domingo, 14 de octubre de 2012

DE ANIVERSARIOS Y OTROS ASUNTOS


                                                                                        


                                                                                 Se prohíbe estar triste
                                                                                      Carlos Oquendo de Amat

  
1.

   Dos años. Sí, en efecto, han pasado ya casi dos años. Un 15 de octubre de 2010 me embarqué en la construcción de esta bitácora. No ha sido nada fácil. Hubo días en que no sabía sobre qué escribir y había que hacerlo. El compromiso estaba allí, latente, esperando: dos entradas por mes, sí o sí. Hoy mismo está ocurriendo. A trompicones voy pergeñando estas líneas. Inseguro doy marcha al texto y en el camino me abordan las ideas que voy ordenando o descartando.





   Buen motivo estos dos años para la entrada, pero no quiero ponerme solemne, pesadamente serio en un afán de quien va queriendo escribir dizque palabras para la posteridad. Celebrar estos dos años, sí, pero con sencillez, con una alegría en el corazón por estos veinticuatro meses en los que disciplinadamente he venido opinando sobre muchas cosas: literatura, cine, música, fútbol, recuerdos y otros asuntos más.





   Junto a esas palabras, imágenes, fotos que iba capturando en salidas tempranas (muchas veces cuando Rita y Kathia aún dormían) por mi morada de Barranco (eso explica el porqué de tomas de calles silenciosas, por ejemplo) o aprovechando ciertos viajes (Canta, Antioquía, etc.) para atrapar ángulos que atraían mi mirada, mi curiosidad. Así he venido acumulando un enorme archivo de fotos donde desfilan diversas imágenes que no son más que una humilde confirmación de lo bello que es el Perú y de la laboriosidad de su gente creativa, amable.





   Estas salidas para “capturar instantáneas”, me llevaron a experimentar con los audífonos de mi mp3. Debo reconocer que detesto esa mala costumbre de mucha gente de estos tiempos. El uso indiscriminado de audífonos en cualquier situación de sus vidas: al caminar por las calles parece que no se percatan el peligro en que ponen a sus vidas, cuando están en sus trabajos parece que no perciben el peligro en el que ponen a los demás (recuerdo muy bien a una enfermera con audífonos y llevando medicinas a un paciente). Sin embargo, una mañana decidí probar y salí a las calles de Barranco escuchando música, específicamente a The Beatles con su disco Rubber Soul. Obviamente fue casi de amanecida de un sábado, un día de lluvia y las calles silenciosas, fantasmales.




  Caminar al ritmo de canciones mientras buscas ranchos o casonas barranquinas para fotografiar es una experiencia particular: una sensación de aislamiento te invade aunque parezca contradictorio, ocurre también que la música te sensibiliza y estás como una antena o como radar: captas más y mejor, tienes “ojos de ver”; es decir, lees mejor el territorio. Pero, con todo, detesto este mal habito de andar con las orejas “encorchadas”, no es recomendable hacerlo, sobre todo en aquellos momentos de tráfico en las que las pistas y los coches se tornan en amenazas.




   Experiencias más, experiencias menos, fue creciendo el blog hasta llegar a este punto: dos años de brega. Cosa que celebro, hoy 14 de octubre, víspera de aniversario, día hermosamente frío y gris.






2.

   Esta humilde celebración, por cosas de la vida, coincide en una cercanía de fechas con algunos hechos para mí importantes: el 5 de octubre de 1962, Los Beatles sacaron su primer disco 45 rpm, me refiero a Love Me Do (cara A) y P. S. I Love You (cara B). De esta manera se daba inicio a algo jamás visto, cuatro jovenzuelos irreverentes invadiendo el mundo con sus voces y guitarras: nacía la beatlemanía y el mundo entero caería rendido a los pies de estos talentosos muchachos.




   Sin embargo, por estos días hay gente que, sin mayor conocimiento, critica la supuesta “blandura” de la música de los Fab Four, se atreven a negarle a su música la etiqueta de rock y le chantan como una suerte de maldición el nombrecito de “música pop”, como si con eso enviaran a los quintos infiernos la maravillosa arquitectura musical de John, Paul, George y Ringo. Ya lo dijo una vez Lennon: “Nosotros hacemos música”, pero como la ignorancia es atrevida siguen con su musiquilla estéril sin percibir el amplio espectro musical de los de Liverpool. Lo que estos “sápidos” críticos desconocen es que la música de The Beatles responde a una época (aunque justo es decirlo ha roto las barreras del tiempo) y hay que ubicarla en su espacio y tiempo para comprenderla mejor. Recordemos que a fines de los cincuenta, el rock estaba ya casi liquidado, sus principales exponentes habían caído en desgracia (Chuck Berry, Jerry Lee Lewis…) o como Elvis, hacían su servicio militar en una clara muestra de cómo el Rey del Rock cedía a las exigencias de la pacata y racista sociedad norteamericana.




   Tan muerto estaba ya el rock para entonces, que cuando Los Beatles van a la primera disquera de la mano de Brian Epstein, su manager, Decca Records los rechaza (“los grupos con guitarra están en decadencia”, dijeron, en una de las más grandes metidas de pata de la historia musical). Y Los Beatles tuvieron que ir con sus “chivas” a otras disqueras, como la Parlophone (EMI) que les da la oportunidad de grabar dos composiciones propias (cosa poco común entonces).




   Al grabar este su primer disco (y los siguientes), The Beatles se viene a constituir en el grupo que rescata al rock de la muerte. Ya para entonces, el mundo musical estaba invadido por jovencitos guapos, perfectos, plásticos que inundaron al mundo con canciones edulcoradas hasta no más: bien peinaditos, bien vestiditos, cantaban sus cancioncillas pegajosas dirigidas a las teenagers, recordemos a Paul Anka, Neil Sedaka, Pat Boone, Boby Rydell, Frankie Avalon y una larga lista de niños-bien quienes tenían que ser los encargados de “rescatar” a los jóvenes que habían caído en las garras del rock and roll, esa música repulsiva de raíces negras.




   Es entonces que aparecen oportunamente, ya predistanados por los dioses (permítanme la expresión), los melenudos de Liverpool y dan nuevos aires al rock y provocan lo que se llamó la invasión británica a Estados Unidos (surgen los Rolling Stones, The Kinks, The Who, The Animals, The Zombies…) y que los rockers buscaran nuevos caminos de expresión dentro del rock y más allá con Los Beatles a la cabeza. El rock es como es gracias a estos cuatro mágicos muchachos. Mal haríamos en negarle lo que hicieron y lo que nos legaron.




   Una prueba contundente de cómo Los Beatles influenciaron a los otros grupos contemporáneos (no hablemos de los de hoy en día) se encuentra en la supuesta rivalidad con los Rolling Stones, rivalidad que en realidad nunca existió. Lo que en realidad sí hubo fue una rivalidad con los Beach Boys hasta el año 1967 y fue porque Los Beatles lo quisieron. Recordemos la reacción de Brian Wilson, líder del grupo norteamericano, al escuchar Rubber Soul disco con el que se inicia la madurez de The Beatles, se propuso crear un disco que lo superara y salió el maravilloso Pet Sounds. Cuando Los Fab Four escucharon este disco, no les quedó otra que hacer algo mejor, entonces salió el psicodélico Revolver, y a los meses sacaron el mítico Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y sumieron al genial Brian en una depresión que lo llevó a la autodestrucción.




   Entonces, más que rivalidad con los Rolling Stones, diríamos apropiadamente que lo que hubo fue la influencia de The Beatles  sobre aquellos. Bastaría con saber, por ejemplo, cómo se hizo la carrera musical de los Rolling Stones, que aún siguen activos y en decadencia imparable. Pregúntenles cómo es que The Beatles era para ellos “el monstruo de cuatro cabezas” al que había que seguir y sobrepasar, pregúntenles cómo es que cuando The Beatles hacía algo ellos inmediatamente lo copiaban (podemos hacer una lista que iniciaría desde los peinados con flequillos). Si no cómo explicamos ese rotundo disco como Exile On Main Street (del año 1972) que no es más que la respuesta de los Rolling al álbum doble de los pelucones de Liverpool conocido popularmente como White Album (Álbum Blanco), álbum que dejó en 1968 a Mick Jagger y compañía extrañados y sin respuestas inmediatas, esa respuesta ocurriría recién cuatro años después, ya cuando Los Beatles se habían separado. Desde entonces, Los Rolling Stones están en picada, en una interminable decadencia pues ya no tienen el referente que explicó y explica su existencia, obviamente que me refiero a The Beatles.




   Alzo mi copa de vino y brindo por la música de John, Paul, George y Ringo, que está más saludable que nunca ahora que se celebra los cincuenta años de la salida de su primer disco.






3.

   Y para terminar esta entrada, una alegría muy mía: hace cuatro días llegó a mis manos mi cuarto libro: Animalario, un libro que agrupa un puñado de minirretratos de animales (por cierto con humor) en un acto celebratorio de aquellas experiencias de infante cuando se visita los zoológicos. El libro está dedicado a mis tres hermanos (Gloria, Arturo y "Paco") que compartieron estas experiencias de conocer animales extraños (para entonces) y muchas veces lejanos como el elefante, la cebra, el lince, la jirafa, el hipopótamo, etc. He aquí tres de esos breves textos:


LAS ARAÑAS
 En la pared, las arañas
son ojos de largas pestañas.



EL VENADO
Por falta de cuidado
se le han marchitado las astas al venado.



LAS CEBRAS
Las cebras son caballos salvajes
que llevan orgullosos sus tatuajes.




   Y paramos de contar. Que no de celebrar: ¡Salud!





   Continuará…


                                                         Morada de Barranco, 14 de octubre de 2012.

  
   

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