Miré los muros de la patria mía…
Francisco de Quevedo
Esto de llevar un blog es apasionante, pero
a veces puede resultar estresante. Sobre todo si uno se ha propuesto una
periodicidad para colgar entradas. En mi caso deben ser dos textos por mes.
Cuando me lo propuse, hace ya más de dos años de ello, me resultaba adecuado y el
tiempo apropiado para preparar los textos y las fotos (muchas de ellas son
mías). Sin embargo, conforme ha ido pasando el tiempo me resulta cada vez más difícil
cumplir. A veces los temas escasean, en otros momentos sucede como que las
ganas de escribir están ausentes. Pero con todo, más puede el compromiso con
uno mismo de no fallar.
Algo que me tenía preocupado era que habían
transcurrido las dos terceras partes del mes y no había escrito nada y no se me
ocurría tampoco nada. Pero no se trata de hacer una tragedia, conque me diga “cuelga
en tu blog solo cuando haya necesidad de hacerlo”, sería suficiente y asunto
arreglado, como me lo dijo cierto día mi hermano Arturo. Pero veamos qué pasa
en el transcurso.
Mientras tanto aquí estamos, y veo que algo
va saliendo. Por ejemplo, una preocupación que no me abandona, una preocupación
que va de la mano con la indignación: el ver cómo cada instante que transcurre va
ocurriendo la tragedia de la destrucción del mundo que he habitado durante toda
mi vida. Efectivamente, hablo de Barranco, mi morada: ese espacio que me vio,
si no nacer, crecer, desarrollarme, construir mi vida.
¿Pero qué tan grave puede ser? Pues supongo
que tan grave como su inminente desaparición a manos de gente, de empresas
constructoras (básicamente), ante las cuales las autoridades se muestran laxas,
incompetentes (por decir lo menos), pues ante sus ojos se desarrolla ese espectáculo
indigno, reprochable (pero supongo que “legal” bajo vaya a saber qué argucias) de
cómo hacen de nuestro distrito campo de sus puros intereses económicos, es
decir, el dinero transformado en el único dios que respetan. Debo entender que
hablar de otras cosas que no sea del vil metal será para ellos sánscrito.
Entonces los que vivimos en este pequeño
territorio junto al mar somos testigos invadidos muchas veces por la
desesperanza de ver cómo Barranco es cada vez más otro sitio, otro espacio
ajeno a nuestras vidas: ya no más ciertas calles cuyo perfil arquitectónico no
solo era material sino habitante de nuestras memorias, algunas de ellas las más
puras, las de los descubrimientos de nuevos mundos para nuestras vidas. Casas
destruidas (oh, esos maravillosos ranchos de adobe, yeso, quincha y madera en
vías de extinción) y en su lugar ver a gigantescos edificios que muchas veces
nos roban el panorama donde a la distancia se pierden (o debo decir perdían) nuestras
miradas cargadas de sueños; plazas desaparecidas sin ningún sentimiento de
culpa, espacios verdes alterados por una supuesta modernidad sin gusto y sin
arte; una ciudad literalmente partida, la nuestra, por el Metropolitano:
Barranco se está convirtiendo cada vez más en un lugar sin personalidad, se
está (y es una lástima decirlo no solo por Barranco sino también por
Miraflores) miraflorizando. Y nadie pareciera mover un dedo. O tal vez ocurra
que todo aquello que se está haciendo es insuficiente.
Continuará…
Morada de Barranco, 19 de marzo de 2014.
Hola, esta muy interesante tu blog,
ResponderEliminarhay una frase de Enrique Peña : " y el mar que siempre nos nombra"
me acuerdo que pertenece a un poema de este autor, he estado buscando este poema hace mucho tiempo, te agradecería mucho si me lo envías.
mi correo es fredy_uni_107@hotmail.com o que lo publiques en tu blog el poema completo. Muchas gracias. Fredy
Gracias por tu comentario. Pronto te enviaré el poema. Un abrazo y espero siempre tu visita en mi blog.
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