero luna de mayo

¿Por qué guardar en tus ojos violetas humedecidas?

dime tu nombre seguridad de flor

Háblame del recuerdo oloroso de los niños

que saben leer el mar

Y de tu infancia un ángel a la espalda y la gracia entre nosotros

Háblame

para que así lejanamente se caiga mi pena en el sueño

 

(Chirapu N° 3, página 6, 1928)

 

 

PARÍS

 

La Torre Eiffel sostiene el cielo cúbico de París

con el dedo pulgar

cuando pienso se quiebran 100 pétalos secretos

 

Lo sé

jamás escribiré sobre xxxxxxxxxxxxxxxxx (*)

 

En la tristeza imperfecta

xxxxxxxxxxxxx  corre detrás del último sueño

 

MI PALABRA ESTÁ PRISIONERA EN TU TERNURA

y no tengo a quién entregar mi xxxxxxxxxxxxxxx

lleno de América

    

                                   POR TI

 

 

EL CIELO Y LAS PALABRAS

 

Una mujer convertida en brisa y fruta fresca

En los cerros

las casas trepan como leopardos xxxxxxxxxxxxxxx

luciérnagas

 

De una cesta recién dibujada

una niña

saca los últimos panes horneados por sus manos

 

la vida se acorta cada tarde que el aire

xxxxxxxxx  por enredaderas

 

Estoy y no aquí solo toso estrellas

 

Nadie recoge

 

LOS LATIDOS DEL TIEMPO

 

 

POETA EN LOS EUCALIPTOS

 

He visto recorrer la luna en tus ojos

recuérdame

para que se abra la rosa distante de la lluvia

 

Tu sonrisa oración  xxxxxxxxxxxx

hizo que repentinamente

regrese  xxxxxxxxxxxx  del otro lado de la vida

y yo  xxxxxx  vivir en las ocho vertientes de mañana

 

El campo escribe poemas entre viejos eucaliptos

 

tú deshojas

 

LA MARGARITA DE TU MIRADA

 

 

NIÑO AL LADO DEL CIPRÉS

 

El horizonte volteaba el rostro

y la lluvia hablaba por tu mirada ángel desnudo

 

En tus pasos recién descubiertos de fina escarcha

aparecía mi nostalgia

 

Tus manos se ahogaron

Saúl dan bel  xxxxxxxxxxxx

en charcos ocultos y humo denso de las ciudades

 

No había ni una golondrina en la tarde

 

 

LOS BARCOS DENTRO DE LA TARDE

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

 

Entonces

los barcos pasarán en celuloide a colores

no   poemas   objetos   estéticos   estáticos

 

                       SINO

móviles   imágenes asimétricas

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Hacia Europa de puerto en puerto

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

 

 

POEMA ESCRITO EN EL AGUA

 

El girasol de la lluvia no podrá alcanzarte Arthur (**)

en escalinatas de antiguos trasatlánticos

 

Pero los poetas puros no han perdido fe en el futuro

respiran dentro de una escafandra

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

 

¿Quién será que asoma trayendo el viento a la puerta?

 

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

 

En fin

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

                                   xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

 

 

 

 

   Continuará…

 

 

                                                  Morada de Barranco, 25 de mayo de 2013.
 
 
 

2 comentarios:

  1. Muy bueno, sigue ilustrandonos con esa poesia añeja,Pero buena como el vino ...

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  2. Franklin, gracias por leerme y por tu comentario. Un abrazo a la distancia.

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