miércoles, 19 de marzo de 2014

BARRANCO: LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA





              Miré los muros de la patria mía…
                       Francisco de Quevedo





   Esto de llevar un blog es apasionante, pero a veces puede resultar estresante. Sobre todo si uno se ha propuesto una periodicidad para colgar entradas. En mi caso deben ser dos textos por mes. Cuando me lo propuse, hace ya más de dos años de ello, me resultaba adecuado y el tiempo apropiado para preparar los textos y las fotos (muchas de ellas son mías). Sin embargo, conforme ha ido pasando el tiempo me resulta cada vez más difícil cumplir. A veces los temas escasean, en otros momentos sucede como que las ganas de escribir están ausentes. Pero con todo, más puede el compromiso con uno mismo de no fallar.





   Algo que me tenía preocupado era que habían transcurrido las dos terceras partes del mes y no había escrito nada y no se me ocurría tampoco nada. Pero no se trata de hacer una tragedia, conque me diga “cuelga en tu blog solo cuando haya necesidad de hacerlo”, sería suficiente y asunto arreglado, como me lo dijo cierto día mi hermano Arturo. Pero veamos qué pasa en el transcurso.




   Mientras tanto aquí estamos, y veo que algo va saliendo. Por ejemplo, una preocupación que no me abandona, una preocupación que va de la mano con la indignación: el ver cómo cada instante que transcurre va ocurriendo la tragedia de la destrucción del mundo que he habitado durante toda mi vida. Efectivamente, hablo de Barranco, mi morada: ese espacio que me vio, si no nacer, crecer, desarrollarme, construir mi vida.




   ¿Pero qué tan grave puede ser? Pues supongo que tan grave como su inminente desaparición a manos de gente, de empresas constructoras (básicamente), ante las cuales las autoridades se muestran laxas, incompetentes (por decir lo menos), pues ante sus ojos se desarrolla ese espectáculo indigno, reprochable (pero supongo que “legal” bajo vaya a saber qué argucias) de cómo hacen de nuestro distrito campo de sus puros intereses económicos, es decir, el dinero transformado en el único dios que respetan. Debo entender que hablar de otras cosas que no sea del vil metal será  para ellos sánscrito.










   Entonces los que vivimos en este pequeño territorio junto al mar somos testigos invadidos muchas veces por la desesperanza de ver cómo Barranco es cada vez más otro sitio, otro espacio ajeno a nuestras vidas: ya no más ciertas calles cuyo perfil arquitectónico no solo era material sino habitante de nuestras memorias, algunas de ellas las más puras, las de los descubrimientos de nuevos mundos para nuestras vidas. Casas destruidas (oh, esos maravillosos ranchos de adobe, yeso, quincha y madera en vías de extinción) y en su lugar ver a gigantescos edificios que muchas veces nos roban el panorama donde a la distancia se pierden (o debo decir perdían) nuestras miradas cargadas de sueños; plazas desaparecidas sin ningún sentimiento de culpa, espacios verdes alterados por una supuesta modernidad sin gusto y sin arte; una ciudad literalmente partida, la nuestra, por el Metropolitano: Barranco se está convirtiendo cada vez más en un lugar sin personalidad, se está (y es una lástima decirlo no solo por Barranco sino también por Miraflores) miraflorizando. Y nadie pareciera mover un dedo. O tal vez ocurra que todo aquello que se está haciendo es insuficiente.






   Continuará…





                                               Morada de Barranco, 19 de marzo de 2014.   




2 comentarios:

  1. Hola, esta muy interesante tu blog,
    hay una frase de Enrique Peña : " y el mar que siempre nos nombra"
    me acuerdo que pertenece a un poema de este autor, he estado buscando este poema hace mucho tiempo, te agradecería mucho si me lo envías.
    mi correo es fredy_uni_107@hotmail.com o que lo publiques en tu blog el poema completo. Muchas gracias. Fredy

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario. Pronto te enviaré el poema. Un abrazo y espero siempre tu visita en mi blog.

    ResponderEliminar