miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL DUENDE CARAPINO, MI HIJA Y UN POETA ENTRAÑABLE



  
                                                                                   Para ti, niña del viento el campo absorto de la primavera...
                                                                                                                                             Vicente Azar


   Corría el año 2004. El colegio en el que trabajé por casi diez años había dejado de funcionar el año anterior. Insalvables problemas de herederos llevaron al querido colegio Mary's Children a cerrar sus puertas luego de cincuenta años de labor. Allí conocí a grandes amigos, alumnos que ahora son también mis amigos. Allí conocería a alguien que irrumpió en mi vida como una tromba, una persona que me acompaña desde hace catorce años, me refiero a Rita, my love, o sea mi esposa.
   Ese 2004 entré a trabajar como corrector de estilo en la editorial Bruño. Compartí labores, entusiasmos, conversaciones y por qué no, temores con mi gran amiga Carmen Noblecilla y un tiempo breve con mi amigo el escritor Dante Castro. Embarcados en esos afanes llegaron a nuestras manos los incompletos proyectos de los libros de Inicial y de Primaria. Los borradores carecían de poemas, trabalenguas, adivinanzas, cuentos, etc. Confieso que hasta entonces, jamás había creado nada dirigido a los niños. Pero al ver los proyectos de libros inconclusos decidí probar y, albricias, mis textos fueron aprobados y salieron publicados al año siguiente.
   Yo no olvido unas palabras que me dijera entonces mi amiga Carmen: "Orlando, ¿por qué no sigues escribiendo para niños?". Le hice caso. Por allí obtuve algunos premios en bienales de poesía y cuentos para niños. Para alguien que jamás había escrito nada para niños, digamos que había iniciado el reto con buenos o aceptables pasos. Y continué, hasta que me llegó la oportunidad de publicar mi primer libro para niños: El duende Carapino, con la editorial Centauro el año 2009.

Café Berlín, mi rincón de trabajo.


I.

   El duende Carapino, mi primer libro dirigido para los niños es un libro cuya dedicatoria contiene un verso de Antonio Cisneros que dice: “Para Kathia, apenas más alta que una mesa”. Bueno, Kathia es mi hija, mi única hija y tiene ahora once años. El verso de Cisneros expresaba por coincidencia una realidad de entonces: tenía ella apenas un año y correteaba como gacela enloquecida por la casa, me angustiaba esa situación de verla trepar, saltar, correr, gritar y sentía que mi sistema nervioso literalmente quedaba como un manto deshilachado. Como consecuencia de esa alegría y el despliegue físico de mi hija, alguna vez escribí un poema que me voy a permitir transcribir:


MI PEQUEÑA DAMA

Viene alegre
mi pequeña dama
y me trae
flores de retama.

Hay en su caminar
melodías de la mañana
que se escapan
como de una ventana.

De su corazón
brota la primavera
y llena de sueños y de color
la casa entera.

Mi pequeña dama
entona una canción
y pinta pájaros para siempre
en mi corazón.


    Mi preocupación no paró allí, un día la vi que se aproximó a una mesa que yo había hecho con las patas metálicas de una antigua máquina de coser y observé que uno de los ángulos del tablero era una amenaza rotunda pues estaba a la altura de su frente, ¡oh!, para que vi eso, desde entonces la preocupación de que se golpeara en esa mesa me acompañó por un tiempo y lo único que quería era que ella creciera lo más pronto posible pues “apenas era más alta que esa mesa”.





   Los años pasaron, ella creció pero esa angustia un día se volvió una mínima historia. La pequeña historia del duende Carapino que cuenta ya no el deseo de un adulto para que una pequeña crezca sino el sueño de alguien pequeñito, un duende que quiere crecer, ser alto como un pino, ese es su mayor sueño.










II.



LA ORUGA AVENTURERA


Una oruga triste
en volar insiste.

Saltó de un banco
y de un barranco,

saltó de un rascacielos
para surcar los cielos…

Pasó tanto susto
 ¡y todo por gusto!

Pero un gran día
logró lo que quería,

con mucha emoción
voló como un avión

pues oruga ya no era
sino mariposa de primavera.



   El poemilla anterior expresa el mismo deseo del duende: cambiar, ser otro,  en el fondo creo que duende y oruga no son más que mi hijita, mi pequeña hija y sus afanes expresados a través de mi imaginación temerosa de que algo le pase. Pero quiero dar un salto y contar cómo nació este duendecillo, ya que de él escribimos. Corría el año 2004, trabajaba como corrector de estilo en Bruño (como lo conté antes), fue allí donde empecé a escribir textos para niños, uno de ellos tenía la palabra Carapino, no recuerdo cómo nació esa palabra extraña, mas su sonoridad captó mi atención y la guardé en la memoria para usarla en algún momento. Y el momento llegó dos años después cuando a la desesperada escribí un cuento, yo que nunca antes los había escrito, para participar en la II Bienal de Cuento Infantil ICPNA 2006. El cuento tiene por título “El árbol soñador”, quedó finalista en el concurso y fue la partida de nacimiento del duendecillo. El cuento desarrolla la historia de un árbol que quiere viajar, conocer el mar pues hay alguien que habla hasta por los codos y le cuenta sus aventuras por el mundo. Como imaginarán, quien despertó el deseo aventurero al árbol soñador fue su mejor amigo, me refiero a Carapino, un duendecillo juguetón, saltarín, viajero, parlanchín y encima poeta, pero poeta de caligramas. Uno de esos caligramas que el duende regala al árbol es el caligrama de una cometa:


Vuela       la      cometa

moviendo         la         coleta.

Pájaro      alegre       de        papel,

astro,         nave,       mariposa,      miel,

estrella              de              mil          colores

que           sube,         sube      y       sube

y        de       nube        en       nube

es     ala,      viento,      pluma,

flecha  de  aire   y  espuma

que en el espacio sola
v
          u
                e
       l
a

       m
                                                                 >   o  <
  v
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 III.





   No puedo ocultar que el espíritu parlanchín, juguetón, viajero del duende le debe mucho al recuerdo de un amigo mayor que no olvido. Me refiero al poeta peruano Vicente Azar. Duende menor (me refiero a la edad) de un grupo que solía hacer sus travesuras en el Olivar de San Isidro, comandados por el duende mayor, me refiero al poeta José María Eguren. Todavía está fresca en mi memoria aquellas tardes en su casa cuando aplacaba mi curiosidad con su conversación, y de pronto, sin mediar explicación alguna Vicente Azar se lanzaba declamando limpiamente un soneto de Garcilaso ("Mas infición de aire en solo un día / me quitó al mundo, y me ha en ti sepultado, / Parténope, tan lejos de mi tierra.") o expresaba su profunda admiración por el superrealismo o me hablaba, sin ánimo de jactancia, de su amistad con José María Arguedas, Emilio Adolfo Westphalen, Carlos Oquendo de Amat, César Moro o Xavier Abril, casi nada. Ya en sus últimos días, cuando postrado en su cama y rodeado de su biblioteca que adoraba me hablaba y hablaba y su espíritu inquieto, infantil sólo ansiaba recuperarse para salir a pasear caminando o en su carro. Su enfermera, Gladys Torres, que fue también enfermera de Emilio Adolfo Westphalen, al oírle hablar, una noche dijo sonriendo y en voz alta: “A dónde he venido a parar,  de un paciente que no hablaba nada a uno que habla hasta por los codos”. Así era Vicente Azar y así tenía que ser mi duende Carapino, un humilde homenaje a la alegría pura de ese gran poeta peruano, uno de los más hermosos crepúsculos que he visto en mi vida.




EPÍLOGO

   Y así fue adquiriendo personalidad el travieso duende. Hasta que una noche, lapicero en mano, sin saber cómo, salió como una pequeña iluminación, la diminuta historia que sucede en este mi libro, el primero de los dedicados a los niños y a "otros seres sensibles", como dice mi buen amigo, el poeta Pedro Villar, allá en España.

   Continuará...

                                          Morada de Barranco, 28 de setiembre de 2011.

4 comentarios:

  1. Usted es un capo, Los grandes quedan eternos en cada uno de sus cuentos y versos. Usted es y será uno de esos.


    Gerardo.

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  2. Cuánta generosidad en tu comentario, Gerardo. Muchas gracias. Un abrazo fuerte desde mi morada en Barranco.

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  3. me encanto el poema de la oruga aventurera :)

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  4. Gracias, Vanessa, por tu comentario. El poema que mencionas forma parte de mi tercer libro, "El libro de los lápices mágicos", editado por ICPNA el año pasado y es una edición bilingüe. Un abrazo desde mi morada en Barranco.

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