viernes, 13 de mayo de 2011

UN POETA, UNA FOTO, UN POEMA...

      

                                                                                    Si regresaras
                                                                                     qué habría de decirte.
                                                                                              Luis Hernández




   Corría el año 93. Junto con Willy Gómez Migliaro y Pablo Landeo, poetas de la llamada Generación del 90, me embarqué en un descabellado proyecto: editar una revista de poesía. Una revista sin auspicios y cuyo soporte material tenía que ser de los mejores. Tiempos duros en los que salvo Pablo, Willy y yo pasábamos por serios aprietos económicos. Sin embargo la revista Tocapus (ese fue su nombre) salió en julio de ese año. El contenido de la revista respondía a un esquema: solo se debían publicar a nueve poetas, los tres últimos tenían que ser jóvenes.  Y así fue. En el primer número colaboraron los poetas Vicente Azar, Pablo Guevara, Jorge Pimentel, Giovanna Pollarolo, Dalmacia Ruiz Rosas, Rossella Di Paolo y obviamente nosotros tres. Solo editamos cuatro números hasta el año 95, en todos ellos destellaron  grandes nombres de la poesía peruana (llamémosla así): Rodolfo Hinostroza, Marco Martos, Carlos Germán Belli, Washington Delgado, Enriqueta Belevan, Mirko Lauer, Tulio Mora, Juan Ramírez Ruiz, Carmen Ollé,  Ana Varela Tafur, Miguel Ildefonso, Luis La Hoz, Oswaldo Chanove, Rocío Silva Santisteban, Víctor Coral, Montserrat Álvarez… solo por nombrar algunos.


Los cuatro números de la revista Tocapus.

   Pero no quiero contar la historia de la revista Tocapus, ya habrá oportunidad de hacerlo. Hoy quiero recordar a un poeta peruano. A un joven poeta peruano a quien conocí en el otoño del año 1994, me refiero a Josemari Recalde. Sucedió que a raíz de la publicación de Tocapus los editores nos permitimos, abandonando nuestra insularidad, organizar un pequeño ciclo de recitales de  poesía con gente de la Generación del 90. Por esos años se vivía una gran efervescencia poética, habían recitales por todo lado y en lugares increíbles  a los que asistíamos "armados" con nuestros poemas juveniles. Tomamos prestado un verso de César Vallejo y llamamos a este ciclo: “Jueves será”. Precisamente los recitales se realizaron los tres últimos jueves del mes de abril del año 1994 en el pequeño auditorio de la Biblioteca Municipal de Barranco, donde unos años después (febrero de 1999) me casaría.


Afiche-collage de "Jueves será".


   Noches inolvidables. A pesar que fuimos entrevistados por una emisora local (radio Solarmonía), de haber pegado los afiches en lugares "estratégicos" (el bar "La noche", el "Juanito"...), recuerdo que tuvimos muy poca gente entre los asistentes. Así fueron las tres fechas (viene a mi memoria que para la primera fecha encontré, de casualidad, sentado en una banca del parque al “Cholo” Luis Nieto,  poeta cusqueño y viejo comunista a quien invité al recital, él fue uno de los pocos que nos acompañó esa noche). No he olvidado que minutos antes de cada recital conversábamos mucho con gente amiga de la Generación de los 80, recuerdo muy bien a Róger Santibáñez, a Domingo de Ramos, a Dalmacia Ruiz Rosas… Incluso recuerdo que alguna vez Domingo de Ramos nos reprochaba el hecho de ser muy callados, de no hacer las cosas con más “bulla”. Nosotros solo escuchábamos y sonreíamos.


Participando en un recital.

   Al terminar cada fecha del ciclo, en “mancha” nos íbamos a un lugar cercano, el desaparecido bar Piselli, me refiero al Piselli del antiguo local. Allí entre cigarros y licor conversábamos de poesía, filosofía, política y chismeabamos. Viejos tiempos que recuerdo emocionado y que me permitieron conocer a mucha gente amiga.





   Por esas épocas, en casa nunca faltaban las botellas de pisco macerado en pasas. Cada que Willy y Pablo llegaban a visitarme, lo recuerdo bien, les invitaba sendos vasos de pisco que disfrutábamos y encendían nuestras conversaciones. Fui yo precisamente quien en una de esas noches barranquinas y otoñales pidió una botella de pisco macerado en el tradicional bar Piselli, los concurrentes (Víctor Coral, Miguel Ildefonso, Mary Garay, Manuel Rilo, Paolo de Lima, José Pancorvo…) lo celebraron y disfrutaron con este descubrimiento. Aún recuerdo a Piero Bustos Chauca (líder del grupo musical "Del pueblo, del barrio") diciendo voz en cuello que estaba muy bueno, que nunca lo había tomado, así como no olvido a varios (Dalmacia, Roger, el mismo Piero) disputándose la pasas hinchadas con pisco que quedaban al fondo de la botella.


En el Museo de la Nación: Willy, Pablo y yo (abrazando mis libros).


   La noche del 14 de abril, al terminar la primera fecha del ciclo, salimos al parque, al pie de la pérgola conversábamos. Hubo por allí un tipo, cuyo nombre no recuerdo, que le faltó el respeto a Dalmacia Ruiz Rosas, antes que alguno de los varones hiciera algo, Dalmacia se le fue encima al malcriado y a punto de carterazos obligó al “faltoso” que le pidiera disculpas. Tiempo después recordábamos con Willy y Pablo la valentía de la poeta Dalmacia Ruiz Rosas, gran poeta y mujer de armas tomar.





   Fue justamente esa noche que conocí a Josemari Recalde, él estaba programado para esa fecha (junto a Miguel Ildefonso, Víctor Coral, Sonaly Tuesta, Pablo Landeo). Leyó unos hermosos poemas. Terminado el recital y luego del problema de Dalmacia que ya lo comenté, varios minutos después, apareció Josemari que supongo habría ido a dar una vuelta por algunos puntos de Barranco. Nos ubicó y empezó a comportarse de una manera extraña, tratando de llamar la atención. Yo sabía algo de él: que era universitario de La Católica, que era talentoso, que en un recital leyó como propios poemas de “Lucho” Hernández, pocas cosas. Esa noche, Recalde parecía empeñado en que lo escucháramos, decía algunas cosas que yo consideré desatinadas, incluso por allí empezó a hablar con un tono delicado, afectado, se puso cargoso, en otras palabras. No recuerdo muy bien cómo, pero de pronto estábamos enfrascados los dos en una discusión que terminó cuando nuestros amigos nos calmaron. No he olvidado esta anécdota: la imagen de los dos discutiendo por vaya uno a saber qué.





   Un tiempo después, en los preparativos del quinto número de Tocapus (que no salió), a través de Willy me llegaron algunos poemas de Josemari (que todavía conservo), hermosos poemas de un poeta que vivió inmerso en el fuego de la poesía. Allá por el 99, una noche, recibí una llamada, era Josemari Recalde que me pedía cortésmente la devolución de sus poemas en vista que Tocapus Nº 5 no salió. Quedamos en que dos o tres días después él iba a pasar por la noche a mi casa para recogerlos. Nunca llegó.





   Al año siguiente, en el mes de diciembre, leí estupefacto y conmovido la noticia de su muerte. Recuerdo que lloré en hombros de Rita la muerte de este joven poeta peruano que había decidido quitarse la vida a los veintisiete años.





   Desde entonces su imagen, su entrega, el fuego de su vida ha estado presente en mi vida. Como dato anecdótico, alguien sacó una foto de la primera fecha del recital de “Jueves será” y esta llegó a mis manos gracias al maestro titiritero Felipe Rivas Mendo. Esta fotografía, que capta muy bien la atmósfera de esos días, me llevó a escribir varios años después de su fallecimiento un poema (hoy que muchos dicen y se jactan de haberlo conocido) en homenaje a Josemari Recalde. En la foto se ven en la mesa a Sonaly Tuesta leyendo, y escuchándola a Josemari Recalde, Willy Gómez Migliaro, Víctor Coral, Pablo Landeo, Miguel Ildefonso. Entre muchas sillas vacías se encuentran Manuel Rilo, Róger Santiváñez, Dalmacia Ruiz Rosas, Domingo de Ramos y yo. He aquí la foto y el poema:


JUEVES SERÁ / 14. 04. 94

                                                                       Tu muerte solamente tú te la sabes.
                                                                                 Carlos Martínez Rivas

Ya desde entonces -supongo- ardías
y no hubo mástil aunque sí ruiseñor
para el follaje de tu lengua
vivaz y desnuda

No diré que te conocí
ahora que celestas con palmas
las viejas nubes

Entre los escasos recuerdos
apenas si una foto con muchas sillas  
 reclamando vacías la presencia de quienes hoy
convenientemente
  te aclaman

Para Josemari Recalde a quien apenas conocí.


   Continuará...

                                                  Morada de Barranco, 13 de mayo de 2011.

6 comentarios:

  1. Querido, Orlando, un blog bien escrito. Un abrazo.

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  2. Lo recuerdo en la cafeteria de letras de la Pucp, siempre con un libro en la mano y resfriado por la humedad de Pando en invierno...

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  3. Gracias, Willy, hermano. Un abrazo a la distancia.

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  4. Serena prosa la suya.Continúe.Piense que en el 99 por ciento de los blogs la gente escribe mal.
    lagunabrechtiana.blogspot.com

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  5. Gracias, Vladimir. Hace varios años atrás, recuerdo que con Willy Gómez Migliaro caminábamos viendo libros en una feria en Barranco, allí encontré un libro suyo: "Mate de cedrón". Después, años después, gracias a la generosidad de Pedro Granados aparecí en una breve antología de poesía peruana en la revista Arquitrave, antología en la que pude leer algunos poemas suyos. Un abrazo.

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  6. Ahora que recuerdo, fue proverbial leer un post de Víctor Coral en su blog Luz de Limbo, uno de los que está en la foto y que no lograba identificar es Fernando Rado, su compañero (que no sé quién es) fue el de los carterazos recibidos.
    La foto la tomo un conocido fotógrafo barranquino del estudio de Fotos Danny.

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