sábado, 25 de abril de 2015

UN BEATLE EN CONCIERTO EN LIMA


                                                                   




                                                                      Salí con ella e intenté conquistarla…
                                                                                                   Paul McCartney







   El frío llega de a pocos. La temporada calurosa va despidiéndose, se aleja para dar paso a días cubiertos de bruma que nos sorprenden y tornan fantasmales las calles de mi morada de Barranco. Fascinante. Las calles dejan de mostrarse con desparpajo para ocultarse en la suave tela marina que la neblina brinda en su misterio. Barranco, más que territorio solar es hijo del invierno. Siempre lo supe. Siempre lo celebré.











   Hoy que escribo estas líneas, viene a mi memoria que justamente hoy, 25 de abril, se cumple un año del concierto de uno de los dos sobrevivientes del mejor grupo de música rock de todos los tiempos, me refiero, obviamente, a The Beatles. Hace un año, en el Estadio Nacional de Lima, el prolífico y multiinstrumentista Paul McCartney, compositor de temas como I Saw Her Standing There, And I Love Her, Eleanor Rigby, Penny Lane, Helter Skelter, Back in the USSR y la archifamosa Yesterday, entre otros temas, se presentó ante un público enfervorizado y que no paró de cantar en todo el concierto.











   El concierto fue motivo para ir en mancha, como se dice. Emocionados hasta nomás, salimos de casa Rita, Kathia, mis hermanos Gloria y Arturo. Los cinco partimos hacia la gran aventura de oír a un beatle, ¿quién lo dijera? Un beatle frente a uno que siempre amó su música y que veía hasta hace poco como un imposible el ver en persona a Paul, aunque sea de lejos. Un sueño se cumplía.










   Desde la adolescencia llevo conmigo la pasión por la música de The Beatles, nunca la abandoné ni fui abandonado. Pero soy, aunque parezca contradictorio, un fan racional; es decir, acepto la importancia y reconozco el valor de otros grupos y otros cantantes (eso de que odie a los Rolling Stones, por ejemplo, no va conmigo), y estoy más que seguro que esta actitud abierta me enriquece y me hace percibir no solo las virtudes del cuarteto de Liverpool, también sus limitaciones que engrandece al grupo: individualmente eran y fueron superados por otros ejecutantes, ha habido y hay mejores guitarristas, bajistas y bateros que John, Paul, George y Ringo, pero los cuatro juntos eran insuperables, mágicos, geniales. 














   Esto me hace recordar la película Boyhood, a la hora y media de película, aproximadamente, el padre del protagonista (Mason) obsequia a su hijo, que ha cumplido los quince años, un disco recopilatario de The Beatles, pero después de The Beatles; es decir, un disco (The Black Album, algo así como El Disco Oscuro) con las mejores canciones de los cuatro ya separados, el mensaje es: "Separados se pierden, están incompletos, pero juntos (nuevamente) se vuelven magia".













   ¿Cómo fue que descubrí la música del cuarteto inglés? Bueno, la respuesta está en un texto que escribí hace tres años, allí recordaba la vez primera en que escuché un tema de ellos: “Una de las mejores cosas que me ha podido ocurrir en la vida fue conocer la música de The Beatles. El primer recuerdo que tengo de ellos se remonta al año 70 o 71. Una tía llegó a casa con un tocadiscos portátil de color plomo que acababa de comprar en una casa de remates. Junto con el tocadiscos le dieron de regalo varios discos de 45 rpm. Uno de esos discos era de The Beatles, un disco cuyo sello he olvidado y la etiqueta era bicolor (amarillo con rojo o con naranja). La canción que se quedó grabada en la memoria fue I saw her standing there (La vi parada allí), primera canción del primer álbum del grupo, me refiero al mítico Please Please Me. Esta fue probablemente la primera canción de los Fab Four que escuché en mi vida. Me pareció que nada de lo escuchado hasta ese momento (baladas, ritmos tropicales, boleros, etc.) se podía comparar al ritmo frenético de estos cuatro mágicos muchachos de Liverpool: las guitarras, la batería elemental y contundente, los coros y los gritos agudos de Paul y John… todo era mágico, sencillamente mágico: desde el inicio de la canción con ese “One, two, three, four…” en voz de Paul Mc Cartney”. Paul McCartney, el cantante, compositor y bajista de este cuarteto insuperable: una leyenda.











   El concierto de Paul reunió más de 35 000 personas en el estadio. Inició con la canción Magical Mistery Tour, desfilaron muchos temas que nos trasladaron a los territorios del recuerdo, la sucesión de grandes temas fue excepcional que se me hace inevitable mencionar algunos de ellos como All my loving, Let me roll it, Paperback writer, The long and winding road, Maybe i'm amazed, I've just seen a face, We can work it out, Another day, And i love her, Lady Madonna, All together now, Eleanor Rigby, Being for the benefit or Mr. Kite!, Ob-la-di, ob-la-da, Back in the USSR, Let it be, Hey Jude,  Day Tripper, Hi, hi, hi, I saw her standing there, Helter Skelter, Golden slumbers, Carry that weight, The end, entre otras muchas canciones que he olvidado, porque fue un concierto extenso e intenso: treintainueve canciones en casi tres horas que pasaron sin ser sentidas.











   La presentación de Paul, le permitió a Rita escuchar un tema que lleva su nombre y que fue motivo de nuestra primera salida antes de casarnos y también de unas líneas en Facebook: “Corría el año 1998 (yo intentaba por todos los medios, ja, conquistar a Rita y el Sol me parecía que ese año alumbraba más puro que nunca). La bella profesora de Matemáticas no conocía Lovely Rita, esa canción de The Beatles que pareciera fue hecha para ella. Le regalé, entonces, un casete (qué antiguo se escucha esto) con la canción y le gustó. Ayer, ¡oh, maravilla!, en el concierto, Paul la cantó y Rita se señalaba como que la canción era para ella: su tema, definitivamente. Mis hermanos, mi hija y yo nos reíamos. Casi a media canción todo el estadio gritó (como parte de la letra): "¡Ritaaaaaaaa!" (¿se escuchará mi voz en el videíto? Sí, sí se escucha en el segundo 53). Sí, grabé la canción entrañable. Una pequeña ofrenda para mi "adorable Rita", como dice la letra de la canción".











   Ha pasado un año ya de esta emoción grandísima, la de participar en este rito de la música ante un genio musical reconocido, cuya música (y la de sus otros compañeros) cambió al mundo y abrió territorios sonoros inexplorados, como alguna vez escribiera el poeta inglés Philip Larkin:





ANNUS MIRABILIS


Las relaciones sexuales comenzaron
en mil novecientos sesenta y tres
(un poco tarde para mí),
cuando le levantaron la censura al Chatterley
y los Beatles grabaron su primer long play.

Hasta ese año sólo había existido
algo así como un regateo,
disputas por un anillo,
una vergüenza que comenzaba a los dieciséis
y se extendía luego sobre todo.

Hasta que un día se acabó la pelea:
todos sintieron lo mismo
y vivir se volvió
un brillante hacer saltar la banca,
un juego difícil de perder.

De modo que la vida nunca fue mejor
que en mil novecientos sesenta y tres
(un poco tarde para mí),
cuando le levantaron la censura al Chatterley
y los Beatles grabaron su primer long play.









   Así, entre el público que no dejaba de corear y cobijado por tantas canciones que acompañaron la vida de uno, que fueron el abrigo y casi diría el escudo protector ante una realidad dura que se abría para los que terminábamos el colegio, tiempos aquellos cuando muchas cosas no eran seguras y el futuro era un horizonte, sí, pero incierto, cargado de muchas oscuridades, entonces la música de The Beatles era piso seguro, una de las formas de la felicidad.







   



   A un año del concierto, lleno de emoción y de gratitud, he querido recordar este magnífico espectáculo porque, como dice mi hermano Arturo, “fue realmente inolvidable”. Para mí, y sin temor a exagerar y sin ninguna duda, uno de los momentos más grandes e intensos que he tenido en mi vida. Thanks, a quien corresponda.











   Continuará…





                                        Morada de Barranco, 25 de abril de 2015.





2 comentarios:

  1. Muy bueno su texto profe. Quien habría pensado que un beatle pisaría suelo peruano alguna vez.
    Saludos :)

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  2. Gracias, Eduardo, por tu comentario. Un abrazo a la distancia.

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